Una tragedia 'menor'
LA COMUNIDAD internacional se ha visto en los ¨²ltimos tiempos implicada en alg¨²n tipo de actuaci¨®n ante tres grandes conflictos nacionales: el conflicto balc¨¢nico, el caos hambriento de Etiop¨ªa y la intratable guerra civil de Ruanda. En el primero de los casos, la ONU, la OTAN y la Uni¨®n Europea se ven envueltas en diferentes tipos de intervenci¨®n y su presencia sobre el terreno, humanitaria y en alguna medida tambi¨¦n militar, es notable. Los resultados pr¨¢cticos pueden parecer in¨²tiles, meritorios o insuficientes, seg¨²n la ¨®ptica del observador, pero su amplitud es indiscutible.En el caso de Etiop¨ªa se desarroll¨® una gran operaci¨®n con profusi¨®n de c¨¢maras y acci¨®n casi cinematogr¨¢fica para lo que se presum¨ªa que ser¨ªa un paseo humanitario y escasamente militar. El puente a¨¦reo y el desembarco de las tropas de la ONU para salvar al pa¨ªs del hambre parec¨ªa en su momento una buena idea.
El tercer supuesto, negro-africano, lejano, estrat¨¦gicamente insignificante, pero velozmente cruento, es el de Ruanda. All¨ª las potencias relevantes, B¨¦lgica y Francia, se han limitado a repatriar a sus nacionales, y los centenares de soldados de la ONU que controlaban la observancia de anteriores acuerdos de alto el fuego han abandonado tambi¨¦n el pa¨ªs, desbordados por una guerra que no pod¨ªa ser la suya.
Desde que el 6 de abril de 1993 muriera en un accidente o atentado contra el avi¨®n en el que volaba el presidente de Ruanda, Juvenal Habarymena, han perecido no menos de 100.000 seres humanos en una ca¨®tica guerra civil que asuela un pa¨ªs de menos de cinco millones de habitantes. Una mortandad proporcionalmente superior a la de los Balcanes.
Ser¨ªa hip¨®crita y demag¨®gico llevarse las manos a la cabeza por la relativa indiferencia con que la comunidad occidental contempla c¨®mo se desangra Ruanda en esta nueva versi¨®n de la eterna incompatibilidad de sus dos grandes etnias, los mayoritarios hutus y la aristocr¨¢tica minor¨ªa de los tutsis.
No existe, ni encarnado por la ONU ni por nadie, un poder pol¨ªtico-militar que ejerza de aut¨¦ntico gendarme de la paz en el mundo. Seguramente ser¨ªa conveniente que existiera, pero har¨ªa falta un grado mucho mayor de acuerdo que el actual entre potencias mayores y menores para que esa fuerza fuera viable y efectiva en casos como ¨¦stos.
Por todo lo dicho, Ruanda debe recibir apoyo diplom¨¢tico internacional, obtener la ayuda humanitaria que requiere, pero tambi¨¦n la mediaci¨®n y presi¨®n necesarias sobre las partes para buscar una soluci¨®n estable que evite nuevas tragedias como la que ahora vive. La propuesta de la ONU de enviar una gran tropa internacional a Ruanda para acabar con las matanzas es una respuesta en este sentido.
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