Guerras
Las guerras son inevitables. Esta tesis chino-comunista aplicada a la tercera guerra mundial, que tan mala prensa tuvo, se va imponiendo y generalizando. No asistiremos a una guerra mundial como la esperada en los anos cincuenta, ni a una guerra fr¨ªa como la vivida durante 40 a?os, pero, atenci¨®n, no pararemos de hacer frente a guerras civiles. No se trata de que vuelvan las carIistas o que los cuatro generales africanistas, los cuatro cardenales y los cuatro oligarcas armen otra guerra civil. Hemos de empezar a concebir guerra civil como el enfrentamiento parcial dentro del Todo de la Aldea Global, y es guerra civil lo de Bosnia, como lo es lo de Ruanda, porque ambos conflictos ya no son fruto de la estrategia de la guerra fr¨ªa, sino de las malas leches zonales imposibles de prever.Dos te¨®ricos tan reputados como Toffler y Hans Magnus Enzensberger se han dedicado a teorizar sobre las guerras del futuro. Toffier propone que se privaticen los ej¨¦rcitos, las guerras y las paces. Hans Magnus, que nos vayamos acostumbrando a barbaries zonales como las vividas y que los antibelicistas nos abstenganios de hacer n¨²meros pacifistas. Las cosas son como son, y las guerras, a la luz de un pensamiento naturalista renovado, son descargas de adrenalina colectiva que alivian las tensiones acumuladas, como las tormentas, y dan m¨¢s ilusi¨®n de Vida e Historia a los supervivientes. Nos hemos acostumbrado mal, blandamente, a no querer que nos maten ni matar, y eso est¨¢ fuera de toda probabilidad racional, por tanto es mejor que prevengamos de d¨®nde nos puede venir el ob¨²s y el violador. Guerras por el at¨²n, por las fresas, por las aguas de los r¨ªos, por los agravios ling¨¹¨ªsticos, por la insoportable levedad del ser, del saber, del joder... La tira.
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