Las tentaciones mexicanas
El posmortem electoral mexicano ofrece, en primer lugar, la tentaci¨®n del an¨¢lisis psicosociol¨®gico. Pa¨ªs donde la familia cuenta m¨¢s que la sociedad, M¨¦xico vot¨® por su padre y por su madre: el Partido Revolucionario Institucional, suma casi partenog¨¦nica de nuestra ansia de amparo filial. No importa que nuestro padre nos azote o que nuestra madre ande en malos trotes. Qu¨¦ chingados: son nuestro padre y nuestra madre, con todos sus defectos. Nos salvan de la orfandad. Ci?en, des de hace 65 a?os, nuestro horizonte vital.Ojal¨¢ fueran mejores, menos tramposos, menos violentos, m¨¢s democr¨¢ticos. Lo que no pueden dejar de ser -por lo visto- es mi familia, la que distribuye puestos, golosinas, prebendas, filantrop¨ªas, rega?os, disciplinas, llamados al orden. ?No ser¨ªa ingrato que el campesino o el lugare?o que por primera vez recibi¨® una d¨¢diva de Pronasol o Procampo, votase por la oposici¨®n?
?Somos un pa¨ªs de vocaci¨®n din¨¢stica? Durante toda nuestra historia, hemos sido gobernados por la monarqu¨ªa azteca desde 1312. Luego, de 1521 a 1700, los Habsburgo nos pusieron la mesa (m¨¢s el postrecito de otro miembro de la familia, Maximiliano, de 1862 a 1867). Los Borbones tomaron la estafeta din¨¢stica de 1700 a 1821, y m¨¢s tarde, Porfirio D¨ªaz le dio al pa¨ªs un hogar tan s¨®lido que m¨¢s bien parec¨ªa una c¨¢rcel.
Eso dur¨® 30 a?os. El PRI va a entrar, con su rep¨²blica hereditaria, al a?o 2000.
El PRI nos subsume y hereda a todos. H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn ha escrito con elocuencia sobre la necesidad de amparo de un pueblo desamparado y Octavio Paz de la paciencia infinita del mexicano. ?Por qu¨¦, entonces, el rel¨¢mpago s¨²bito, la erupci¨®n imprevista, la revoluci¨®n maderista a s¨®lo dos meses de la celebraci¨®n porfirista? ?Acaso, como sugiere Aguilar Cam¨ªn, por el sentimiento de desamparo cuando el techo desaparece, los cimientos se hunden y nos quedamos, tiritando, a la intemperie?
?Voto del miedo? En nuestro a?o de vivir peligrosamente el estallido chiapaneco, el asesinato de Colosio, las batallas de los narcos, la inseguridad personal creciente, la econom¨ªa estancada, los milagros del TLC diferidos, todo ello, en vez de favorecer a la oposici¨®n, favoreci¨® al PRI, a la familia, al amparo. ?Es ¨¦sta base suficiente para consolidar un viejo, un nuevo, un ¨²ltimo Gobierno pri¨ªsta de aqu¨ª al nuevo milenio?
Por supuesto que no. Casi la mitad del pa¨ªs vot¨® contra el PRI, por la oposici¨®n. Este hecho ilustra la divisi¨®n de M¨¦xico entre su impulso conservador, patriarcal, din¨¢stico (m¨¢s vale malo conocido que bueno por conocer) y su paciencia agotada, su instinto bronco, su ideal pol¨ªtico: la democracia es el T¨¢ntalo mexicano, deseoso siempre del fruto que, al alcance de la mano, huye una y otra vez de nuestro tacto.
De all¨ª dos tentaciones m¨¢s. Una es la tentaci¨®n triunfalista del PRI y su candidato. Otra es la tentaci¨®n d¨¦ violencia del PRD y el suyo. Triunfalismo y violencia, sin embargo, se complementan y olvidan la verdadera lecci¨®n poselectoral de M¨¦xico que es, ni m¨¢s ni menos, la de plantear y fortelecer una agenda de reformas pol¨ªticas y sociales que nos salve del trauma irrepetible de este a?o. Las elecciones nunca m¨¢s deben ser fuente de conflicto en M¨¦xico y si lo vuelven a ser, el pa¨ªs puede estallar e identificar a los responsables del estallido.
Los grupos de la sociedad civil, como el de San ?ngel y otros similares que deber¨ªan surgir, ahora m¨¢s que nunca, en otras ciudades de la rep¨²blica, tienen la responsabilidad de plantear claramente y luchar por la agenda que destierre la doble tentaci¨®n del triunfo ces¨¢reo o de la violencia antonina. La democracia es un proceso, no un solo evento electoral. La agenda a sostener implica, lo sabemos todos, federalismo, divisi¨®n de poderes, contrapesos al presidencialismo, impartici¨®n de justicia, acceso a los medios de informaci¨®n, reforma fiscal y, por supuesto, elecciones limpias. Esto es lo que, en el Gobierno y en la oposici¨®n, hay que llevar adelante para acabar con la tentaci¨®n din¨¢stica, la tentaci¨®n del miedo y la tentaci¨®n de la violencia.
Pero la democracia empieza en casa y nadie tiene responsabilidades mayores para hacerla viable que el Gobierno y el partido en el poder. Es cierto: ellos han sido sus peores enemigos. ?Se le pueden pedir peras al olmo? Lo cierto, tambi¨¦n es que no puede haber democracia en M¨¦xico si no la hay en el PRI. El dedazo o el dedillo no deben repetirse. El PRI debe elegir interna y libremente a sus candidatos para que surjan los mejores hombres y mujeres. Para eso, se requiere el cumplimiento de una promesa hasta ahora tan repetida como burlada: la separaci¨®n del Gobierno y el partido, el fin del partido de Estado. El incumplimiento de esta promesa en a?os menos traum¨¢ticos que ¨¦ste, le costar¨¢ caro al Gobierno y al partido.
Se requiere algo m¨¢s en la situaci¨®n poselectoral concreta. El esfuerzo de organizaci¨®n y transparencia del 21 de agosto, que recogi¨® las demandas de vastos sectores sociales fue maculado, de todos modos, por las inercias fraudulentas del aparato oficial, m¨¢s la voluntad de fraude en m¨²ltiples casos y de m¨²ltiples instancias. La fiscal¨ªa electoral debe redoblar esfuerzos para aclarar y sancionar estos casos. Y si hay gobernadores que no cumplieron la orden presidencial de cumplir con la ley, deben recibir un castigo ejemplar. Hubo quinas al principio del sexenio. Puede haberlas al final.
La tentaci¨®n de la violencia persistir¨¢, sin embargo, y su presencia plantea otro problema: el del destino de la oposici¨®n en M¨¦xico. Los brotes de violencia s¨®lo fortalecer¨¢n la tendencia conservadora de la mayor¨ªa actual, pues si casi la mitad del pa¨ªs vot¨® con la oposici¨®n, casi las cuatro quintas partes del pa¨ªs votaron por el centro derecha PRIPAN. Este ¨²ltimo triplic¨® sus sufragios de 1988 y es hoy el segundo partido nacional.
Pero las mayor¨ªas son fluidas y pueden moverse a la izquierda; pero s¨®lo si la izquierda se mueve hacia el centro. Esto puede ofender nuestra virginidad te¨®rica, pero no hay otra manera de hacer pol¨ªtica, sino rob¨¢ndole audiencia al PRI y al PAN. Esto va a requerir paciencia, pero menos sin violencia que con ella.
El PRD debe recrearse para combatir desde posiciones m¨¢s cercanas al electorado a fin de debilitar al PRI-Gobierno, pero sobre todo, para conquistar votos para una plataforma reformista, que el PRI-Gobiemo no cumplir¨¢ sin la presencia de una oposici¨®n pol¨ªtica de izquierda, no dogm¨¢tica, no personalista, no resentida. No habr¨¢ democracia en M¨¦xico sin una izquierda pol¨ªtica, inteligente, moderna, poscomunista. ?Socialdemocracia? As¨ª sea. El PRI ni a eso llega.
En la cima de su poder electoral en 1988, el PRD no supo negociar pol¨ªticamente y emplear su fuerza de entonces para las crisis de ahora. Con berrinches no se hace pol¨ªtica: ni C¨¢rdenas en 1988 ni Camacho en 1993. Pol¨ªtica es di¨¢logo, negociaci¨®n, sin perder un ¨¢pice de convicci¨®n o firmeza.
Si el PRI no se reforma, ¨¦ste ser¨¢ su ¨²ltimo Gobierno. Si el PRD no se reforma, nunca llegar¨¢ al Gobierno.
Yo vot¨¦ por Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas el 21 de agosto. Figura moral respetabil¨ªsima, el ingeniero tiene la integridad y el valer probados para ver la realidad y favorecer el avance de la izquierda en la que tan fervientemente cree. Ese avance pasa hoy por el rechazo de la violencia, junto con la firmeza para exigirle a las instancias legales que cumplan su papel poselectoral. Resistencia c¨ªvica contra los abusos del poder. Afirmaci¨®n de la agenda nacional de aqu¨ª al a?o 2000. Rechazo del dogmatismo grupuscular (y crepuscular). La apertura y reorganizaci¨®n del partido en tomo a sus elementos m¨¢s racionales, equilibrados y constructivos.
La tentaci¨®n de todos consiste, ahora, en hacer pol¨ªtica, en contra de las fatalidades, miedos, arrogancias, triunfalismos, inercias y violencias de nuestra tradici¨®n. Creemos una nueva tradici¨®n moderna, incluyente y exigente, en primer lugar, para con nosotros mismos.
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