El Chiado de Lisboa vuelve a la vida
El barrio incendiado recupera su su identidad como centro de cultura
El Chiado de Lisboa vuelve lentamente a la vida, cerca de cinco a?os despu¨¦s del incendio que destruy¨® uno de los barrios rom¨¢nticos de Lisboa. Lugar de encuentro de artistas, escritores, pol¨ªticos y bohemios fue entregado en ruinas al bistur¨ª regenerador del arquitecto ?lvaro Siza. El primer edificio reconstruido del nuevo Chiado es el museo del mismo nombre, destinado a recoger las colecciones del antiguo Museo de Arte Contempor¨¢neo.
La creaci¨®n de este nuevo museo es un acontecimiento altamente simb¨®lico, puesto que consagra la voluntad de devolver al Chiado su vocaci¨®n primera de polo social y cultural, y lo incorpora al programa de Lisboa 94, capital europea de la cultura con una serie de exposiciones que se suceder¨¢n a lo largo de los pr¨®ximos meses. Ofrecido por el Gobierno franc¨¦s -que cre¨® la Association pour le Renouveau du Chiado-, el proyecto de construcci¨®n del nuevo museo es obra del arquitecto Jean Michel Wilmotte, especialista en este tipo de intervenciones.Wilmotte fue, entre otras obras, responsable de la arquitectura interior y museograf¨ªa del ala Richelieu, del Louvre; de la restauraci¨®n del Museo Carnavalet, de Par¨ªs, y de varios edificios en Tokio, Los ?ngeles y Barcelona. Pero a?ade a estas referencias profesionales un amor a la vez apasionado y l¨²cido por Lisboa y el patrimonio cultural portugu¨¦s.
Un amor y una lucidez que le permitieron encontrar soluciones para todos los problemas, aprovechando al m¨¢ximo un espacio limitado, constituido por cuatro edificios desnivelados, de ¨¦pocas y construcciones diferentes: el antiguo convento de San Francisco, del siglo XIII, destruido y reconstruido despu¨¦s del terremoto del siglo XVIII; el antiguo Museo de Arte Contempor¨¢neo (inaugurado en 1911); parte de las instalaciones de la vecina Escuela de Bellas Artes y la parte ahora a?adida.
Dar unidad funcional al conjunto y, al mismo tiempo, conservar y valorizar los elementos antiguos fueron las dos preocupaciones principales de Wilmotte que cita, como ejemplo, la hilera de chimeneas de la antigua panader¨ªa del convento, del siglo XVIII, que figuran en el logotipo del museo. En el interior, los hornos de pan, con sus arcos de ladrillos rojos; los gruesos pilares que soportan los arcos, tambi¨¦n de ladrillos; del techo abovedado, sirven de contrapunto crom¨¢tico al blanco de los muros y de los paneles colgantes, que dividen el espacio interior sin romper la volumetr¨ªa original. Wilmotte est¨¢ orgulloso de haber conseguido salvar estos vestigios del pasado, contra la opini¨®n de todos sus colaboradores portugueses, y piensa que ¨¦stos "no se dan cuenta de los tesoros extraordinarios que tienen en Lisboa, en este barrio; esconden sus riquezas, las tapan, en vez de realzarlas".
Luces
Una sutil utilizaci¨®n de la luz natural y de la iluminaci¨®n artificial, un patio interior, con una fuente, y una amplia terraza con vista sobre el estuario del Tajo, sorprendentemente pr¨®ximo, con cafeter¨ªa y tiendas, completan el conjunto y hacen del museo un lugar agradable para estar y conversar, en perfecta sinton¨ªa con la tradici¨®n social y cultural del barrio.
Mucho m¨¢s atractivo, sin duda, que las modernas terrazas enfrente de la antigua Casa Habaneira, donde un Fernando Pessoa de bronce parece a punto de derretirse bajo el sol incandescente, entre turistas sudorosos y de alentados. En exposici¨®n permanente est¨¢n expuestas obras de escultores y pintores portugueses, de mediados del siglo.
El programa de Lisboa 94 ha tomado en cuenta desde el principio el papel de la ciudad en el desarrollo de las artes y el pensamiento portugu¨¦s.
Aparte de la exposici¨®n inaugural de los actos, dedicado a Lisboa subterr¨¢nea, la historia f¨ªsica y geogr¨¢fica de la urbe, el programa incluye un amplio apartado a lo que es el alma de Lisboa: el fado, en la mayor investigaci¨®n hist¨®rica sobre este fen¨®meno popular y publicaci¨®n de recopilaciones.
El fado, un flamenco impotente
La exposici¨®n Fado, voces y sombras es el resultado de una forma serena y descomprometida de encarar el pol¨¦mico fen¨®meno del fado. El director del museo -y responsable -de la muestra-, Joaqu¨ªm Pa¨ªs de Brito, es uno de los pocos antrop¨®logos que estudi¨® el fado como "observador participante", o sea, como un verdadero fadista, capaz de cantar, tocar una viola y de apreciar cr¨ªticamente una letra, una voz, un int¨¦rprete. Siente el fado como una manifestaci¨®n cultural popular, mito y realidad social urbana, expresi¨®n de "la noche, el dolor, la soledad, la tragedia de la vida y su representaci¨®n, el desencuentro, pero tambi¨¦n la solidaridad, la compasi¨®n, la ternura".La exposici¨®n es un recorrido simult¨¢neamente did¨¢ctico- e inici¨¢tico. Empieza por situar al visitante en Lisboa, en los lugares donde el fado surge "de la nada" y lo lleva hasta algunos de los momentos importantes de la historia social de la ciudad y del canto, identificando algunos de sus motivos y temas permanentes.
La historia del siglo XIX es la m¨¢s relevante: miseria y convulsiones sociales, las guerras liberales y la reacci¨®n absolutista, la prostituci¨®n, el lumpen, la marginalidad, las tabernas. "Despu¨¦s, el fado se hace m¨¢s cr¨ªtico, de protesta, el anarco-sindicalismo lo marca profundamente", dice Pa¨ªs de Brito.
Miseria social y riqueza cultural son la cara y la cruz de una ¨¦poca efervescente, marcada por el encuentro del fado con grandes poetas y m¨²sicos cultos. Pero es ya en pleno siglo XX cuando el fado llega al apogeo con Amalia Rodr¨ªgues.
Una sala entera dedicada exclusivamente a la "cantadeira mor" y a la maravilla de su voz, que hoy ya s¨®lo existe a trav¨¦s de grabaciones, discos y pel¨ªculas, aunque Amalia est¨¦ a¨²n f¨ªsicamente viva.
En el Centro Cultural de Belem, pero apenas hasta el 31 de julio, est¨¢ en palco el espect¨¢culo Fados, de Ricardo Pa¨ªs, ex director del Teatro Nacional Do?a Mar¨ªa H. Un proyecto de Yvette Centeno y Rui Vieira Neri que recrea la noche de Lisboa de los a?os sesenta.
Fadistas, m¨²sicos, actores y bailarines dan expresi¨®n vocal y corporal a las formas de sentir y pensar de la bohemia urbana, a esta "pasi¨®n difusa ". Tres fadistas que interpretan el fado elegante, aristocr¨¢tico y sensible; el fado vagabundo, irreverente, divertido, subversivo a veces, donde la letra desempe?a un papel fundamental; el fado femenino, m¨¢s melodram¨¢tico y rom¨¢ntico o sensual y perverso, pero siempre m¨¢s profundo en el sentido de visceral.
El fado es, para Ricardo Pa¨ªs, un "flamenco impotente" que estalla, languidece y se esfuma entre sombras, humos y humores. El espect¨¢culo cuenta con los decorados de Manuel Gra?a D¨ªas y Egas Jos¨¦ Vieira para recrear "el rostro lunar de una Lisboa fuera del tiempo, de un pa¨ªs sin vecinos".
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