ATADA A LAS ZAPATILLAS
Esta mujer, con manos de mariposa y u?as de leona, es tan famosa como los puros de Fidel. De peque?a dorm¨ªa con las zapatillas de danza bajo la almohada. Su padre, alarmado, pregunt¨® a la madre: "?Esta ni?a no va a caminar m¨¢s como las personas normales?". A?os despu¨¦s, en su deb¨² con el papel de Giselle en el Metropolitan, las cintas la ataban esa noche de ¨¦xito a unas bailarinas ensangrentadas por el esfuerzo. Ha pasado medio siglo. Y Alicia Alonso, de 76 a?os, con la vista ensombrecida -casi ciega-, sube ma?ana a las tablas del teatro Alb¨¦niz (Madrid) dispuesta a consumir los ¨²ltimos sudores. ?Insaciable!, vive la danza con la codicia de una fiera hambrienta. ?Hasta cu¨¢ndo permanecer¨¢ atada a las zapatillas esta dama del ballet que ha caminado por los teatros con la naturalidad de un rayo de luz?-
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