El sinsonte enjaulado
Si las vacaciones se han hecho a la idea -proletaria al principio- de limitarse a cerrar los ojos para reponerse del todo en sue?os, tal vez nada mejor que retocar tres versos del poeta Rioja, colocados por Espronceda, tan a desmano y casi- a destiempo, al frente del poema titulado La entrada del invierno en Londres: "Un ¨¢ngulo me basta entre mis lares, un disco y carne amiga, un sue?o breve/ que no perturben deudas ni pesares". Muy tarde es ya, no obstante, para cambiar de ¨¢ngulo; las amistades andan por ah¨ª, perdidas, unas en Ruanda y otras en El Escorial; el colch¨®n todav¨ªa es de lana, no hinchable, en pleno campo charro; de econom¨ªa, todos sabemos menos que Urbaneja; y, en fin, con unas cuantas cuitas puntuales se amasaron boleros perfectos.En r¨ªtmica consecuencia, ci?¨¢monos hoy al disco. Que es lo que ahora se lleva uno de vacaciones, en cinta o en compacto, en lugar de los libros de anta?o. Y, de tener que recomendar alguno en concreto, que no sea el gorigori guerrista del canario muerto ni el himno populista de La barbacoa, pues ya han calado hondo, por s¨ª solos, en la costa de los mosquitos. Puede el veraneante aprovecharse del leg¨ªtimo auge de la m¨²sica popular cubana, precastrista, e ir por derecho al apartado m¨¢s caliente caribe: Beny Mor¨¦, qu¨¦ bueno canta usted...
Se celebra por estos d¨ªas, ?precisamente?, el cincuentenario de la primera grabaci¨®n discogr¨¢fica de Bartolom¨¦ Maximiliano Mor¨¦ (1919-1963), m¨¢s conocido como Beny o El b¨¢rbaro del ritmo. De aquella hechicer¨ªa d¨¦ primera a?os despu¨¦s lleg¨® a decir: "Aunque el disco no ten¨ªa mi nombre, yo sab¨ªa que era mi voz. Fue una impresi¨®n tan grande que ninguna otra ha logrado superarla". Aun den tro del anonimato, el cantante tuvo digno acompa?amiento: el del Tr¨ªo Matamoros. Interpretaba entonces (1944) una canci¨®n, Buenos hermanos, en la que se insin¨²a el fiel canibalismo de lo fraterno. Bartolom¨¦, qu¨¦ bueno baila usted, ten¨ªa veinte hermanos, hab¨ªa nacido en Santa Isabel de las Lajas y, antes de aficionarse a las bandas gigantes, iba de pueblo en pueblo con el conjunto Avance, forma harto esperanzada de empezar con buen pie. Mas luego, ya en La Habana, ser¨¢n otras sus compa?¨ªas: el cuarteto Cordero o el conjunto Cauto, formas certeras de disimular. Hasta el punto que, cuando el ¨¦xito le llega, primero en M¨¦xico, no renuncia tampoco al acompa?amiento de calidad: de P¨¦rez Prado a don Pedro Vargas, con el cual interpreta Obsesi¨®n y Perd¨®n. Beny, desde antes de serlo, pose¨ªa la gracia del desgarbado, un timbre de voz inconfundible, naturalidad,. seducci¨®n y versatilidad (Elige t¨², que canto yo) para imponerse, bajo el sombrero al¨®n y con bast¨®n de mando, ensones, boleros, mambos y guarachas.
Todo quisque con conciencia de clase bail¨¦ a su son de Tongolele a Nin¨®n Sevilla. Y, cuando los guerrilleros ocuparon el poder en Cuba, Beny Mor¨¦ fue una de las raras figuras de la canci¨®n que all¨ª se qued¨®, afan¨¢ndose en regocijar, por deseo expreso del comandante m¨¢ximo, a aquellos que intervinieron en la famosa campana de alfabetizaci¨®n. "?Oh, vida!", suspiraba el sonero mayor. Hicieron de ¨¦l un h¨¦roe revolucionario. Nicol¨¢s Guill¨¦n alab¨® su resistencia frente a las tentaciones capitalistas. Se dijo incluso que prefer¨ªa el ron al g¨¹isqui. Pero lo que no se dice es que estaba muy enfermo, con cirrosis hep¨¢tica galopante, y que tampoco quiso salir de Cuba, como embajador musical castrista, por puro miedo al avi¨®n: "A m¨ª no se me ha perdido nada en el aire". S¨®lo Fina Garc¨ªa Marruz se conforma con el veraz elogio de una campesina: "?Qu¨¦ voz!?Si parec¨ªa un sinsonte parado en una mata de mango!". Que a esa imagen se entregue, para desenjaularla, el lector que ahora sale a comprar lo que sea de El b¨¢rbaro del ritmo para conmemorar el cincuentenario de su primera grabaci¨®n discogr¨¢fica.
Babelia
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