An¨¢lisis de una crisis
En tiempos de confusi¨®n son deseables las visiones de conjunto, las s¨ªntesis que explican causas y ofrecen remedios. Si el lector busca algo de eso en el presente art¨ªculo, no siga leyendo. Me conformo con una aproximaci¨®n anal¨ªtica aun a costa de un censurable fraccionamiento de la realidad, porque cuando ¨¦sta cambia de un d¨ªa para otro se tiene la sensaci¨®n de que no est¨¢n echadas todas las cartas sobre la mesa. El mundo es la totalidad de los hechos, se compone de y se divide en hechos, pero no conocemos todos los hechos. Por lo que sabemos, intuimos y tememos quiz¨¢ valgan de algo estas 10 proposiciones, algunas de ellas formuladas con el dubitativo signo de la interrogaci¨®n.1. Si un mal es general, generales son sus causas. Quiz¨¢ las m¨¢s profundas de los muy graves males que ahora se descubren hayan sido estas dos: el olvido, rayano en desprecio, de la austeridad y la infravaloraci¨®n de la funci¨®n preventiva del derecho. En momentos de euforia econ¨®mica se volvi¨® a poner de moda el grito de Guizot en la Francia de 1830 -"enriqueceos"-, algunos creyeron que val¨ªa no s¨®lo para la sociedad civil, sino tambi¨¦n para la esfera de los poderes p¨²blicos y nadie predic¨® el elogio de la austeridad, del sentido del deber como virtud c¨ªvica y de la necesaria acomodaci¨®n de la vida privada a las exigencias del cargo p¨²blico, nunca a la inversa. Al mismo tiempo se perdi¨® sensibilidad respecto a la importancia preventiva de los controles jur¨ªdicos, y se enfatiz¨® el valor de la eficacia r¨¢pida e inmediata, al margen o en contra de unos despectivamente denominados "f¨®rmalismos legales". En un libro de la profesora argentina Hebe Leonardi leo hoy esta breve sentencia: "La falta de escr¨²pulos es hija del desd¨¦n por lo jur¨ªdico", desd¨¦n hay que a?adir que, en un Estado de derecho, trae siempre graves consecuencias.
2. Es hip¨®crita la dicotom¨ªa entre sociedad civil sana y poder pol¨ªtico corrupto, en primer lugar porque la corrupci¨®n se instala en la coincidencia de los mas viles y encanallados elementos de una y otro, y en segundo porque ni aqu¨¦lla es del todo inocente ni todo el poder p¨²blico est¨¢ en manos de corruptos. Hay llamas purificadoras que pueden provocar incendios que todo lo queman: cuidado con tales pir¨®manos.
3. Entre un ciudadano corruptor y un pol¨ªtico corrompido es mucho m¨¢s grave la responsabilidad del segundo. Por ¨¦l se debe romper el c¨ªrculo infernal, porque en ¨¦l deposita su confianza, en un r¨¦gimen democr¨¢tico, el ciudadano medio. El hombre p¨²blico ha de ser ejemplar, y quien no lo es deja en evidencia a quien lo nombr¨® para el cargo de que se trate.
4. El pol¨ªtico es responsable por omisiones o negligencias cometidas in eligendo o in vigilando. En democracia no es s¨®lo penalmente culpable el autor, sino que tambi¨¦n es pol¨ªticamente responsable quien confi¨® en ¨¦l, quien pudiendo y debiendo vigilarlo no lo vigil¨® y quien debiendo retenerlo permiti¨® conscientemente o hizo posible inconscientemente su encubrimiento o su huida. De ah¨ª la necesidad de depuraci¨®n de responsabilidades por dimisi¨®n o por destituci¨®n.
5. Es penosa y es injusta, porque es falsa, la acusaci¨®n universal. Cuesta decir las cosas contracorriente, pero hay que afirmar que la inmensa mayor¨ªa de los pol¨ªticos son honestos, que el encanallamiento de los corruptos no puede trasladarse a nadie m¨¢s que a ellos, que son muchos los pol¨ªticos que han actuado y siguen actuando por generosidad y no por ¨¢nimo de lucro, y que los partidos pol¨ªticos, indispensables en un Estado de nuestro tiempo, no son semillero de delincuentes, aunque deben constituir el primer filtro para rechazar a quienes se acerquen al poder con esp¨ªritu venal. Quienes ni tenemos cargos ni militamos en partidos, pero tenemos alguna experiencia, estamos obligados a decir esta verdad, aplicable, expresa y no exclusivamente, al Gobierno y a su partido.
6. Se ha levantado la veda del corrupto, pero tambi¨¦n la caza tiene sus leyes. No todo vale. La eficacia y aun la severidad deben ser compatibles con el respeto y no lo son con el af¨¢n de humillar y vilipendiar a nadie. No quisiera volver a contemplar a ning¨²n hombre como objeto pasivo de lo que la Constituci¨®n denomina, para prohibirlos, "tratos inhumanos o degradantes". El silencio de ayer no se compensa con las vejaciones de hoy. Tambi¨¦n los delincuentes tienen derechos fundamentales. Algunos incluso se han inventado para ellos.
7. Soplan vientos de dejaci¨®n. Estamos en el pa¨ªs de la Inquisici¨®n, cuya larga y t¨¦trica historia enterr¨® entre nosotros la semilla de la delaci¨®n social cobarde y venal, vengativa y an¨®nima, pronta a rebrotar en cualquier tard¨ªa primavera con el viento a favor. Cuidado, porque el c¨®mplice convertido en acusador apenas oculto puede dirigir sus dardos. contra pecadores y contra justos. Un ejemplo el hecho de que un gobernador del Banco de Espa?a hiciera lo que hiciese ?autoriza a poner en marcha un dantesco teatro de falsas similitudes?
8. ?Es cierta la afirmaci¨®n de que si una situaci¨®n puede empeorar, empeorar¨¢? Creo que s¨ª, si se la deja abandonada a su inercia. Para frenar y despu¨¦s remontar, quiz¨¢, la ca¨ªda, no s¨®lo en beneficio de un Gobierno y de un partido, sino del pa¨ªs y de su sistema pol¨ªtico, hay que esforzarse por merecer y recobrar la confianza.
9. Si de confianza se trata ?por qu¨¦ no plantear en el Parlamento la moci¨®n as¨ª llamada? En tiempos de crisis son necesarias palabras, gestos y hechos. Ha habido comparecencias y dimisiones, es decir, palabras y gestos. Los hechos deben ser de naturaleza pol¨ªtica, han de llevarse a cabo en el Parlamento, escenario natural de la representaci¨®n democr¨¢tica, y es l¨®gico que tengan como protagonista al presidente del Gobierno. Algunos espectadores y no pocos actores le piden, que disuelva las Cortes, otros que dimita, algunos que remodele el Gobierno. La Constituci¨®n impone un plazo de un a?o para poder disolver las Cortes despu¨¦s de la anterior disoluci¨®n. No es un plazo procesal, sino una garant¨ªa de estabilidad. En nombre de ¨¦sta, habida cuenta de que hay convocadas elecciones europeas y auton¨®micas en Andaluc¨ªa y, sobre todo, dado que la Constituci¨®n contiene otras posibilidades, es razonable y prudente no acudir a la disoluci¨®n al d¨ªa siguiente del cumplimiento del plazo del art¨ªculo 115.3.
Que dimita el actual presidente del Gobierno no es aconsejable porque ni es f¨¢cil encontrar en su partido otro candidato que ganara la necesaria moci¨®n de investidura, ni parece que otro grupo parlamentario est¨¦ dispuesto a ofrecer un candidato que contara con su propio apoyo y con el del PSOE, ni tal hip¨®tesis ser¨ªa f¨¢cilmente admisible un a?o despu¨¦s del resultado del 6 de junio, ni, finalmente, se puede atribuir al actual presidente la funci¨®n de designar a su sucesor, pues, en el sistema de nuestra Monarqu¨ªa parlamentaria, ser¨ªa el Rey quien nombrara el candidato con obligaci¨®n para ¨¦ste de someterse a una investidura de resultados hoy por hoy inciertos. Es de suponer que estos c¨¢lculos elementales, que no son hijos ni de la astucia ni del cinismo, sino del an¨¢lisis de la realidad en la que tambi¨¦n cuentan los otros, hayan llevado a Felipe Gonz¨¢lez a desechar, yo creo que con acierto, la hip¨®tesis de una dimisi¨®n que le piden precisamente quienes ser¨ªan beneficiarios de la misma.
Ni disolver ni dimitir: ?acaso remodelar m¨¢s all¨¢ de lo exigido por las dimisiones de dos ministros? Quiz¨¢ hubiera sido buena f¨®rmula remodelar a fondo para dar entrada a ministros de CiU y del PNV y, despu¨¦s, presentar la moci¨®n de confianza, pero lo que no se
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Viene de la p¨¢gina anteriorpudo conseguir en el verano de 1993 ?c¨®mo iba a lograrse en la primavera de 1994? Aun as¨ª, ?tiene sentido la moci¨®n de confianza?
10. Si tienes un aliado pol¨ªtico pide a los dioses que su calendario electoral coincida con el tuyo. No es cierto que una moci¨®n de confianza haya de plantearse cuando se dude si la mayor¨ªa simple de los diputados la van a respaldar con sus votos. Lo l¨®gico es presentarla cuando interese revalidar o actualizar la legitimidad de un todav¨ªa reciente respaldo electoral con un apoyo parlamentario presente y s¨®lido, siempre que se est¨¦ seguro de que tal apoyo va a producirse. No se le puede pedir a un presidente del Gobierno que, cuando la oposici¨®n no se arriesga a interponer una moci¨®n de censura porque teme perderla y prefiere la estrategia de la espera y el desgaste, tome ¨¦l la iniciativa de someterse a una moci¨®n de confianza si no tiene la certeza del voto de sus aliados. Anunciada la comparencia en el Congreso del presidente del Gobierno, lo l¨®gico ser¨ªa que quien va a escuchar muy severas cr¨ªticas ofreciera como soluci¨®n no s¨®lo explicaciones autocr¨ªticas, sino adem¨¢s una "declaraci¨®n pol¨ªtica general" para un futuro inmediato, con el compromiso de cumplirla respaldado con el voto (CiU) o al menos la abstenci¨®n (PNV) de otros grupos parlamentarios. Si no se presenta la moci¨®n de confianza ?no ser¨¢ porque nacionalistas catalanes y vascos anteponen el calendario de las pr¨®ximas confrontaciones electorales auton¨®micas, en las que tendr¨¢n que enfrentarse con el PSOE, y comienzan ya a distanciarse: de ¨¦l matizando y mitigando su apoyo parlamentario?
Estas 10 proposiciones no se encierran en dos porque no son un dec¨¢logo, porque son anal¨ªticas y no sistem¨¢ticas y porque pueden ser unas verdaderas y otras falsas. Deseo con sincera vehemencia que la ¨²ltima y su desarrollo sean err¨®neos, y espero que el sentido del Estado de ambas formaciones pol¨ªticas nacionalistas y de sus l¨ªderes les induzca a aceptar un grado de compromiso mayor que la neutralidad consistente en no votar a . favor ni de una moci¨®n de censura ni de otra de confianza, aunque en declaraciones intra o extraparlamentarias graduasen proximidades y distanciamientos. Ahora que ha llegado el momento de decidir hay que implicarse en la gobernabilidad del Estado con hechos que respondan m¨¢s a la dial¨¦ctica de lo general que a la de lo particular.
es catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y ex presidente del Tribunal Constitucional.
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