La vigilancia ciega
Cigales era una arquitectura c¨²bica bronceada culminada por aquella cabeza al cero, con los ojos negros y peque?os de interrogador enamorado de su oficio.-Sus clientes son de risa. Tres ricachones de Zaragoza le encargan a un detective privado en decadencia que encuentre a un hombre que es el secreto m¨¢s importante que tiene este Estado... Sus clientes son de risa y su investigaci¨®n puede ser igualmente de risa.
-No tengo otros clientes. Ni otra investigaci¨®n. Usted tiene todas las ca?er¨ªas de todos los poderes de Espa?a. Mi deontolog¨ªa profesional me obliga a encontrar a Rold¨¢n. La de ustedes tambi¨¦n.
-S¨ª... hay que encontrar a Rold¨¢n. Ni vivo ni muerto...Se estaba riendo. Rold¨¢n, ni vivo ni muerto. Lo que ¨¦l cre¨ªa una tonter¨ªa de P. N. F. empezaba a tener sentido.
- ?Le parece una contradicci¨®n?
-Vamos a dejarlo en una paradoja.
-Es la consigna subterr¨¢nea de b¨²squeda de nuestro ex director general: "Rold¨¢n, ni vivo ni muerto". Hay una serie de situaciones previas que deben resolverse, por ejemplo archivar definitivamente lo del GAL... eso que ustedes llaman terrorismo de Estado.
-Los dos guripas condenados pasan a tercer grado...
-Lo del tercer grado es un eufemismo. Est¨¢n. en el Limbo y Rold¨¢n debe ir a parar al Limbo. Rold¨¢n... Carvalho... no existe. Es idiota que trate de encontrarle. No existe como peligro, ni como v¨ªctima, ni como verdugo... ha sido la excepci¨®n que confirma la regla las cloacas: el silencio. Nosotros vigilamos y, callamos. La obediencia ciega ha pasado a la historia, ahora s¨®lo nos debemos a la vigilancia ciega.
-?Para qu¨¦?
-Por s¨ª misma. Hay que, tenerlo todo bajo control.
-?Para qui¨¦n?
-Nunca se sabe.
-?Qui¨¦nes han atentado contra Guijuelo?
Touch¨¦. La bola de billar bronceada de Cigales se llen¨® de arrugas y sus palabras tambi¨¦n.
-?Esos hijos de ...! ?La madre que los pari¨®!
-?ETA?
-?Qu¨¦ co?o ETA! ?Los del Cesid, la ex fracciones pri vadas y rebeldes de todos los superempresarios de mierda que se han puesto a jugar al dossier y a terminators? Esto se ha puesto perdido de servicios secretos laicos advenedizos, y no hablemos ya de los religiosos. Aqu¨ª todos se metieron en la guerra del dossier saldr¨¢n trasquilados.
-?Pero estas no son las loacas del Cesid?
-??stas las cloacas del Cesid ...? Qu¨¦ n¨¢s quisieran ellos. Dan pena. ?stas son cloacas modernas, con todos los adelantos... Las inaugur¨® el ministro Serra, aunque ni ¨¦l ni nosotros reconocimos que eran las cloacas... Constamos como servicios reservados.
-?Puedo saber qu¨¦ ha sido de Guijuielo?
-Est¨¢ reponi¨¦ndose en un lugar secreto... Es lo que deber¨ªa hacer usted. Este agosto es muy caluroso...
-?Si usted tuviera que encontrar a Rold¨¢n... d¨®nde ...?
El teniente coronel se hab¨ªa enfadado.
-?Acaso usted duda de que le est¨¦ buscando ... ?
-En absoluto. Ni lo busca ni lo deja de buscar, sino todo lo contrario...
Cigales, sonriente y mudo. La audiencia hab¨ªa terminado. La puerta se abri¨® con una suavidad impropia de su tama?o y dos azafatas leves como jarritas de cerveza sin alcohol le invitaron a seguirlas con una sonrisa algo p¨¢lida por tanta cloaca, pero sonrisa a la postre.
-Recuerde el lema de la cloaca castrense, Carvalho... A los amigos, el culo; a los enemigos, por el culo...
Las muchachas ni se inmutaron por la groser¨ªa y todo fueron sonrisas y cuidado con el suelo que acaban de pasar la cera hasta que Carvalho traspaso una puerta que lo dej¨® en la estaci¨®n de metro de Callao. Una vez ubicado, fracas¨® en el empe?o de localizar en la pared el rect¨¢ngulo de la puerta por la que hab¨ªa salido, ante la atenci¨®n jocosa de los viajeros del and¨¦n y luego la presencia coercitiva de un guarda de seguridad.
-?Se le ha perdido a usted algo?
-Rold¨¢n.
Nadie estaba dispuesto a sorprenderse. El guarda de seguridad le tendi¨® un papel doblado.
-Tal vez esto le ayude.
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