La intuci¨®n salva a Italia
Sacchi, en posici¨®n de vivir o morir, ante Noruega, prescindi¨® de Roberto Baggio
La vieja habilidad para sobrevivir a los naufragios rescat¨® a Italia del desastre. Golpeada por la expulsi¨®n de su portero y la sustituci¨®n de Roberto Baggio, tuvo que jugar a la antigua manera. Cambi¨® un partido abierto por otro sinuoso, trabado, con muchos detalles t¨¢cticos, la clase de encuentro que siempre han manejado los italianos. En estas cuestiones son unos maestros. Nadie como ellos administra las situaciones de desventaja. Italia tuvo una vez m¨¢s ese m¨¦rito. Se regufi¨®, esper¨® y encontr¨® su momento.Hubo mucho contenido dram¨¢tico en un partido impaciente y tenso. La selecci¨®n italiana jugaba contra Noruega y contra el griter¨ªo de su pa¨ªs. Hubo cambios en el equipo, para reparar culpas ante las exigencias de la, cr¨ªtica, y un dise?o ofensivo muy marcado. Signori, el habilidoso delantero centro del Lazlo, se coloc¨® en la banda izquierda. La punta fue ocupada por Casiraghi, un ariete sin demasiadas sutilezas, pero resistente en los choques. Las otras novedades estaban en la banda derecha. Berti, un tipo de trote, se meti¨® en el medio campo y Benarrivo apareci¨® como lateral. Todos estos movimientos t¨¢cticos escondieron un castigo expl¨ªcito de Sacchi a la armada milanista. S¨®lo cuatro titulares -Costacurta, Baresi, Maldini y Albertini- eran hijos de la escuela de Sacchi.
Todo discurri¨® con una cierta normalidad hasta el minuto 21. Italia buscaba con tenacidad y demasiado v¨¦rtigo la porter¨ªa de Thortsvedt. El exceso de revoluciones produc¨ªa un juego impreciso, pero la superioridad italiana era incuestionable. Dos espl¨¦ndidas intervenciones del portero noruego contuvieron el en¨¦rgico ataque del equipo de Sacchi. Y entonces ocurri¨® el desastre. Una jugada de manual -el pase, corrido desde la media cancha al delantero centro- fue interpretada de forma diferente por los defensas milanistas y Benarrivo, el lateral del Parma. Baresi, Costacurta y Maldini achicaron como un tiro, con la celeridad y la mec¨¢nica que aprendieron de Sacchi. Pero Benarrivo se qued¨® cinco metr¨®s atr¨¢s, deshizo el fuera de juego y habilit¨® a Fjortof, que recibi¨® la pelota 31 encar¨® a Pagliuca. Su despeje con la mano, fuera del ¨¢rea, signific¨® su expulsi¨®n y a?adi¨® un elemento nuevo al drama que viv¨ªa Italia. Y adem¨¢s apareci¨® Sacchi para levantar m¨¢s polvaredad: sustituy¨® inmediatamente a Roberto Baggio, el icono del f¨²tbol italiano. La decisi¨®n de Sacchi ten¨ªa una trascendencia extraordinaria. En el momento m¨¢s delicado del partido, con la posibilidad de abandonar el Mundial, sacaba de la cancha a su mejor futbolista. Sacchi se coloc¨® en una posici¨®n de vencer o morir. Todo lo que no fuera una victoria, resultar¨ªa en la crucifixi¨®n de Sacchi. Cualquiera podr¨ªa agarrarse al argumento Baggio para disparar contra el t¨¦cnico. En realidad, la sustituci¨®n de Baggio pareci¨® excesiva. En el mejor de los casos, parece poco procedente apartar del encuentro al mejor futbolista del equipo. Pero despu¨¦s de la victoria, los oportunistas de este mundo dir¨¢n que la decisi¨®n revela la genialidad Sacchi.
Desde ese minuto, el partido sigui¨® otro camino. Italia se agarrot¨®, apretada por el susto. Estaba en una situaci¨®n muy delicada: con un jugador menos, sin su estrella, con la mirada irritada de su p¨²blica sobre el equipo. Y enfrente hab¨ªa una selecci¨®n s¨®lida, de las que no ofrecen concesiones al adversario ni al p¨²blico. Noruega sigui¨® con su paso mec¨¢nico y fuerte: la pelota al cielo y el juego vigoroso. El partido cambi¨® de ejes. Italia estaba obligada a sacar partido de su vieja intuici¨®n para sobrevivir.
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