Desintegraci¨®n a dos voces
Kravchuk y Yeltsin cuentan su versi¨®n de c¨®mo se decidi¨® el final de la URSS
Dos testigos, dos versiones: el presidente de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, y su hom¨®logo de Ucrania, Leonid Kravchuk, dos de los tres dirigentes eslavos que sellaron el fin de la Uni¨®n Sovi¨¦tica el 8 de diciembre de 1991 en Bielorrusia, recuerdan de forma diferente y a veces contradictoria los hist¨®ricos sucesos que protagonizaron en un pabell¨®n de caza de la ¨¦lite sovi¨¦tica en el bosque de bisontes de Bielovezhskaia.As¨ª lo revelan, por una parte, las memorias de Yeltsin -Notas de un presidente- y, por otra, varias pormenorizadas entrevistas con Leonid Kravchuk que est¨¢ publicando el peri¨®dico Kievski Vedomosti, de Kiev. Las memorias de Yeltsin acaban de aparecer en Rusia en una lujosa versi¨®n que alg¨²n comentarista local ha comparado a La peque?a tierra, un relato autobiogr¨¢fico de Leonid Breznev, en clave de autobombo, que fue lectura obligada en las escuelas.
Yeltsin y Kravchuk son pol¨ªticos en activo, y sus relatos encajan en las respectivas coyunturas de los autores. Yeltsin, a quien los sectores nacionalistas reprochan la desintegraci¨®n de la URSS, explica la inevitabilidad del proceso que medi¨® desde el intento de golpe de Estado de agosto de 1991 a la desintegraci¨®n formal de la URSS cuatro meses despu¨¦s: "El centro personificado por Gorbachov estaba totalmente desmoralizado. Hab¨ªa perdido el cr¨¦dito de confianza en los Estados nacionales que renac¨ªan. Hab¨ªa que hacer algo", se?ala. "Me parec¨ªa entonces que el acuerdo de Bielovezhskaia era necesario; en primer lugar, para reforzar la tendencia centr¨ªpeta en la Uni¨®n que se desintegraba, y para estimular el proceso de acuerdo". "La CEI era en aquel momento la ¨²nica posibilidad de conservar un espacio geopol¨ªtico ¨²nico", asegura Yeltsin, que dice haber acudido a la cumbre eslava con la convicci¨®n de que los recursos del entonces presidente de la URSS, Mija¨ªl Gorbachov, estaban agotados.
Yeltsin, que describe con gran elocuencia su papel frente a los golpistas en agosto, liquida parcamente la cumbre de Bielorrusia. "Mirando los rostros exteriormente tranquilos, pero muy tensos, incluso excitados, de Kravchuk y [Stanislav] Shushkevich [el l¨ªder de Bielorusia], yo comprend¨ªa que ¨ªbamos en serio y que, tal vez, dej¨¢bamos marchar para siempre a Ucrania y a Bielorrusia, otorg¨¢ndoles el mismo rango que a Rusia en el texto del tratado", se?ala Yeltsin.
Para Kravchuk, orgulloso de pasar a la historia como padre de la independencia de Ucrania, la cumbre de Bielovezhskaia fue la oportunidad ¨²nica de lograr el reconocimiento de Ucrania como Estado aut¨®nomo, y al llegar a ella "ni siquiera pensaba" que acabar¨ªa con la aprobaci¨®n de un documento concreto.
En la cumbre de Bielovezheskaia, los documentos que pusieron fin a la URSS fueron elaborados conjuntamente, relata Yeltsin. El presidente ruso no menciona el documento que Kravchuk asegura haber llevado (escrito a mano para evitar filtraciones) desde Kiev, ni las diferentes variantes que la delegaci¨®n rusa ten¨ªa en reserva para afrontar las distintas situaciones que pudieran producirse.
En una conversaci¨®n con esta corresponsal, Kravchuk confirm¨® que la diferencia b¨¢sica entre su documento y la posici¨®n inicial de Yeltsin era la idea del Estado, ya que mientras Kravchuk pensaba ya en un Estado ucranio independiente, Yeltsin part¨ªa de la idea de un Estado ¨²nico fiara todos, y, defend¨ªa la firma del Tratado de la Uni¨®n entre las rep¨²blicas integrantes de la URSS en l¨ªnea con la posici¨®n que Gorbachov le hab¨ªa encargado transmitir a Kravchuk. Sin embargo, Yeltsin ten¨ªa preparada una alternativa para el caso de que su hom¨®logo ucranio no aceptara su primera posici¨®n.
"Yeltsin ve¨ªa que el Estado sovi¨¦tico se cuarteaba y que conservarlo no era f¨¢cil, porque estaban en marcha grandes procesos, pero entend¨ªa que si Ucrania y Bielorrusia estaban de acuerdo en un Estado sovi¨¦tico, entonces ¨¦ste seguir¨ªa existiendo, y si no, no". El, argumento definitivo para convencer al l¨ªder ruso fueron los resultados del refer¨¦ndum celebrado en Ucrania el 1 de diciembre, en el que un 91% de los ciudadanos se pronunci¨® a favor de la independencia. Seg¨²n Kravchuk, la ¨²nica diferencia entre el modelo de Gorbachov y el modelo de Yeltsin sobre el destino de la URSS consist¨ªa en que "sobre los dirigentes de las rep¨²blicas soberanas no deb¨ªa haber un jefe de la Uni¨®n". Si Yeltsin manten¨ªa la posici¨®n de Gorbachov. se?al¨® Kravchuk, a Ucrania "le hubiera sido cien veces m¨¢s dif¨ªcil conseguir su independencia".
En la cumbre de Bielorrusia, Rusia estuvo a favor de una "frontera com¨²n" de los pa¨ªses participantes y "no surgieron reivindicaciones territoriales en el interior de la comunidad" ni se trat¨®, por tanto, el tema de Crimea. Cuando el documento estuvo listo, hab¨ªa que informar a Gorbachov de la decisi¨®n adoptada, "pero nadie ard¨ªa en deseos de hablar con ¨¦l". "Yeltsin tuvo la idea de informar a Bush [el presidente norteamericano] de nuestro encuentro. Por si acaso. Sin dirigirse a nadie en concreto, Yeltsin dijo: 'Yo, con Gorbachov hoy no hablo".
Kravchuk consigui¨® convencer a Shushkevich de que, como anfitri¨®n de la cumbre, le correspond¨ªa a ¨¦l hablar con Gorbachov, y el dirigente bielorruso llam¨® por tel¨¦fono al presidente de la URSS. Tras la conversaci¨®n, "comprendimos que la cosa pod¨ªa adquirir un rumbo no deseado", se?ala Kravchuk aludiendo a la posibilidad de que Gorbachov usara la fuerza. Entonces, Yeltsin pidi¨® que le conectaran con el ministro de Defensa de la URSS, Evgu¨¦ni Sh¨¢poshnikov, con quien ten¨ªa buenas relaciones, y consigui¨® su apoyo. A pesar de ello, "a¨²n sent¨ªamos que la legitimidad del documento adoptado no era suficiente", afirma Kravchuk. Fue entonces cuando decidieron llamar al dirigente de Kazajst¨¢n, Nursult¨¢n Nazarb¨¢iev, que en aquel momento volaba de Alm¨¢ At¨¢ a Mosc¨² para reunirse con Gorbachov.
Kravchuk asegura que simplemente se hab¨ªan olvidado de ¨¦l al planear la cumbre, y Yeltsin afirma que pensaron en desviar el avi¨®n que transportaba a Nazarb¨¢iev y que el control a¨¦reo del aeropuerto de autoridades de Vnukovo les prohibi¨® comunicarse con ¨¦l. Seg¨²n Yeltsin, Nazarb¨¢iev quiso ir a Minsk, pero fue seducido por Gorbachov en Mosc¨². Pero, seg¨²n Kravchuk, se enfad¨® por no haber sido avisado previamente.
Los presidentes de las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas trataron sobre las condiciones de la jubilaci¨®n de Gorbachov como jefe de Estado el 21 de diciembre en Alm¨¢ At¨¢. Seg¨²n Yeltsin, "muchos" de aquellos l¨ªderes quer¨ªan privar al ex presidente de todo, dejarle la pensi¨®n de un jubilado corriente. "Yo prefer¨ªa crear un precedente de jubilaci¨®n digna de un jefe del Estado sin atm¨®sfera de esc¨¢n,dalo", asegura. Yeltsin se defiende de los reproches de falta de delicadeza con Gorbachov cuando le sustituy¨® en el Kremlin. alegando haberle dado una semana para recoger sus cosas. Kravchuk acepta mejor que Yeltsin la crudeza de las relaciones en Rusia. "No tenemos una alta cultura pol¨ªtica, nuestra etiqueta est¨¢ lejos de las normas internacionales generalmente aceptadas. Todo es l¨®gico, no hay que asombrarse". "No estaba la cosa para despedidas", sentencia.
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