Llamarse
Mis amigos han tenido un ni?o, y no dudaron. Mis amigos son personas de buena educaci¨®n y temperamento art¨ªstico. La madre ten¨ªa uno pensado y el padre otro, pero al fin no dudaron: le dieron a su ni?o el nombre de Agamen¨®n. (De finalista qued¨® Polifemo. Nombres que barajaron en ,los meses del embarazo: Neptuno, P¨¢ris, Jos¨¦-Antinoo; este ¨²ltimo, fa vorito de las abuelas, fue descartado por sus posibles descarr¨ªos falangistas). Me dir¨¢n que por qu¨¦ no un poco de helenismo en nuestras vidas, ahora que van quitando de los estudios el griego, el franc¨¦s y hasta la disciplina de la filosof¨ªa. Dispongo, por mi parte, de un amigo llamado Aqu¨ª les, y vive m¨¢s tranquilo que una tortuga. Pero en las noches del verano me despierto sudando y pienso en ese ni?o en la incubadora: Agamen¨®n L¨®pez Penalva. ?As¨ª toda la vida? Antiguamente, la Iglesia no permit¨ªa caprichos. Otros amigos m¨ªos de la nueva ola quisieron ponerle a su ni?a Marienbad; el cura, que tenia un pasado en los cineclubes, lleg¨® con ellos a un compromiso que la ni?a, hoy adulta y enfermera de profesi¨®n, a¨²n arrastra: Remedios-Marienbad. Era el tiempo en que el subt¨ªtulo en los nombres ocultaba la imposible versi¨®n original. Ahora el Estado da m¨¢s libertad que, seg¨²n ley natural, llevamos al libertinaje. Lo de mi Agamen¨®n es retorcido, s¨ª, pero yo voy al parque y s¨®lo oigo un grito a las madres: ?Nerea!, ?Tania!, ?Jara!, ?Vanesa!, ?Christian! Y me cuentan que padres. que ambicionan lo mejor para sus hijos en la pol¨ªtica y las letras est¨¢n ya empezando a bautizar as¨ª: Mar¨ªa-Umbral, Urbano-Sexto (en chicas), Carmenalborch (?todo junto!). ?D¨®nde est¨¢n las Nieves de anta?o, las Juanas, los Mat¨ªas, los Antonios?
Los obispos hablan mucho del nasciturus. A m¨ª me inquieta m¨¢s que el moriturus viva con la condena de un nombre de risa o de moda que los padres, para distraerse jugando al rol, le pongan una tarde aburrida.
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