Unos muletazos de Emilio Mu?oz
Cuando la feria sanferminera ya periclita y se llevan vistos ocho festejos, 48 lidias tirando a malas, dos millones de derechazos, naturales tires, uno se queda con los muletazos con que Emilio Mu?oz abri¨® su faena de muleta al cuarto toro, solic¨ªtase perd¨®n (respetuosamente) por llamarlo toro. Esos muletazos parec¨ªan de otra galaxia, seguramente porque hab¨ªan sido sacados de una tauromaquia distinta a la que estuvieron empleando los diestros de todas las categor¨ªas, edades y fortunas a lo largo de las 48 lidias tirando a malas que conforman el oscuro historial de esta lamentable feria sanferminera.Instrument¨® Emilio Mu?oz esos muletazos a izquierdas, embarcando suavemente al toro, mand¨¢ndole en todo el recorrido de la suerte, con naturalidad, empaque, tron¨ªo y ole. Record¨® al Emilio Mu?oz de los primeros tiempos, aquel chiquillo que se present¨® precisamente en una de las novilladas inaugurales de la Feria de San Ferm¨ªn -ya ha llovido-, tore¨® como los ¨¢ngeles y dej¨® golosos los paladares de los aficionados m¨¢s exigentes.
Domecq / Mu?oz, Rinc¨®n, S¨¢nchez
Toros de Marqu¨¦s de Dom¨¦cq, bien presentados en general aunque sospechos¨ªsimos de pitones, escandalosamente despuntados 4? y 6? flojos, encastados; 21, bravo, derribo dos veces.Emilio Mu?oz: pinchazo bajo, espadazo infamante en la tripa y descabello (pitos); pinchazo, media ca¨ªda y dos descabellos (vuelta). C¨¦sar Rinc¨®n: pinchazo bajo, media tendida escandalosamente baja perdiendo la muleta -aviso- y descabello (silencio); dos pinchazos, otro perdiendo la muleta y saliendo perseguido, media atravesad¨ªsima tirando la muleta, pinchazo infamante en la paletilla -aviso- y tres descabellos (protestas). Sergio S¨¢nchez: pinchazo y estocada saliendo volteado (oreja); estocada ca¨ªda (palmas). Plaza de Pamplona, 13 de julio. 8? corrida de feria. Lleno.
El toreo de Emilio Mu?oz entonces parec¨ªa formado en la alta escuela de los Bienvenida, con un aderezo de gracia trianera, y nada m¨¢s verlo se convirti¨® en la esperanza de la afici¨®n. Luego el diestro se hizo mozo, le vinieron las prisas, se llen¨® de crispaciones, perdi¨® gusto y temple, y pas¨® a ser uno del mont¨®n. Pero quien tuvo, retuvo; y en ese cuarto toro del marqu¨¦ -se pide perd¨®n (respetuosamente) por llamarlo toro, rebrot¨® la pureza del c¨¢non, la luminaria del arte, que seguramente a¨²n le rebulle en lo rec¨®ndito del alma.
La faena de muleta que sigui¨® result¨® honda aunque tambi¨¦n forzada, con detalles de buena torer¨ªa entremezclados con los alivios innecesarios del pico y astutas incursiones en el costillar, que es recurso de seguro efecto cuando hay en los tendidos un p¨²blico bullanguero, cantar¨ªn y aplaudidor, como era el caso.
A su primer toro, manso declarado, lo traste¨® con las violencias crispaciones y respingos propios de sus a?os mozos. No fue el ¨²nico, ni siquiera el peor. Porque compareci¨® despu¨¦s C¨¦sar Rinc¨®n que tuvo la actuaci¨®n m¨¢s desafortunada de toda la feria.
Bravo su primer toro, no pudo con ¨¦l en ning¨²n momento, y el quinto, que desarroll¨® nobleza, lo trajo por la calle de la amargura. Cual si se tratara de un principiante aterrorizado, C¨¦sar Rinc¨®n pon¨ªa por delante el pico para alejar la cabezada, rectificaba precipitadamente terrenos, no par¨® de correr, acab¨® desarmado y achuchado, mat¨® a estilo charlotada en plaza de talanqueras. Este C¨¦sar Rinc¨®n que ha pasado por Pamplona no se parec¨ªa al C¨¦sar Rinc¨®n h¨¦roe de Las Ventas y otros cosos, ni en el traje.
Sergio S¨¢nchez, en cambio, ech¨® el resto, en un esfuerzo supremo por abrirse camino en el siempre proceloso escalaf¨®n de los matadores de toros. Capote¨®, banderille¨® y mulete¨® animoso, con las limitaciones propias de su menguado sentido del arte, y por aferrar el triunfo que ya ten¨ªa cercano en su primer toro, consum¨® la suerte suprema volc¨¢ndose sobre el morrillo. Entr¨® la espada mas el diestro sali¨® por los aires igual que un pelele y cay¨® de mala manera. Se le concedi¨® la oreja, que hab¨ªa ganado a ley y dio una apote¨®sica vuelta al ruedo.
Al sexto toro no Pudo sacarle faena Sergio S¨¢nchez porque el animal se simplemente aplom¨®. La verdad es que ese toro del marqu¨¦ no era. de recibo, por el estado de sus pitones. Ni ese, ni el vergonzante cuarto, ni ninguno.
La corrida entera dio la sensaci¨®n de estar afeitada, o, en su defecto, mutilada por accidente. En cualquier caso, se trataba de una corrida impresentable, sobre todo para la que quiere ser y pomposamente llaman Feria del Toro.
Babelia
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