Aciertos y desprop¨®sitos
La edici¨®n 94 concluy¨® como se esperaba: con una lista de premios discutible que, m¨¢s all¨¢ de la Concha de Oro, que premia a una pel¨ªcula estimable como D¨ªas contados, abunda en desprop¨®sitos, como la paternalista menci¨®n al filme kazajo-fr¨¢nc¨¦s, un producto de modestia espartana, por un concepto que se podr¨ªa aplicar a casi todos los de la competici¨®n, o el premio a la int¨¦rprete femenina, para una actriz china que oficia en P¨®lvora roja, p¨®lvora verde como una m¨¢scara apenas inmutable.Las actrices, de D¨ªas contados, cualquiera de las cuales pod¨ªa optar al premio, o Mar¨ªa de Medeiros, que borda su papel en El detective y la muerte, fueron as¨ª injustamente relegadas, se supone que para compensar, craso error, los otros galardones rec¨ªbidos por las pel¨ªculas en las que trabajaban.
Pero el aut¨¦ntico desaguisado no estuvo aqu¨ª, sino en los premios m¨¢s cotizados despu¨¦s de la Concha de Oro, el de mejor director, que recay¨® en Danny Boyle, responsable del truculento Tumba abierta, y el premio, especial del jurado. El hacer que una pel¨ªcula formalmente pobre, pero valiente al tratar su tema -la persecuci¨®n inhumana de 500 fugados del campo de exterminio de Mauthausen-, como es Sin pasi¨®n para el cobarde, comparta ex-aequo el segundo galard¨®n en importancia con un monumento al oportunismo sentimental como es Second best, s¨®lo sirve para devaluar el inter¨¦s c¨ªvico de la primera, y en nada ayuda a la carrera comercial de la segunda.
Problema de escasez
Pero m¨¢s all¨¢ de que los galardones resulten justos o no, no cabe duda de que esta edici¨®n supuso un frenazo a los s¨®lidos intentos de renovaci¨®n emprendidos, desde el a?o pasado, por el equipo que dirigen Manuel P¨¦rez Estremera y Diego Gal¨¢n. Es cierto que en el festival se ha podido ver buen cine: las retrospectivas y el pase, fuera de concurso, de pel¨ªculas ganadoras de otros cert¨¢menes, fueron las responsables. Pero, tampoco caben dudas respecto a que la programaci¨®n de las secciones principales, la Oficial y Zabaltegi, estuvo por debajo del inter¨¦s de la edici¨®n del 93.
Ciertamente, no ha sido ¨¦ste un a?o pr¨®digo en buenos filmes: Montreal o Venecia, por ejemplo, tuvieron que afrontar el mismo problema de escasez que Donostia, y tropezaron con la misma piedra. Resulta dificil creer que toda Latinoam¨¦rica -una apuesta estrat¨¦gica del festival-, que se llev¨® las conchas de oro en 1992 y 1993, no tuviera una sola pel¨ªcula digna de ser programada a concurso. Han faltado, en todo caso, criterios coherentes por parte del comit¨¦ de selecci¨®n y mayor riesgo a la hora de incluir filmes menos convencionales.
Babelia
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