Inquisici¨®n
El Gobierno socialista no ha tenido fuerza moral para atajar la corrupci¨®n desde el principio y los tribunales tampoco actuaron con diligencia cuando saltaron los primeros esc¨¢ndalos. A causa de esta pasividad hoy se ha instalado en la calle la pasi¨®n colectiva de la delaci¨®n, un viejo deporte. Est¨¢ ardiendo una nueva hoguera de la Inquisici¨®n. En ella ya se, han asado varios ministros. Es probable que se abrase el presidente del Gobierno, pero que nadie piense que en ¨¦l se van a detener las llamas. Estas continuar¨¢n su frente por la bancada de la oposici¨®n hasta alcanzar a su jefe de filas cuando ya hayan ardido m¨²ltiples diputados de uno y de otro bando. Luego se quemar¨¢ en la plaza p¨²blica a al gunos periodistas combativos sin desde?ar a sus mujeres. La sospecha llegar¨¢ por ¨²ltimo a la casa de usted, y si usted no es una ameha absolutamente pura, el fuego crepitar¨¢ tambi¨¦n bajo su trasero. La hoguera de la antigua Inquisici¨®n se alimentaba de he rejes; ¨¦sta se alimenta de corruptos. Fueran inocentes o culpables, todos forman parte del mismo combustible ya que lo esencial siempre es el fuego y que ¨¦ste no se extinga nunca en la mente de los espa?oles. Una vez instituida oficialmente la hoguera, ella manda: hay que salir todos los d¨ªas en busca de carne y de le?a a partes iguales. La Santa Hermandad efectuaba batidas por las juder¨ªas, y como no siempre capturaba las piezas necesarias para mantener las llamas, hubo que crear el estado de sospecha general, de forma que todo el pueblo participara en la cacer¨ªa. De entonces arranca este deporte nacional. Para saciar la sed de justicia comenzaron a funcionar las denuncias, soplos, confidencias, chivatazos y venganzas privadas. El fuego de la Inquisici¨®n es siempre el mismo. Aquel tribunal se establece ahora cada ma?ana en los juicios paralelos de la radio, de la prensa y la televisi¨®n; la hoguera ha sido sustituida por los fogonazos de los fot¨®grafos en los pasillos de los juzgados. Dentro de poco todos seremos a la vez v¨ªctimas e inquisidores. Y ¨¦sa ser¨¢ la corrupci¨®n absoluta.
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