El caso del escritor desle¨ªdo (5)
Relato de R.L. S. se negaba a dar por . perdida su imagen. Se lanz¨® impetuosamente a recuperarla, y as¨ª, de programa en programa, fue revolc¨¢ndose en las m¨¢s pestilentes charcas audiovisuales, compartiendo pantalla y magazines, ch¨¢chara y morro con astr¨®logos adivinos e hipnotizadores, pol¨ªticos corruptos y estrellas de la ¨®pera, concursantes y tertulianos, oficiantes de misterios sin resolver y matrimonios obscenos y desvergonzados, putones desorejados de la jet marbell¨ª y un curandero vestido de sant¨®n y purpurina, un aut¨¦ntico delincuente. Pero todos sus esfuerzos parec¨ªan condenados al fracaso. Siempre con su atuendo impecable, pulcro, elegante, soportaba estoicamente toda clase de pendejadas verbales y de horteradas visuales con la esperanza de ver reforzado el perfil de su figura. In¨²tilmente. Adem¨¢s de emborron¨¢rsele, la cara se le ablandaba cada d¨ªa m¨¢s y se le ca¨ªa, literalmente se le desmoronaba con los rasgos distorsionados: su cara empezaba a parecerse pat¨¦ticamente a una cara dibujada por Francis Bacon.
Prob¨® el agua imantada que anunciaban en la radio y su estre?imiento cr¨®nico se alivi¨®, pero no su delicuescencia camal y ¨®sea, su vidriosa y et¨¦rea corporeidad, que persist¨ªa en las pantallas de televisi¨®n, en los espejos y en los ojos de su mujer y de sus hijas. D¨ªa tras d¨ªa era m¨¢s acusado ese deshaucio ignominioso que afectaba no s¨®lo al organismo, sino tambi¨¦n a la vestimenta, traje y ropa interior y zapatos y corbata, por mucho que cambiara de atuendo o acumulara prendas sobre la piel: gruesos jerseys y acorazados gabanes y forrad¨ªsimos abrigos, lo cual resultaba una tortura en pleno verano, y hasta gabardinas fabricadas en Taiwan y trajes de goma de submarinista y de buzo. Hubo de rendirse a la evidencia: el cuerpo y la ropa se hab¨ªan confabulado para desvanecerse al un¨ªsono.
M¨¢s desesperado cada d¨ªa que pasaba, consult¨® a curanderas y te¨®logos, santones y echadoras de cartas y, sobre todo, asesores de imagen. Uno de ellos le aconsej¨® dejarse ver vestido de legionario durante un mes, y luego dos meses tocado con un genuino tricornio de la Guardia Civil. Otro, famoso por haberle endosado a Antonio Gala el bast¨®n, la tonadilla de abuelita resabiada y la prosa patriotera-andaluza, le prescribi¨® sombrero y gabardina en todas sus apariciones televisivas, y que esgrimiera impertinencia y malas pulgas, que se hiciera notar.
-Y no olvide nunca esto que le voy a decir -le recomend¨® por ¨²ltimo el asesor de imagen-. Muchos cretinos salen en la televisi¨®n no porque sean famosos; son famosos cretinos porque salen en la televisi¨®n.
-Enterado.
Al mismo tiempo, en sus ratos libres, R. L. S. devoraba anuncios de prensa por si surg¨ªa alguna oferta interesante. Un d¨ªa ley¨® uno bastante sugestivo:
RELAX RITA "SOPLILLO"
Sexy-Life-Leben- Vida- Vita con Rita "Soplillo", maravillosa jovencita 18 a. insufla vida al cuerpo con su boca carnosa. Confortables instalaciones con ba?era redonda y v¨ªdeo. Rigurosa higiene y discreci¨®n. T. 69.00.69. Lunes y viernes con Mari Pili y 6 amigas complacientes. 1.000 manual, 2.000 manual con franc¨¦s, 3.000 compl. Os esperamos.
Concert¨® una cita por tel¨¦fono. Rita "Soplillo" result¨® estimulante hasta alcanzar cierto cosquilleo existencial en las ingles, pero m un paso m¨¢s all¨¢. Era lectora entusiasta de Chesterton y pasaron un buen rato rememorando las aventuras del padre Brown. ?l abandon¨® un instante la cama para mirarse en el espejo y constatar desolado que segu¨ªa imparable el pro ceso de esfumaci¨®n, y entonces Rita "Soplillo", vi¨¦ndole de espaldas, revel¨® el sorprendente conocimiento que ten¨ªa de la obra de Chesterton al citar de memoria una de sus punzantes iron¨ªas, acerca de un general:
-"Visto de espaldas, era el hombre que necesitaba la patria".
Con todo, los poderes del famoso soplillo no alcanzaron a insuflar peso ni volumen estables a R. L. S., que volvi¨® a casa muy nebuloso y deprimido.
Al d¨ªa siguiente particip¨® en un reality-show dedicado a una sufrida ama de casa de L'Hospitalet que hab¨ªa cortado los huevos a su marido mientras dorm¨ªa, los hab¨ªa metido en la picadora, sazonado luego con hierbas y especies, mezclado con champi?ones y pasado por el minipimer, obteniendo un revoltillo que se comi¨® tranquilamente sentada viendo en la televisi¨®n, seg¨²n confesi¨®n propia, el programa "Lo que necesitas es amor". Nada m¨¢s iniciar su intervenci¨®n, R. L. S. se emple¨® a fondo insultando al gran comunica dor que dirig¨ªa el debate televisivo y a todos los que estaban en el estudio.
-??Qu¨¦ se propone?! -chillaba el presentador con el peluqu¨ªn torcido.
Me dijeron que eso era un reality-show, as¨ª que quiero ver el cuerpo del delito. Quiero ver los huevos revueltos. -?Usted es un provocador! ?La se?ora dice que se los confi¨®!
- No la creo -dijo R. L. S. con la voz suave-. Y usted es un chorizo.
-?Largo de aqu¨ª! ?Estamos en el aire, y puede haber ni?os vi¨¦ndonos! ?Es usted un irresponsable!
-Estoy dispuesto a asumir mis responsabilidades audiovisuales, del mismo modo que asumo las jur¨ªdicas y las fiscales, si usted me dice cu¨¢les son. Puesto que la necesidad de ha cerse ver y notar era cada vez m¨¢s urgente y vital, R. L. S. no dudaba en emplear las artima?as m¨¢s de leznables, en especial la trifulca verbal en directo y en horas de gran audiencia, implicando siempre a los comunicadores de mayor ¨¦xito. Si quer¨ªa convertirse en un figur¨®n audiovisual, ese era el camino m¨¢s r¨¢pido.
-Su programa, se?or comunicador, es una refinada forma de tortura -le dijo dos d¨ªas despu¨¦s a otro presentador, esta vez de TV 3.
-?Haga el favor de explicarse!
-Lo har¨¦ cuando me apetezca.
Era un magazine con n¨²meros musicales y tertulianos populares: un cantautor con voz de cabra enamorada, un director de cine auton¨®mico, un sacerdote autor de best-sellers y un se?or bajito que dijo ser socio del Barca y llamarse Llapat i Faixat.
-?Se?or Errelese, tengo que pedirle que abandone el plat¨® inmediatamente! -exigi¨® el presentador-. ?No consentir¨¦ sus insultos!
-?A m¨ª tambi¨¦n me ha insultado, muchas veces! -dijo el peliculero esclerotizado y subvencionado hasta las cejas- ?Y dice pestes del cine catal¨¢n!
-?En mi programa no lo consentir¨¦! ?Este director merece un respeto!
-Tal vez -dijo R. L. SPero ni un duro del bolsillo de los contribuyentes.
-?Esa es otra cuesti¨®n, se?or m¨ªo!
-No. Esa es la cuesti¨®n -mir¨® al director y a?adi¨®:- A ver si nos entendemos, zoquete. Cuando digo que una pel¨ªcula es mala, tanto si se ha hecho en catal¨¢n como en espa?ol, quiero decir que es mala porque se ha hecho mal, no porque se haya hecho en catal¨¢n o en espa?ol. Merluzo, que eres el merluzo del celuloide patriotero.
-?Fuera del Plat¨®! ?Largo! -grit¨® el presentador.
R. L. S. obedeci¨® encamin¨¢ndose hacia la salida, pero no o¨ªa sus pasos. Mientras, improvisando una sonrisa tranquilizadora, el comunicador sobaba a su audiencia y anunciaba:
-Y ahora, queridos amigos, para quitarnos el mal sabor de boca, les propongo unos minutos de aut¨¦ntico placer: los ¨¦xitos m¨¢s c¨¦lebres de Cole Porter en la voz de Nuria Feliu.
Al o¨ªrlo, saliendo ya del mort¨ªfero campo de visi¨®n de las c¨¢maras , R. L. S. se volvi¨® y dijo:
-?Lo ve, como es usted un s¨¢dico?
-?Ll¨¦vense de aqu¨ª a este cabr¨®n! ?Fuera!
-Adeu, tu, que et bombin.
Todo fue de mal en peor. Apenas pod¨ªa ver su cara en el espejo y su voz se apagaba. Su sombra se borraba en el suelo y su cuerpo flotaba en la calle como una gasa o como una ceniza sin reposo. Esa vaguedad de contornos lo obligaba a operaciones estramb¨®ticas para obtener referencias visuales; si no quer¨ªa acabar degollado, ten¨ªa que afeitarse cada ma?ana con sombrero y bufanda; para cortarse las u?as de las manos y los pies, primero se las pintaba con laca roja. En la ducha, al enjabonarse, descubr¨ªa hasta qu¨¦ punto era ya inconsistente y transl¨²cido. Antes su cuerpo era de alabastro, como el del poeta, ahora era de cristal turbio, un poco ambarino, visiblemente expoliado. Y los s¨ªntomas de la irreversible dolencia eran ya abrumadores; al bajar las escaleras y mirarse los pies, y no verlos, sufr¨ªa intensos mareos; no pod¨ªa dormir si no cubr¨ªa sus ojos con un antifaz porque los p¨¢rpados no le proteg¨ªan de la luz. Y segu¨ªa meando fuera del water porque no ve¨ªa la orina ni sab¨ªa adonde dirigirla.
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