Los toros y yo
La primera vez que fui a los toros yo era, claro, muy chiquitito. El sol era grande, la plaza, la de C¨¢diz, enorme -ya no existe-.All¨¢ abajo brillaban el sudor y el vest¨ªo de los toreros. Era una lucha ¨¦pica, pero no en el cine de los salesianos, sino en vivo.
Entonces los toros eran para m¨ª casi un deporte. Recuerdo que en el Marca se hac¨ªa recuento de goles y de orejas.
Despu¨¦s, la fiesta de los toros, a m¨ª como a tanta gente, me han dado mucho que pensar. Me ha llegado el orgullo de sentirlos como una fiesta genuinamente espa?ola: vivan las diferencias. (Parece que s¨®lo desde el sur reclamamos el derecho a la diferencia). No puedo compartir las ideas al respecto de mi muy admirado Manuel Vicent, cuyas mediterr¨¢neas opiniones sigo con devoci¨®n. Y es que Manuel Vicent s¨®lo, a mi parecer, repara en uno de los aspectos que definen la fiesta de los toros: un hombre toreando y los dem¨¢s mirando, paradigma de una forma de ser espa?ola que se puede resumir en ?Viva el Espectador! o ?Que lo hagan ellos!
O sea, t¨² ves los toros desde la barrera. Entonces, ?t¨² qu¨¦ sabes de toros? ?T¨² qu¨¦ sabes de pol¨ªtica si lo que haces es hablar en los bares, si no te apuntas ni a presidente de tu comunidad de pisos?
En apoyo de esta visi¨®n, todo un lenguaje, sutil¨ªsimo, aplicado a la vida, que los amantes de la expresi¨®n agradecemos -hasta Vicent, sin querer, lo utiliza
En el debate de la naci¨®n, en cambio, se tiran puyas, se cambia de terreno o se da la puntilla.
Pero en el otro lado hay algo que pesa m¨¢s, y es la lucha ¨¦pica que yo ve¨ªa de chiquitito. Nada menos que un hombre jug¨¢ndose la vida -supremo teatro-, pero no para salvarnos, sino para ganar dinero y darnos arte.
El hombre rememorando la lucha contra la naturaleza, dando su oportunidad a las fuerzas de lo negro, de la sangre, como en una tragedia griega. Vestigios precristianos que no se deben perder.
El torero se juega la propia vida. Y no como otros, que van por ah¨ª jug¨¢ndose la vida de los dem¨¢s.
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