Para todos los gustos
El rasgo que m¨¢s destacan los analistas que han escrito estos d¨ªas sobre el futuro presidente federal alem¨¢n, Roman Herzog, de 60 a?os, es su ambivalencia. Herzog no encaja del todo en ninguna casilla. Puede servir para cualquier definici¨®n, a gusto del consumidor, seg¨²n el trozo de su biograf¨ªa que se tome.Para unos, Herzog resulta un conservador que no podr¨¢ integrar a la sociedad desde la posici¨®n de un presidente federal,. que debe estar m¨¢s all¨¢ del bien y del mal de la pol¨ªtica partidista. Otros destacan sus posiciones liberales en recientes sentencias del Tribunal Federal Constitucional, que preside. Ni siquiera se ponen de acuerdo los que han trazado perfiles de su personalidad. Unos le presentan lleno de humor, siempre dispuesto al chiste o comentario ir¨®nico, mientras otros le consideran seco y distante.
Casado con su novia de toda la vida, una profesora, Herzog naci¨® el 5 de abril de 1934 en Lnadshut, Baja Baviera. De religi¨®n protestante, tiene dos hijos varones, uno abogado y otro ingeniero, y procede de una familia modesta. Alumno ejemplar; cuentan que se sentaba en la primera fila para que no le copiaran sus compa?eros.
Estudi¨® Derecho e inici¨® una carrera acad¨¦mica en la Universidad de M¨²nich como ayudante del catedr¨¢tico Theodor Maunz, jurista que se distingui¨® por su apoyo al nazismo y sus leyes racistas con sus comentarios antisemitas. Para Herzog, Maunz se hab¨ªa arrepentido de su pasado nazi y era un dem¨®crata aut¨¦ntico. No se enter¨® de que Maunz era un incorregible que hasta su muerte mantuvo contactos, con los neonazis. Herzog incluso escribi¨® junto con su maestro un libro de comentarios sobre la nueva Constituci¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Consigui¨® una c¨¢tedra en el Berl¨ªn de finales de los sesenta, cuando el movimiento estudiantil se lanz¨® a, la calle para "ser razonable y exigir lo imposible". Se sum¨® esos d¨ªas a los profesores de derecha que fundaron una asociaci¨®n para salvar a la Universidad Libre de Berl¨ªn. El salto a la pol¨ªtica lo dio favorecido por el entonces presidente de Renania-Palatinado, Helmut Kolh, quien le nombr¨® representante de ese Estado federado en Bonn.
De Bonn salt¨® al Gobierno del Estado de Baden-W¨¹rtemberg, a las ¨®rdenes de uno de los personajes m¨¢s execrables de la reciente historia alemana, el democristiano Hans Filbinger, que particip¨® en la ejecuci¨®n de un marino que desert¨® siete d¨ªas antes de concluir la II Guerra Mundial, levant¨® acta y luego no se acordaba de ello. Herzog fue su ministro de Educaci¨®n y luego, cuando Filbinger dimiti¨®, devorado por su siniestro pasado, pas¨® al Ministerio del Interior.
De esta fase de su carrera viene su fama de conservador empedernido. Fue precusor en el empleo de gases especiales contra los manifestantes contra los euromisiles de la OTAN, y tuvo la idea de hacer pagar de su bolsillo a los responsables de las manifestaciones los gastos originados por las mismas.
Desde el Ejecutivo en Baden-W¨¹rtemberg, Herzog salt¨®, en diciembre de 1983, al Tribunal Federal Constitucional, y casi cuatro a?os despu¨¦s lleg¨® a la presidencia del m¨¢ximo organismo del poder judicial en Alemania. Las sentencias le dieron fama de liberal y provocaron comentarios negativos de uno de los dinosaurios del conservadurismo, Karl Fromme, del Frankfurter Allemaigne, quien lo considera poco fiable. Para los ultraconservadores, ha cambiado de chaqueta para acomodarse a los tiempos.
En una reciente entrevista con el semanario Focus, Herzog desencaden¨® una nueva pol¨¦mica con sus declaraciones contra la doble nacionalidad para los extranjeros residentes desde hace mucho tiempo en Alemania. Seg¨²n Herzog, hay que ofrecerles la posibilidad de lograr la nacionalidad y darles un tiempo generoso para que escojan. Y a?adi¨®: "Si se deciden contra la nacionalidad alemana, deber¨ªa dec¨ªrseles: esperamos de vosotros el retorno al pa¨ªs que evidentemente consider¨¢is vuestra patria. Ante esta situaci¨®n estuvieron tambi¨¦n los alemanes o polacos que emigraron a EE UU". Estas declaraciones le valieron cr¨ªticas y acusaciones de antiextranjero, y algunos diputados liberales aseguraron que, por ello, no le votar¨ªan para presidente.
Herzog considera que el cargo de presidente no le obliga a guardar castidad pol¨ªtica "como si fuese una virgen vieja". Considera que el actual presidente, Richard von Weizs¨¢cker, le ha dejado muy alto el list¨®n. Los que le conocen bien aseguran que Herzog no ser¨¢ un presidente c¨®modo, y el mismo canciller Helmut Kohl, si sigue en el poder despu¨¦s de las elecciones del 16 de octubre, no lo tendr¨ªa f¨¢cil con. el correligionario cuya carrera impuls¨®.
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