Nueva version de un cl¨¢sico

Perseguido por el Comit¨¦ de Actividades Antinorteamericanas, el realizador Jules Dassin decide exiliarse en Europa. Primero trabaja en Francia y luego acaba en Grecia, casado con la recientemente fallecida actriz y ex ministra de cultura Melina Mercuri, pero antes rueda en el Reino Unido su obra maestra Noches en la ciudad (1949), pel¨ªcula clave del cine negro.Interesado por las consecuencias de las actuaciones del Comit¨¦ de Actividades Antinorteamericanas, tema al que Irwin Winkler dedica su primera pel¨ªcula como director, Caza de brujas (1991), 44 a?os despu¨¦s de hacer Dassin Noches en la ciudad, Winkler ha rodado en Nueva York una nueva e irregular versi¨®n de un cl¨¢sico.

A pesar de los muchos a?os y circunstancias que las separan, ambas versiones se parecen mucho, cuentan una misma historia, el final del perdedor Harry Fabien, pero existen notables diferencias entre una y otra. El gui¨®n de La noche y la ciudad, original de Richard Price, sigue muy de cerca al de Noches en la ciudad, firmado por Jo Eisinger, pero supera al original por la simple y bien desarrollada idea de fundir los dos personajes femeninos en uno.

Sin embargo, el trabajo de direcci¨®n de Irwin Winkler, un buen productor que al cabo de los a?os ha decidido pasarse a la realizaci¨®n, es inferior al de Jules Dassin. La realizaci¨®n de Winkler no est¨¢ a la altura del magn¨ªfico gui¨®n que tiene entre manos, la pel¨ªcula tiene repetidos baches de ritmo, algunas escenas son demasiado largas y no sabe controlar a los actores.

En esta historia de perdedores, ambientada en la jungla neoyorquina de los bares y el boxeo, brilla con luz propia Jessica Lange. Est¨¢ espl¨¦ndida en el papel de la mujer que quiere apartarse de su marido para emprender una nueva vida con otro hombre, gracias al apoyo econ¨®mico de sus ahorros. Sin embargo, Robert de Niro queda muy por debajo de sus posibilidades en el papel de Harry Fabian, que en la primera versi¨®n bordaba Richar Widmark. Resulta excesivo, lleno de tics y con demasiados gestos, y nada le favorece un doblaje rutinario, hecho deprisa y corriendo, al encamar al abogado que un buen d¨ªa decide convertirse en promotor de boxeo.