A la espera de la cuarta libertad
La pr¨®xima legislatura permitir¨¢ a los nuevos eurodiputados mantener lo que ya es una rancia tradici¨®n: exigir que se aplique por fin la libre circulaci¨®n de personas en el territorio de la Uni¨®n Europea (EU). El mercado interior, el gran mercado europeo, se basa en las llamadas cuatro libertades: libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas, servicios, capitales... y personas. Si las tres primeras van abri¨¦ndose paso a pesar de la crisis, la cuarta sigue enfangada sea por las carencias de la inform¨¢tica europea, sea por la falta de voluntad de algunos pa¨ªses.Ni la entrada en vigor del Acta ¨²nica el 1 de enero de 1993, ni la traum¨¢tica sanci¨®n del Tratado de la Uni¨®n, el 1 de noviembre de ese mismo a?o, han permitido que se cumpla uno de los s¨ªmbolos de la integraci¨®n europea m¨¢s pr¨®ximos al elector: el libre tr¨¢nsito de los ciudadanos entre los Estados miembros, un objetivo reducido a una cita siempre pendiente.
El mercado interior s¨ª se ha beneficiado, en cambio, de las otras tres libertades. La libre circulaci¨®n de servicios y mercanc¨ªas va paulatinamente en aumento, a pesar de que la recesi¨®n no ha permitido que la ca¨ªda de fronteras derivara en una explosi¨®n de intercambios comerciales, y la libre circulaci¨®n de capitales ha dejado su huella con la cicatriz, apenas supurada, de las tormentas monetarias que sacudieron los mercados europeos en 1992 y 1993 y que acabaron por vaciar de contenido el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME).
El Reino Unido, Irlanda y Dinamarca no quieren saber casi nada de libre circulaci¨®n de personas. Aunque aceptan el concepto te¨®rico, en la pr¨¢ctica lo rechazan argumentando que s¨®lo los ciudadanos de la Uni¨®n tienen derecho a traspasar sus fronteras sin identificarse. Pero, ?c¨®mo se distingue a un ciudadano de la Uni¨®n de un individuo extracomunitario? Pidi¨¦ndoles a todos que se identifiquen. Una forma de no practicar la teor¨ªa.
El resto de pa¨ªses miembros se dicen enfrascados en conseguir practicar esa teor¨ªa. Agrupados en el llamado Grupo de Schengen, intentan en vano desde el 1 de enero de 1993 derrumbar sus fronteras. Despu¨¦s de cuatro aplazamientos sucesivos, ya no hay fecha oficial para el fin de los controles fronterizos y las empresas responsables de ultimar la red inform¨¢tica que permitir¨¢ eliminar las garitas policiales en aeropuertos, carreteras y puertos han aplazado esta tarea al menos hasta enero de 1995, y eso s¨®lo en siete pa¨ªses: Alemania, Francia, Espa?a, Portugal, Holanda, B¨¦lgica y Luxemburgo. Italia y Grecia a¨²n deber¨¢n hacer m¨¢s progresos.
Las carencias del Sistema Inform¨¢tico Schengen (SIS) es el caparaz¨®n que permite a Europa justificar el mantenimiento de los controles. Detr¨¢s del SIS se esconden cuestiones de fondo, como la falta de voluntad pol¨ªtica de algunos pa¨ªses. El cambio de rumbo en Francia, con el triunfo de los conservadores, ha sido uno de los principales obst¨¢culos para la libre circulaci¨®n de personas. Poniendo obst¨¢culos, el Gobierno de ?douard Balladur quiere lanzar un mensaje tranquilizador a sus electores m¨¢s reacios a compartir con los inmigrantes las pocas oportunidades laborales que se presentan en estos tiempos de recesi¨®n.
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