El autoritarismo intelectual
Peri¨®dicamente, el escritor Mario Vargas Llosa, hoy m¨¢s preocupado por la contempor¨¢nea situaci¨®n europea, vuelve sus ojos hacia nuestro hemisferio y carga sus bater¨ªas contra la Organizaci¨®n de los Estados Americanos (OEA) y sus pa¨ªses miembros, acus¨¢ndolos ahora de promover un modelo autoritario de sociedad.Desconocer la realidad democr¨¢tica del hemisferio y de su organizaci¨®n, y no aceptar las evidencias contundentes de los hechos, constituye, eso s¨ª, una muestra de verdadero autoritarismo intelectual.
En el mes de junio del pasado a?o ofrec¨ª a los lectores mi testimonio, como particip¨¦ de las acciones que, tras la agresi¨®n antidemocr¨¢tica del 25 de mayo de 1993 en Guatemala, contribuyeron al retorno de la democracia, diez d¨ªas despu¨¦s. De forma factual, respond¨ª a cr¨ªticas sobre una supuesta inoperancia de la OEA, cuestionamientos comunes una d¨¦cada atr¨¢s, pero ya superados por la historia.
En una reciente nota, Vargas Llosa trasciende esas cr¨ªticas, rebatidas puntualmente, y acusa ahora a la OEA de "fortalecer un modelo autoritario" en la regi¨®n, adem¨¢s de verter juicios sobre actitudes e intenciones de gobiernos y gobernantes, aspecto ¨¦ste que no me compete contestar.
Se puede, obviamente, disentir con los mecanismos puestos en pr¨¢ctica por los pa¨ªses miembros de la OEA para fortalecer la democracia regional, pero ubicar esas iniciativas en el campo del autoritarismo constituye un ataque a las decisiones de los pa¨ªses miembros, impulsadas por gobiernos electos democr¨¢ticamente.
Una de las ¨¢reas donde existe verdadero consenso regional es el proceso de modernizaci¨®n operado en la OEA a partir de 1985, que coloc¨® la promoci¨®n y defensa de la democracia en el centro de los desvelos de la organizaci¨®n y, m¨¢s recientemente, la comprometi¨® en los esfuerzos por eliminar la pobreza extrema.
En 1991, la OEA inaugura una nueva modalidad de defensa coordinada de la democracia ante su interrupci¨®n en alguno de los pa¨ªses miembros. El mecanismo entonces creado se utiliz¨® en tres ocasiones: Hait¨ª, Per¨² y Guatemala.
La interacci¨®n de la cambiante realidad con la reflexi¨®n te¨®rica constituye un elemento inspirador de la acci¨®n pr¨¢ctica. Pero forzar la realidad para hacerla coincidir con preconceptos conduce a peligrosos equ¨ªvocos y frustraciones. Es por ello que la OEA ha ido a la b¨²squeda de soluciones particulares para cada caso, ateni¨¦ndose a las circunstancias y las caracter¨ªsticas de cada pa¨ªs.
Nuestro prop¨®sito central en todos los episodios ha sido procurar la soluci¨®n c¨ªvica de los conflictos, dentro de normas constitucionales, mediante el di¨¢logo nacional y con participaci¨®n popular. Cada uno de estos aspectos fue tenido en cuenta y coadyuv¨® al proceso de soluci¨®n de la crisis. En Centroam¨¦rica nadie ignora que la OEA fue un instrumento relevante en el proceso de paz que se coron¨® con los acuerdos de Esquipulas y Sapoa.
Desde aquella instancia, a finales de la d¨¦cada pasada, hasta la actualidad prosigue su trabajo, cuando le es requerido, con programas ad hoc, como en el caso de Nicaragua. En ese pa¨ªs, una misi¨®n especial de la OEA, aceptada por todos los sectores de la sociedad, ampli¨® -recientemente- su ¨¢mbito de acci¨®n, en una reiteraci¨®n de confianza.
La OEA -como expresi¨®n del sentir de sus Estados miembros- continuar¨¢ contribuyendo, en casos de interrupci¨®n del orden constitucional, al establecimiento de escenarios favorables, promoviendo un clima apto para generar confianza entre partes en conflicto y as¨ª canalizar la voluntad democr¨¢tica de los pueblos.
La OEA ha estado presente, activa y visible, en los procesos de democratizaci¨®n de la regi¨®n, con observaciones electorales en decenas de pa¨ªses. Funcion¨® adem¨¢s, como garante de acuerdos de paz, brindando certezas en momentos de inseguridad.
Otras veces, silenciosamente, ha impedido que una situaci¨®n cr¨ªtica llegase a consolidarse, algo que tiene m¨¢s valor, aunque quiz¨¢ menos notoriedad, que constituirse en el art¨ªfice de la soluci¨®n de una crisis que podr¨ªa haberse evitado.
Los m¨¦todos usados, el di¨¢logo, la persuasi¨®n, la negociaci¨®n, son complemento insoslayable de una misma concepci¨®n democr¨¢tica, ¨²nica garant¨ªa de soluciones perdurables. La democracia representa, m¨¢s que un sistema de organizaci¨®n pol¨ªtica de la sociedad, una actitud mental y de esp¨ªritu, que admite la circunstancia de la derrota y no se envanece en la victoria.
El autoritarismo intelectual, incluso aquel que se esconde bajo mantos democr¨¢ticos, rechaza aquel comportamiento, menos a¨²n se atreve a captar la realidad de los hechos que cuestionan su "verdad" y lo colocan irremediablemente al margen de la historia.
es el secretario general de la OEA.
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