Viaje por la pobreza en Cuba
Los pueblos y ciudades de la isla caribefia sufren la peor. crisis del r¨¦gimen de Fidel Castro
Viajar por Cuba es un ejercicio doloroso que empieza nada m¨¢s salir de La Habana por la Ocho V¨ªas, donde un caballo yace ahora en el arc¨¦n sin las patas traseras. Son apenas las nueve de la ma?ana y los m¨²sculos tumefactos del animal a¨²n gotean sangre sobre la autopista, como un anuncio del calvario que es vivir en el interior de la isla. Los cortes azules del cuchillo se aprecian bien bajo el sol, y un grupo de guajiros con sacos de yute espera alrededor a que llegue la polic¨ªa y levante el acta. Saben que a veces la polic¨ªa quema los restos del ganado sacrificado, pero luego lante los apaga y se lleva a casa algo de carne para comer. Guant¨¢namo est¨¢ a 900 kil¨®metros, y el viaje acaba s¨®lo de comenzar.
Antes de llegar a San Nicol¨¢s, un cartel revolucionario con la consigna "Somos un pueblo de gigantes" se confunde en la carretera con un paisaje de flamboyanes y palmas reales. Hasta hace poco, la Ocho V¨ªas estaba jalonada de puestos de control, y los ch¨®feres de camiones, rastras y peque?os Lada y Moscovich rusos deb¨ªan frenar al pasar frente a ellos para que la polic¨ªa los identificase. Hoy, muchos son, chiringuitos de d¨®lares, y los cubanos que pueden se de tienen all¨ª a beber coca-cola o a comprar desodorante y cigarrillos americanos.
La Ocho V¨ªas se ha convertido en un gran mercado y tambi¨¦n en un mosaico de escasez y de miserias cotidianas. Como casi no hay transporte interprovincial cientos de personas hacen autoestop en Nueva Paz, y en la misma zona un campesino cabalga con dos quesos blancos en una mano, que vende por tres d¨®lares. "Pruebe y compre", dice con la voz ronca de aguardiente casero; mientras, otras mujeres venden guayabas, ajos, mangos, pollos vivos, frijoles, y un ni?o del pueblo de Buenavista ofrece una ristra de 100 cebollas por 3,50, por supuesto d¨®lares, que es la ¨²nica moneda v¨¢lida en esta carretera y en toda Cuba.
El problema del transporte es insoportable, pues debido a la escasez de petr¨®leo los trenes viajan a oriente s¨®lo cada 48 horas. Dos mujeres del pueblo matancero de Col¨®n salieron hacia Manzanillo un mi¨¦rcoles a las dos de la tarde, y un jeep de la Cruz Roja las recogi¨® en Las Tu nas, a 500 kil¨®metros de su casa, el jueves a las once de la noche. No hab¨ªan comido ni dormido, y los ocupantes del veh¨ªculo les compraron unos bocadillos de jam¨®n, pero las mujeres prefirieron no com¨¦rselos y guard¨¢rselos a sus sobrinos.
Jag¨¹ey Grande es un pueblo importante, y, por ello, en el cruce de la Ocho V¨ªas se ven negros, blancos, mulatos, chinos y gente de todos los colores, pero ning¨²n gordo. Muchos han dormido en la cuneta y algunos han matado a su madre en varias ocasiones, pues, como en Cuba una de las formas de garantizar un pasaje de guagua es en caso de fallecimiento de un familiar, la gente se env¨ªa telegramas fatales para, poder viajar. Nada m¨¢s salir, de la capital uno se da cuenta de por qu¨¦ para muchos cubanos La Habana es Suiza. En Camag¨¹ey y en Florida la mayor¨ªa se ha olvidado de lo que es cocinar con aceite, y el ¨²nico jab¨®n que se vende en el mercado negro est¨¢ hecho con coco. Aunque son zonas de campo, cultivar hortalizas y criar cerdos o gallinas es toda una haza?a, pues no hay comida con que negordar a los animales, y los pocos fertilizantes y pesticidas que aparecen son para uso exclusivo de gran jas estatales y cooperativas.
El hospital cl¨ªnico quir¨²rgico Ernesto Che Guevara de Las Tunas es uno de los m¨¢s importantes del pa¨ªs, con 950 camas y 1.800 trabajadores. Si se compara con otros hospitales de oriente, como el de Guant¨¢namo, donde, por falta de colchones, 200 camas est¨¢n cerradas, el Che Guevara es un centro privilegiado.
Sin embargo, uno de los problemas graves que tiene es el ¨¦xodo de camilleros, personal de limpieza y algunos t¨¦cnicos, pues muchos no est¨¢n dispuestos a seguir trabajando por un salario de 200 pesos mensuales, que en la bolsa negra equivalen a dos d¨®lares. Para resolver la comida de los enfermos, m¨¦dicos y enferme ras, que por su men¨², basado casi exclusivamente en arroz, los m¨¦dicos han bautizado como "la comida de och¨ªn", el centro ha .creado un huerto de autoconsumo, donde trabajan seis personas, a las que el director del hospital estimula vendi¨¦ndoles parte de la cosecha para que no le roben. Pese a ello, el director asegura que recientemente detuvieron a uno de ellos en la carretera de Jobabo vendiendo un carret¨®n de pl¨¢tanos propiedad del hospital.
Llegar a Bayamo de noche sobrecoge. Media ciudad est¨¢ apagada, y en el barrio Camilo Cienfuegos, cerca de la l¨ªnea del tren, decenas de personas est¨¢n en la calle esperando que venga la luz.
"La ponen cuando ellos quieren", dice Juan, que conduce un cami¨®n de 16 ruedas desde hace cinco a?os. Siempre hab¨ªa encontrado comida para su familia en los pueblos cercanos, pero desde que en abril el Gobierno promulg¨® un decreto contra los que se han enriquecido de forma il¨ªcita, nadie le vende nada. "Esto est¨¢ malo", dice, mientras prepara caf¨¦ sobre una plancha, pues en su casa no hay gas. "Antes te hubiera brindado comida, pero ahora es caf¨¦ y huye". Guant¨¢namo, la provincia m¨¢s pobre de Cuba y la m¨¢s lejana de La Habana, es el final del viaje. Aqu¨ª el hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor es uno de los delitos m¨¢s comunes, pero, explica un dirigente local, cuando se mata un caballo en Guant¨¢namo se llevan las patas, el cuerpo y la cabeza, pues hay m¨¢s hambre. "Aunque", opin¨® alguien, "es de las patas de donde se sacan tremendos bistezones".
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