Vigilia dolom¨ªtica
Peque?os escarceos entre los grandes permiten una fuga modesta
"Nosotros hemos ido con la lengua fuera; Miguel, tranquilo". Bruno Cenghialta, uno de los gregarios de lujo del l¨ªder Ber¨¢n, no escond¨ªa su asombro. "Intentando cansar a Indur¨¢in la v¨ªspera de la monta?a, los ¨²nicos que nos cansamos somos nosotros". Indur¨¢in estaba de acuerdo: "El Gewiss nos ha llevado c¨®modos en una etapa que se ha corrido con un ritmo fort¨ªsirno".La vigilia dolom¨ªtica supuso, como todas las v¨ªsperas de d¨ªas importantes en este Giro, una ruptura con la tradici¨®n que exige ahorro de fuerzas ante los d¨ªas porvenir. Es el Gewiss el equipo que quiere que el Giro se interprete cada d¨ªa seg¨²n la partitura escrita por ellos. Y ese protagonisino puede tener su precio. La etapa que llevaba de Eslovenia a Austria llamaba a la meditaci¨®n Y, con m¨¢s raz¨®n, una vez eliminado el puerto de primera. Pero al aplanarse e1perfil se quit¨® el miedo de una oncena de hombres que abrieron hueco pronto. Esto ven¨ªa de perlas a los gran des, que podr¨ªan, tranquilos, dedicarse a sus cosas. Argentin hizo un ejercicio de tanteo. Aceler¨® y cort¨® el grupo importante Pero viendo que Indur¨¢in les segu¨ªa sin aparentes dificultades, desirsti¨®. Por delante, Bartoli fue el m¨¢s fuerte y listo: viendo que el ritmo del colectivo fugado no daba para mucho, se fue y gan¨®.
A tiro de pedrada
La estrella del fin de semana dolom¨ªtico se llama Mortirolo, un puerto que con s¨®lo dos ascensiones en la historia del Giro se ha convertido ya en un mito. Tiene porcentajes, coeficientes y curvas de herradura al 14%. Cuando se sube el Stelvio flanqueado por muros de nieve apelmazada esperando el deshielo apenas hay tiempo ni espacio para dedicar algo del pensamiento a las t¨¢cticas, a los ataques o a la mera resistencia. S¨®lo hay hueco para la desesperaci¨®n. "Le ten¨ªa ah¨ª mismo. Pensaba: con una pedrada le dejo seco. Estaba a tiro", comenta Marino Lejarreta de su duelo con Chioccioli en las pendientes del Mortirolo en el Giro de 1991. "Y sin embargo, no pod¨ªa. Estaba clavado. Desesperado. Las pedaladas s¨®lo me serv¨ªan para no irme para. atr¨¢s. Fue un sufrimiento interminable. Es el puerto m¨¢s duro que he subido nunca". Lejarreta perdi¨® m¨¢s de siete minutos.
Pero el Mortirolo es el domingo y no llega solo. Antes, hoy mismo, el primer contacto con puertos de m¨¢s de 2.000 metros, aquellos en los que el ox¨ªgeno es s¨®lo una necesidad. 40 kil¨®metros de la etapa de hoy ser¨¢n de ascensi¨®n puntuable y nada despreciable. Hay un pero: los puertos m¨¢s fuertes se encuentran lejos de la meta. El hombre fuerte, el que llegue a la cima con alguna reserva, no utilizar¨¢ s¨®lo el descenso para recuperarse, sino para vaciarse, y al borde del abismo lograr la diferencia definitiva. Y un Indur¨¢in en forma se ha mostrado como el ciclista que mejor sabe bajar. Sus kilos le tendr¨ªan que dar alguna ventaja.
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