Cerdanya: Llivia y usted mismo
Es de gran destreza saber mirar, y m¨¢s a¨²n saber mirar sin pesta?ear".Ayer, para testimoniar en la boda de su sobrino, por unos momentos se hizo dios de una trama de magia el tenor Josep Carreras cuando su voz excit¨® la ac¨²stica precisa de la iglesia de Nuestra Se?ora de los Angeles, templo parroquial de Llivia, pueblecito este colocado por una historia que ya debi¨® arrancar en tiempos del paleol¨ªtico en un asiento en forma de media luna que hoy pueblan 200 vecinos escasos y otras tantas casas techadas con pizarra, muchas de ellas payesas, todas con porches que son obras de arte. Dicen los escritos que Llivia fue fundada por H¨¦rcules- hoy se ofrece como la joya de la met¨¢fora del silencio que es toda la Cerdanya, Cerda?a en castellano. Pero desde que en 1.659 se firmara el tratado de los Pirineos entre Espa?a y Francia, este poblado de calles pinas que es monumento nacional, es tambi¨¦n alimento espiritual de la ceremonia de la confusi¨®n: Llivia, pol¨ªticamente, pertenece a la Cerda?a catalana espa?ola, pero geogr¨¢ficamente posa en Francia; en aquellos tiempos, cuando Llivia era "llave y baluarte" de la Cerda?a, gracia que le hab¨ªa otorgado la reina Mar¨ªa, su estatuto era el de Villa real y no de pueblo, y por ello no fue incluida en la cesi¨®n del lote de 33 pueblos a favor de Francia que estipulaba la hist¨®rica paz pirenaica. Y aqu¨ª empez¨® el l¨ªo y el encanto. Hay tres peluquer¨ªas en Llivia que viven de clientela francesa; si la plaza sube en la Cerda?a espa?ola, se hace el mercado en la francesa, y si los filetes son mas baratos en Llivia la cesta de la compra de la ama de casa de Llo, aldea de Cerda?a francesa donde nace el r¨ªo Segre, viaja durante unos minutos a la Catalu?a del Presidente Pujol. Todo lo anticipado son peripecias, dice Josep Vinyet i Estebanell, se cretano del patronato del museo de la villa y director del festival de m¨²sica. Lo que importa para nuestro hombre es el museo, que es, al tiempo, la farmacia mas antigua de Europa, o al menos no se conoce nada semejante. Tambi¨¦n el museo es man¨ªa de la confusi¨®n: la farmacia ya no funciona, s¨®lo es museo, es reliquia de lo que fuera una botica de los tiempos de la cicuta en polvo que se conservan en el llamado ojo del boticario, parapetado por muros y cristales, al que s¨®lo acced¨ªa el farmac¨¦utico. El museo contin¨²a en la Torre Bernat de So que, a modo de fortaleza, es una escultura que quisi¨¦ramos robar, que fue c¨¢rcel real en 1.834 y ofrece en sus paredes documentos que tejen la historia de esta tierra que el ferroviario R. Blasi i Rabassa, que tambi¨¦n fuera poeta, explic¨® a su modo: "Cerda?a dentro de Cerda?a / fronteras incre¨ªbles /dentro de Francia un trozo de Espa?a// dentro y fuera catalanes". Que Kolh y Miterrand y Berlusconi y Gonz¨¢lez se enteren.
Si me toca la loter¨ªa ya est¨¢: compro una casa en Llivia y a vivir"; nos lo dice un tal Ernesto Farandel, catal¨¢n. Por algo similar casi pecamos muy gravemente, porque la tierra prometida no es Llivia, es Cerda?a, donde los catalanes y muchas gentes, desde que funciona el t¨²nel mas largo de Espa?a, el Cad¨ª, ha puesto esta "olla" (planicie alfombrada de verde rodeada de Pirineos) a una hora y media de Barcelona. Puigcerd¨¢, la capital de Cerda?a, como toda la Cerda?a, con sus calles peatonales y su "aqu¨¦l" invisible es el dep¨®sito de un silencio que a cada cual lo reconcilia con uno mismo. Acto seguido s¨®lo es imaginable caminar hasta la Torre del Remel, de Jos¨¦ Mar¨ªa Boix, centro cultural con once habitaciones que dir¨ªanse carpinteadas en alg¨²n cielo de sue?os y, en los bajos de este castillo de hadas, los comedores que Boix ha patentado en el saber y en el amor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.