La mayor¨ªa de los ancianos mejora en las residencias de estancias veraniegas
Las plazas temporales alivian tambi¨¦n el trabajo de los que cuidan de los mayores
Pasar un mes en una residencia de verano especialmente preparada para atender a un anciano es bueno para ¨¦ste y, de paso, supone un apoyo y un importante descanso para los que le cuidan durante el resto del a?o. Un programa experimental realizado en la Residencia-Hogar de Jubilados y Pensionistas de ?ibar (Guip¨²zcoa) durante tres veranos ha demostrado que el 67% de los ancianos mejoraron su nivel de comunicaci¨®n, su capacidad funcional, su grado de depresi¨®n, su deterioro cognitivo y su satisfacci¨®n vital e intelectual. El problema es que hay pocas plazas disponibles.
Las residencias temporales son una de las alternativas actuales a los asilos, as¨ª como la asistencia domiciliaria o las residencias de d¨ªa. Actualmente hay 22.000 personas esperando una plaza en una residencia de ancianos del Insalud, y esta cifra va en aumento: se calcula que en el a?o 2010 el 15,10% de la poblaci¨®n espa?ola (6.193.570 personas) tendr¨¢n m¨¢s de 65 a?os.El Programa de Estancias Temporales (PET), sobre el que se centr¨® el estudio, se desarroll¨® de manera experimental a o largo de los tres ¨²ltimos veranos en la mencionada residencia de ?ibar, que pertenece a la Diputaci¨®n Provincial Foral de Guip¨²zcoa.
Los psic¨®logos Francisco Javier Leturia y Jos¨¦ Javier Yanguas han puesto en pr¨¢ctica este programa entre 41 personas de entre 71 y 93 a?os de edad. La media de permanencia de los ancianos en la instituci¨®n fue de 27 d¨ªas. Pr¨¢cticamente la mitad de ellos presentaban problemas de incontinencia y de movilidad. Tras este periodo, los especialistas observaron que mejoraba el nivel de comunicaci¨®n de los ancianos en el 70,59% de los individuos y la capacidad funcional en el 64,21%. En cuanto al nivel de depresi¨®n o de satisfacci¨®n vital, en el primero mejoraron el 79,17% de los ancianos durante su estancia en la residencia y en el segundo, el 58,3%.
Sin embargo, los responsables de este estudio consideran necesario hacer un matiz: "Hay que realizar una evaluaci¨®n adecuada desde el punto de vista ps¨ªquico y social de los ancianos y aplicar tratamientos adecuados para cada caso con el fin de evitar posibles influencias negativas de estos programas", se?ala Francisco Javier Leturia. Y es que algunas de estas personas se resistenten enormemente a la hora de ingresar en el centro, lo que puede tener efectos negativos durante su estancia en el mismo, como la desorientaci¨®n o la ansiedad.
Cuidadores 'quemados'
Los programas de estancias temporales est¨¢n destinados a las personas mayores que normalmente son atendidas por sus familiares y que en un momento determinado necesitan un apoyo temporal en el cuidado de las mismas o, simplemente, tomarse un descanso. "Estas estancias tienen que servir como soporte para que el cuidador y la persona mayor puedan posteriormente seguir en su casa y sin dificultad el programa iniciado", explica Leturia.Otra de las ventajas de estos programas es que permiten a los psic¨®logos acceder con m¨¢s facilidad a los cuidadores, sean o no familiares del anciano. Muchos de estos cuidadores presentan lo que se llama el s¨ªndrome del quemado. Este problema presenta toda una sintomatolog¨ªa como el maltrato al anciano o los problemas de autocuidado en las parejas de personas mayores.
Actualmente hay 13.800 plazas para ancianos en centros propios o concertados del Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inserso). Pero no dan abasto. En los ¨²ltimos diez a?os ha crecido aproximadamente un 50% la demanda de este tipo de plazas.
El Inserso, que depende del Ministerio de Asuntos Sociales, tiene 29 centros residenciales propios de tercera edad, siete residencias asistidas (que son s¨®lo para aquellos ancianos dependientes, que no puedan valerse por s¨ª mismos) y 15 mixtas en el territorio en el que el Ministerio de Asuntos Sociales tiene competencias. Pero tambi¨¦n tienen centros concertados con comunidades aut¨®nomas.
Para acceder a una de estas plazas, el anciano debe aportar el 75% de sus ingresos a la residencia. Sin embargo, los que disponen de una pensi¨®n muy baja siempre pueden quedarse con un m¨ªnimo de 10.000 pesetas mensuales para sus gastos. A t¨ªtulo orientativo, se calcula que una residencia de este tipo puede costarle a cada anciano entre 200.000 pesetas al mes, si se trata de una residencia privada, y 40.000, si se trata de una p¨²blica.
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