LA CASTRACI?N DEL GRAN DICTADOR
En la guerra, como en el amor, todo est¨¢ permitido. La ¨²ltima prueba son unos documentos, que salieron a la luz la semana pasada, sobre las peculiares t¨¦cnicas brit¨¢nicas en la II Guerra Mundial para conseguir el apoyo de Marruecos. A finales de 1941, cuando el avance alem¨¢n en el norte de ?frica parec¨ªa imparable, los servicios secretos brit¨¢nicos enviaron una serie de grabaciones obscenas a Marruecos. Los discos recogen la conversaci¨®n de un grupo de mercaderes ¨¢rabes que se dirigen a Marraquech. Mientras protestan por la par¨¢lisis comercial que sufre el pa¨ªs, un anciano viene a su encuentro y les asegura que el culpable es Hitler, "un bastardo" que odia por igual a ¨¢rabes y a jud¨ªos.El anciano les explica que Hitler, antes de llegar al poder, trabajaba como pintor de brocha gorda. Un d¨ªa, mientras pintaba una sinagoga, se cay¨® de la escalera y se da?¨® un test¨ªculo. El doctor que le atendi¨® era un jud¨ªo que hab¨ªa realizado sus estudios en un pa¨ªs ¨¢rabe. Dicho galeno, un antiguo violinista acostumbrado a conceder bises, le amput¨® el test¨ªculo, y al ser felicitado por su trabajo, le amput¨® el otro.
El relato contin¨²a con la mujer de Goebbels, el ministro de Propaganda alem¨¢n, desnud¨¢ndose ante Hitler. Este le roba la ropa y corre al frente, donde fornica con sus generales. A Goebbels le da igual, ya que est¨¢ demasiado ocupado en amasar una gran fortuna. ?El resultado de esas imaginaciones febriles? Lord Gort, entonces gobernador de Gibraltar, envi¨® un informe en 1942 en el que se?alaba que el marroqu¨ª de la calle desconoc¨ªa qui¨¦n era Hitler, y que la codicia de Goebbels despertar¨ªa m¨¢s bien admiraci¨®n. En cuanto a los h¨¢bitos sexuales de Hitler, lord Gort se limitaba a comentar que la '1sodom¨ªa es una pr¨¢ctica frecuente en el pa¨ªs".-
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