Grecia recibi¨® el salario del miedo
El partido dur¨® dos minutos. Grecia destin¨® dos meses para estudiar c¨®mo anular el talento argentino y decidi¨® que lo mejor era la persecuci¨®n policial por todo el campo. Dispuso para cada uno una marca personal y estructur¨® el orden del equipo y la mentalidad de cada uno de sus jugadores para el heroismo de soportar un continuo ataque argentino. Renunci¨® desde el vestuario al bal¨®n y al triunfo. Lo suyo era el empate. A los dos minutos ganaba Argentina 1-0 y todo hab¨ªa terminado para los griegos. Con el bal¨®n. Argentina no se preocup¨® por la elaboraci¨®n. S¨®lo Redondo cuando pudo, hizo la pausa para tratar de encontrar el momento y el espacio oportunos. El resto fue v¨¦rtigo. Tampoco hubo maniobras inteligentes para arrastrar las marcas personales. En realidad, en el primer tiempo, le bast¨® con la presencia y aprovech¨® el miedo griego. Con el partido resuelto hubo m¨¢s toque aunque con mayor intenci¨®n de hacer pasar el tiempo que de gestar jugadas. Grecia hab¨ªa abandonado la idea de tener la pelota en el vestuario.
Sin el bal¨®n. Lo de Grecia es posible que sea r¨¦cord mundial. Nunca vi tantas marcas personales en un equipo de f¨²tbol y al mismo tiempo tan vulnerable. Argentina tuvo muy poco que hacer defensivamente, frente a un equipo que hab¨ªa renunciado al ataque hace dos meses.
Maradona. Un gol prodigioso despu¨¦s de una espl¨¦ndida pared con Redondo, y algunas cosas de su interminable repertorio para que no olvidemos que fue uno de los cuatro grandes.
Redondo. Mostr¨® una cualidad suya que no todos conocen: la recuperaci¨®n. Ser¨ªa interesante saber cu¨¢ntos balones recuper¨®, es decir, se lo quit¨® a un adversario para d¨¢rselo a un compa?ero.
Batistuta. En el primer gol hizo todo al rev¨¦s. Lo convirti¨® con la fe. En el segundo mostr¨® la capacidad goleadora que lo caracteriza. Y, en el tercero, cumpli¨® con el penalti. Por su trayectoria, ya reclamo un lugar entre los mejores definidores.
El miedo. Dice Jorge Luis Borges: "el coraje siempre es mejor".
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