Vivero
Met¨¢fora de la repoblaci¨®n forestal moderna emprendida por el franquismo para poder llenar calveros y No-Dos, Espa?a se ha convertido en un vivero de dinast¨ªas y aqu¨ª se han hecho unos mozos algunos de los aspirantes a los tronos perdidos por culpa de la ocupaci¨®n sovi¨¦tica tras la II Guerra Mundial, a la espera de que muerto el perro se acabe la rabia y algunos pa¨ªses del Este restauren la monarqu¨ªa. Hemos sido tan contribuidores a esta expectativa que, por ejemplo, al trono de Georgia optamos con dos candidatos, el conde de Bragation y su hermana y el aspirante austriaco, el reaccionario Otto de Habsburgo -palad¨ªn del franquismo en los a?os m¨¢s reaccionarios del franquismo, incluso se le regalaron los o¨ªdos con la posibilidad de que un nieto suyo se casara con una infanta de Espa?a-.Pero el no va m¨¢s de nuestra vocaci¨®n de reserva mon¨¢rquica de Occidente lo representa ahora ese posible zarevich que se est¨¢ engordando y formando en Madrid bajo la vigilancia y el padrinazgo de Bor¨ªs Yeltsin, con el prop¨®sito de reivindicar alg¨²n d¨ªa la corona de los Romanov con m¨¢s suerte que la pobre Anastasia. Hijo de un pariente carnal del malogrado zar Nicol¨¢s, asesinado por la revoluci¨®n cuando empezaba a cambiar, a madurar mucho y a darse cuenta de que a veces hay que ceder un poco para no perderlo todo, del zarevich madrile?o se sabe casi tan poco como de ese ni?o andaluz que alg¨²n d¨ªa ser¨¢ Dalai Lama.
Yeltsin, que es un poscomunista yuppy y un advenedizo con complejo de usurpador de las leyes y las verdades naturales, podr¨ªa anunciar un d¨ªa que Rusia ya tiene un zar, un zar preparado que ha hecho un master de zar en Madrid: el Harvard de las dinast¨ªas aplazadas y emplazadas.
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