La "madre" de la corrupci¨®n
ES DOCTRINA com¨²n, paladinamente admitida incluso por los responsables pol¨ªticos, que la financiaci¨®n de los partidos se ha convertido en "la madre de todas las corrupciones" que afligen al sistema democr¨¢tico. Pero del reconocimiento te¨®rico de un mal a la adopci¨®n de medidas capaces de erradicarlo va un buen trecho. El de la elaboraci¨®n de una nueva ley de partidos que aborde, entre otras cosas, un modelo de financiaci¨®n distinto del vigente no s¨®lo no se reduce, sino que se ampl¨ªa: Felipe Gonz¨¢lez incluy¨® esa medida en su prometedor y, de momento, in¨¦dito paquete sobre el impulso democr¨¢tico anunciado en las elecciones del 6 de junio pasado, pero despu¨¦s nadie ha o¨ªdo hablar de ella. Ni el PSOE ha mostrado inter¨¦s en debatir la cuesti¨®n ni el resto de los partidos ha urgido al PSOE a que cumpla lo que prometi¨®.La cuesti¨®n, sin embargo, puede ser reactivada en la comisi¨®n que acord¨® crear el Parlamento en el ¨²ltimo pleno sobre el estado de la naci¨®n para el estudio de la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos y la investigaci¨®n de los casos de corrupci¨®n relacionado! con la misma. Para el Gobierno y el PSOE -embarcados actualmente en una batalla anticorrupci¨®n en la que est¨¢ en juego su credibilidad-, la creaci¨®n de esa comisi¨®n y el esclarecimiento del caso Filesa -paralelamente al lento y complejo proceso judicial ya existente- es la prueba del 9 de la sinceridad de su empe?o. Para el resto de los partidos -la mayor¨ªa de los cuales lleva a cuestas su propio caso de corrupci¨®n- tambi¨¦n constituye un compromiso pol¨ªtico y una obligaci¨®n moral no poner reparo alguno a una clarificaci¨®n en toda regla de sus fuentes de financiaci¨®n. Esa comisi¨®n no s¨®lo debe establecer y diferenciar responsabilidades pol¨ªticas e indiciariamente delictivas, si las hubiere, sino articular las bases de un nuevo modelo de financiaci¨®n que ponga remedio a las deficiencias del actual.
El impacto que han producido en la opini¨®n p¨²blica esc¨¢ndalos como el de Filesa o Naseiro ha obligado a los partidos pol¨ªticos a hacer alg¨²n gesto de austeridad en sus gastos y a avanzar propuestas de reforma del sistema de financiaci¨®n. Meros gestos son la reducci¨®n del periodo oficial de las campa?as electorales y la imposici¨®n de topes en los gastos si luego los partidos burlan esas limitaciones con campanas particulares que se adelantan semanas o meses a la oficial. Lo cual demuestra que, si bien son necesarias reformas legales, lo que se echa en falta, sobre todo, son pautas de comportamiento basadas en la transparencia y en la responsabilidad. Que esas pautas brillan por su ausencia lo pone de manifiesto nuevamente el desaforado uso que los partidos hacen del mailing -env¨ªo por correo de propaganda electoral- desde que su financiaci¨®n corre a cargo del erario p¨²blico.
Ha sido precisamente la insaciabilidad de los partidos -la propensi¨®n al gasto por la facilidad en los ingresos- el factor que m¨¢s ha contribuido a desacreditar en estos a?os el modelo de financiaci¨®n p¨²blica de sus actividades. Que los fondos p¨²blicos han sido concebidos como un pozo sin fondo y han propiciado una din¨¢mica de crecimiento ilimitado del gasto lo demuestra la cuant¨ªa de los destinados a su financiaci¨®n: 15.000 millones de pesetas en 1994 y unos 100.000 millones en el periodo democr¨¢tico. Pero la generosa contribuci¨®n del ciudadano al sostenimiento de los partidos no ha impedido que todos sigan endeud¨¢ndose f¨¢cil y cuantiosamente con bancos y entidades financieras (unos 30.000 millones de pesetas en la actualidad) y que algunos monten su particulares redes de financiaci¨®n irregular e incluso delictiva.
Salta a la vista el car¨¢cter profundamente inmoral de esta situaci¨®n y el riesgo potencialmente subversivo que representa para el sistema democr¨¢tico si los partidos pol¨ªticos no se deciden a corregirla cuanto antes. Lo menos que se les puede pedir, si persisten en exigir la ayuda financiera del contribuyente, es una gesti¨®n transparente de esa ayuda, un serio compromiso de reducir gastos y de evitar despilfarros, y, obviamente, su rechazo firme a cualquier tentaci¨®n de convertirse ellos mismos en focos de corrupci¨®n y de envilecimiento de la vida p¨²blica mediante la extorsi¨®n econ¨®mica y la comisi¨®n ilegal.
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