Pas¨® un ¨¢ngel
No se puede torear mejor. No se puede tener m¨¢s ¨¢ngel. No se puede tener m¨¢s gracia, m¨¢s empaque, m¨¢s enjundia ni m¨¢s perfume que el que exhibi¨® en la plaza de toros de Valladolid, con un noble y bravo toro de Manuel San Rom¨¢n, el diestro Julio Aparicio. Verle coger la muleta con la mano izquierda, bajando la mano con esa lentitud y armon¨ªa que despleg¨® en algunos naturales, es tocar el cielo.El Julio Aparicio de Valladolid mostr¨®, adem¨¢s de ese duende, el poder y el dominio del gran lidiador. En Valladolid, Julio Aparicio puso de manifiesto que escalafones aparte, es el n¨²mero uno. La trincherilla con que remat¨® su segunda tanda con la mano izquierda fue para llorarla y recordarla durante toda la vida. Con los pies juntos y abriendo el comp¨¢s, Aparicio estuvo lo m¨¢s torero que pueda so?ar un viejo y cl¨¢sico aficionado.
Rom¨¢n / Mora, Aparicio, Jesul¨ªn
Cuatro toros de Manuel San Rom¨¢n; 2? y 6? de Jos¨¦ V¨¢zquez. De poco trap¨ªo y fuerza, bravos y nobles.Juan Mora: ovaci¨®n en los dos. Julio Aparicio: dos orejas; protestas. Jesul¨ªn de Ubrique: aviso y aplausos; aviso y palmas. Plaza de Valladolid, 20 de septiembre. 4? corrida de feria. Lleno.
Hac¨ªa muchos a?os que la plaza de Valladolid no enmudec¨ªa y conten¨ªa la respiraci¨®n en el momento de la suerte suprema. El coraz¨®n de los aficionados que llenaban la plaza empuj¨® la espada del diestro conteniendo la respiraci¨®n y esperando el milagro que se produjo, una estocada de la m¨¢s perfecta ejecuci¨®n. En el quinto de la tarde no se acopl¨® con el toro. Quiso abreviar y fall¨® con la espada. El p¨²blico le respet¨® y s¨®lo tuvo leves protestas.
Con Jesul¨ªn de Ubrique lleg¨® el esc¨¢ndalo. Los tendidos abarrotados de quincea?eras, le gritaron antes de coger el capote para su primer enemigo. Estuvo voluntarioso, encimista, en su l¨ªnea. Siempre aclamado por sus muchas admiradoras. Pinch¨®, tuvo que descabellar y sus partidarias le aplaudieron. En su segundo estuvo tambi¨¦n lidiador, consiguiendo sacar tandas de bella factura, pero otra vez el fallo a espadas le impidi¨® el triunfo.
Juan Mora es un torero serio, profundo, artista y ayer lo demostr¨® tambi¨¦n en Valladolid. En su primero fue volteado en un desplante, afortunadamente sin consecuencias. Mat¨® mal y recibi¨® aplausos. En su segundo, encorajinado, tuvo dos tandas con la mano derecha muy aplaudidas por el respetable. Volvi¨® a fallar con el estoque y salud¨® desde el tercio.
Un ¨¢ngel pas¨® por Valladolid. No se puede torear mejor. La magia de Julio Aparicio embruj¨® la severidad y austeridad de la plaza de toros de la capital de Castilla.
Babelia
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