De necesidad, virtud
POCAS DUDAS hay de que, al ofrecerse a negociar los presupuestos presentados por el Gobierno, Aznar piensa menos en las cuentas del Estado que en minar la alianza del PSOE con los nacionalistas. Despu¨¦s de meses dici¨¦ndole a Felipe Gonz¨¢lez que deb¨ªa dimitir porque su suicidio pol¨ªtico era la ¨²nica forma posible de salvar a Espa?a de la cat¨¢strofe, la oferta de matrimonio de Aznar no deja de ser inconsecuente. Pero s¨ª ello es as¨ª, lo que este amago pone de relieve es, precisamente, la ausencia de sinton¨ªa entre los dos primeros partidos espa?oles -el del Gobierno y el que gobernar¨¢ alg¨²n d¨ªa- respecto a los nacionalistas. Es decir, respecto al objetivo ¨²ltimo de la pol¨ªtica auton¨®mica: la integraci¨®n de los nacionalismos vasco y catal¨¢n en la normalidad constitucional.El tremendismo de las cr¨ªticas a la alianza de Gonz¨¢lez y Pujol ensancha d¨ªa a d¨ªa la brecha existente sobre esa cuesti¨®n. Resulta inquietante la perspectiva de que la ¨²nica alternativa a la alianza del PSOE con Pujol (y Arzalluz) sea un partido conservador frontalmente opuesto al catalanismo y al nacionalismo vasco. Eso s¨ª que ser¨ªa la vuelta a las dos Espa?as que la Constituci¨®n de 1978 intent¨® -y logr¨® en su momento- superar.
El catalanismo (y en menor medida el nacionalismo democr¨¢tico vasco) ha tenido siempre un componente de participaci¨®n en la pol¨ªtica espa?ola que ser¨ªa una peligrosa insensatez desanimar. En ese sentido, tiene raz¨®n Gonz¨¢lez cuando habla de la oportunidad que las circunstancias ofrecen para impulsar una mayor incorporaci¨®n de ambos nacionalismos a la vida pol¨ªtica espa?ola y su mayor compromiso con el Estado. Pero tambi¨¦n es l¨ªcito preguntar por qu¨¦, si este objetivo es tan importante, no se intent¨® el acercamiento cuando, disponiendo de mayor¨ªa absoluta, el PSOE pudo hacerlo Con menor riesgo y sin suscitar las desconfianzas de ahora. Es dificil esquivar la sospecha de que en este asunto los socialistas est¨¢n haciendo de la necesidad, virtud; de la necesidad de apoyo parlamentario coyuntural, el virtuosismo de estar resolviendo un problema hist¨®rico.
Es cierto que la monserga de algunos agitadores de Aznar -a veces con apoyo de Anguita- sobre la entrega del Gobierno en manos de Pujol tambi¨¦n resulta irritante. Todo pacto entre un partido principal y otro que completa la mayor¨ªa tiene algo de leonino, en el sentido de que el segundo intenta sacar una rentabilidad mayor a la que corresponde a su peso real. Aqu¨ª falta experiencia, pero es algo habitual en la mayor¨ªa de las democracias parlamentarias, incluyendo las que, como B¨¦lgica, tienen un mapa pol¨ªtico en que se Cruzan las adscripciones ideol¨®gicas con las fidelidades nacionales.
Pero ese mismo ejemplo, y sus dificultades objetivas, alertan de la singularidad de un pacto de gobernabilidad en el que una de las partes proclama expresamente que su fidelidad primordial es territorial. Es decir, que en el l¨ªmite siempre elegir¨¢ lo m¨¢s conveniente para su territorio, aunque ello pudiera resultar contraproducente para el conjunto. Est¨¢ en la naturaleza de las cosas que un partido nacionalista obedezca ante todo a criterios particularistas, aunque tambi¨¦n se interese por los generales. Pero tampoco puede partirse de esa constataci¨®n para negar a los nacionalistas el derecho a participar en la gobernabilidad. M¨¢s bien parece conveniente animar a esa participaci¨®n, que es adem¨¢s una consecuencia casi inevitable (a la vista de los programas de los diversos partidos) de los resultados de las elecciones del 64.
Hay, pues, mucha hipocres¨ªa en algunos patri¨®ticos rasgamientos de vestiduras. El patriotismo constitucional es inseparable hoy del reconocimiento del pluralismo nacional de Espa?a y, por tanto, de su organizaci¨®n auton¨®mica. Pero aun en los casos en que las lealtades de los nacionalistas a su. ideolog¨ªa y al proyecto com¨²n de Estado son compatibles, la transparencia de los acuerdos es una condici¨®n ineludible del pacto. Aquello que no admita ser ventilado en p¨²blico deber¨¢ dejarse, al menos de momento, de lado. Y un pacto de gobierno con el nacionalismo no tiene por qu¨¦ excluir un acuerdo de los grandes partidos nacionales sobre el marco auton¨®mico mismo, que impida su cuestionamiento por motivos coyunturales.
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