Un coladero
Cuatro orejas se cortaron y Emilio Mu?oz y Juan Mora salieron a hombros por la puerta grande, pero no en virtud del arte de torear excelso sino de la industria de una plaza que se ha convertido en el gran coladero. Para decirlo pronto: las faenas y las estocadas premiadas con orejas no valieron dos pesetas.Bueno, quiz¨¢ valieron las dos pesetas, y unas cuantas m¨¢s. Al fin y al cabo los diestros se tomaron la molestia de vestirse de luces, estar a la hora en punto en el port¨®n de cuadrillas, ponerse delante de los toros, aguantar el ensordecedor griter¨ªo sanferminero como si fuera m¨²sica celestial, trapacear por all¨ª, pegar tirones, al rematar los pases salir corriendo, poner posturas, hacer gestos jactanciosos cual si acabaran de inventar el arte de C¨²chares, sonreir al grader¨ªo...
Torrestrella / Mu?oz, Mora, Chamaco
Toros de Torrestrella, con trap¨ªo y estampa aunque varios sospechosos de pitones, flojos excepto 6? -que derrib¨®-, pastue?os en general.Emilio Mu?oz: estocada muy trasera ca¨ªda (oreja con escasa petici¨®n); media estocada ca¨ªda y rueda insistente de peones (oreja con m¨ªnima petici¨®n y tambi¨¦n con protestas). Juan Mora: pinchazo y estocada ca¨ªda (aplausos); estocada corta ca¨ªda (dos orejas). Chamaco: cuatro pinchazos y estocada delantera ca¨ªda (silencio); pinchazo bajo, otro pescuecero y otro hondo (silencio). Mu?oz y Mora salieron a hombros por la puerta grande. Plaza de Pamplona, 12 de julio. 7? corrida de feria. Lleno.
Todo ese esfuerzo y algunos otros marginales tienen un precio y hay que pagarlo. O sea, m¨¢s de dos pesetas vali¨® aquello. Sin embargo las orejas poseen una simbolog¨ªa que va m¨¢s all¨¢ de la materialidad del vil metal. Las orejas son trofeos que premian el arte y el valor y eso es lo que no se vio para nada en la corrida sanferminera, daba igual que se la mirara con lupa o a trav¨¦s del culo de una botella.
Nunca pretendi¨® ser el coso pamplon¨¦s -con la afici¨®n que alberga- custodio de la inaprensible exquisitez, como La Maestranza de Sevilla, ni de la autenticidad escueta, como Las Ventas de Madrid, e incluso desde tiempo inmemorial le complac¨ªan y hasta colmaban los toreros bullidores, principalmente los tremendistas, cuyos alardes les pon¨ªan a los mozos el coraz¨®n en un pu?o.
Nunca fue el coso pamplon¨¦s, en cambio, la campa donde se va a merendar y a empinar el codo, un lugar en el sol, un coladero donde todo cuanto sucediese en el ruedo le trajera sin cuidado, y a madie le importara que all¨¢ ni siquiera sucediese absolutamente nada. Y resulta que as¨ª est¨¢ la Pamplona taurina en este momento. Se salvan 73 aficionados de esos que est¨¢n atentos a la lidia -eran 74, pero uno lo ingresaron ayer con una indigesti¨®n de pochas- y es dif¨ªcil encontrar entre la multitud que abarrota la plaza alguien a quien le interesen el toro, el torero, el toreo, las orejas, el presidente y la buena madre que los trajo a todos al mundo.
Y as¨ª ocurri¨® que por esa indiferencia se colaron las faenas inexistentes, las suertes imaginarias, las estocadas ignotas, las orejas regaladas, las falsas apoteosis, las salidas triunfales por la puerta grande a hombros de unos costaleros a quienes hay que pagar a escote, pues sin cobrar no se dejan montar en la chepa ni una mosca; menudos son los costaleros.
Emilio Mu?oz dio muchos pases de izquierda y de derecha a los dos nobles toros de su lote y ambos se le fueron sin torear, porque ni los templ¨® ni les lig¨® los pases.
Juan Mora desaprovech¨® la inequ¨ªvoca nobleza de su primer Torrestrella administr¨¢ndole una inacabable y aburrida faena, y en el excepcional quinto cuid¨® la apostura, extrem¨® la pinturer¨ªa, y en realidad no consigui¨® templar los muletazos, que ejecutaba con abusiva utilizaci¨®n del pico de la muleta. Lo de Chamaco a¨²n result¨® peor, porque tore¨® sin ajuste, templanza, variaci¨®n ni gusto.
El segundo toro de Chamaco -¨²ltimo de la tarde- pudo ofrecer gran espect¨¢culo de haber tenido mejor lidia. Poderoso y posiblemente bravo, tumb¨® estrepitosamente el caballo y el individuo del castore?o que se encaramaba arriba y en los siguientes encuentros el derribado caballero se tom¨® cruel venganza convirti¨¦ndole en hamburguesa los lomos y adem¨¢s tap¨¢ndole la salida, de manera que no se pudo saber si el toro se recrec¨ªa al castigo confirmando su bravura o buscaba la hu¨ªda cantando la gallina. Un s¨®rdido suceso, por supuesto; una lamentable tropel¨ªa que puso de los nervios a los 73 aficionados (al 74? le subir¨¢ la fiebre, cuando se entere) mientras el resto de la multitud lo celebraba, y con atronador acorapa?amiento de trompetas, atabales y bombos, core¨® a, pleno pulm¨®n: "?Bar?a, Bar?a, Baaar?a!".
LA CORRIDA DE HOY
Plaza de Pamplona. 8? corrida de feria.Toros de Marqu¨¦s de Domecq, de la finca Martelilla en Jerez de la Frontera (C¨¢diz). Divisa azul y amarilla. Antig¨¹edad, 18 de mayo de 1966.
Matadores: Emilio Mu?oz, C¨¦sar Rinc¨®n y Sergio S¨¢nchez.
A las 18.30.
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