Cabeza y piernas
Bernardo Ruiz corr¨ªa con bicicletas que m¨¢s parec¨ªan de quinto culo que de segunda mano. Estaban dise?adas seg¨²n la est¨¦tica de los a?os del bloqueo y del racionamiento y sin embargo nos enganchamos como yonquis al artefacto y a la furia espa?ola que le echaban los ciclistas de posguerra, como si la furia espa?ola fuera carb¨®n del bueno en tiempos de carbonilla. Entre la bicicleta de Bernardo Ruiz y la que ha utilizado Indur¨¢in para batir el r¨¦cord de la hora hay la misma diferencia que entre la se?ora Bahaontes, aquella abundante, sufridora y tenaz Fermina que iba al Tour para quitarle a Federico las depresiones y las p¨¢jaras, y la estilizada se?ora Indur¨¢in que presencia la carrera de su marido junto a un cuadro de mandos que parece de Central de la NASA.Y, sin embargo, a pesar de las diferencias de dise?o de utillaje y humano, la carrera de Indur¨¢in ha sido una comuni¨®n colectiva sin precedentes, porque nunca, en un largo periodo que va desde Indibil y Mandonio hasta do?a Mercedes de la Merced, ning¨²n espa?ol consegu¨ªa batir el r¨¦cord ni del cuarto de hora, ni de la media ora y mucho menos el la hora. Nuestros ciclistas parecen haber entrado en la modernidad porque ya poco tienen que ver con sus ancestros testiculares que se echaban al Tourmalet como si se fueran al maquis o se met¨ªan un vel¨®dromo como si entraran en un parque de atracciones. Pero no s¨®lo con tecnolog¨ªa se consigue lo que consigue Indur¨¢in, ni tampoco con una constituci¨®n f¨ªsica privilegiada para el ciclismo. Hace falta una voluntad de logro, eso que se llama capacidad de concentraci¨®n, para la que Indur¨¢in est¨¢ muy bien predispuesto porque tiene las cejas juntas y los ojos claros pero firmes.
Durante la temporada ciclista que termina, Indur¨¢in, que algo tiene de monje asc¨¦tico, habr¨¢ comprobado cu¨¢n quebrantable es la adhesi¨®n inquebrantable colectiva y c¨®mo se arrugaron los ombligos patrios cuando se qued¨® clavado en el Giro y se temi¨® el final del ciclista prodigioso. Luego venci¨® en el Tour casi pase¨¢ndose y ahora deja el r¨¦cord de la hora a punto para poder batirlo otra vez, ¨¦l mismo, en M¨¦xico, que es donde se baten los r¨¦cords casi para siempre.
Pertenezco a esa cada vez m¨¢s reducida minor¨ªa de espa?oles que se alegran de los triunfos de los dem¨¢s espa?oles sin liarse ninguna bandera a la cabeza. Simplemente, son mi gente nos han pasado muchas cosas juntos. Hemos tenido que aguantar muchas bicicletas de quinto culo para llegar a la conseguidora de r¨¦cords. Y recurrimos demasiadas veces a sobrevivir y convivir a base de genitales antes de hacerlo usando el cerebro. Cabeza y piernas que la consigna del primer te¨®rico del ciclismo. Al menos tenemos una cabeza y un par de piernas.
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