?Quiere ver noticias sobre' su empresa en EL PA?S?
Este peri¨®dico publica, a veces, anuncios que producen un buen sobresalto no s¨®lo a sus lectores, sino tambi¨¦n a los propios responsables del diario. El pasado domingo, dos lectores (que llamaron) y m¨¢s de un redactor se quedaron boquiabiertos al leer en la p¨¢gina 51 (secci¨®n Econom¨ªa) el siguiente titular: "?Quiere que todo EL PA?S (...) conozca y publique noticias y reportajes sobre su empresa, producto y servicio? Nuestro gabinete de prensa (...) le ayudar¨¢, a ser conocido".Una lectura r¨¢pida del anuncio transmit¨ªa la idea de que un determinado gabinete de prensa se estaba ofreciendo, en las propias p¨¢ginas de EL PA?S y bajo su mism¨ªsima cabecera, a "colocar" noticias en la secci¨®n de Econom¨ªa del diario.
Una lectura m¨¢s reposada aumentaba, relativamente, el sobresalto: el gabinete de prensa extend¨ªa su oferta a pr¨¢cticamente todos los diarios, emisoras de radio y televisi¨®n y revistas de Espa?a.
Mirando atentamente el reclamo publicitario (un fald¨®n a cinco columnas), la Defensora del Lector lleg¨® a la conclusi¨®n de que lo que produc¨ªa m¨¢s alarma a los lectores de EL PA?S era la utilizaci¨®n del logotipo o cabecera del peri¨®dico. Si ese mismo texto hubiera dicho: "?Quiere que todo el pa¨ªs conozca y publique ...?", seguir¨ªa existiendo un juego de palabras, pero el sobresalto hubiera sido menor. En cualquier caso, ?q¨²¨¦ servicio se estaba ofreciendo realmente?
Este departamento comprob¨® que el gabinete en cuesti¨®n se llama Yellow Comunicaci¨®n (traducido: Comunicaci¨®n Amarilla) y que lo que pretende es, que peque?as y medianas empresas contraten a sus expertos en asesor¨ªa y relaciones p¨²blicas. Est¨¢ claro que Yellow Comunicaci¨®n (como cualquier gabinete de prensa del mundo) sabe que no puede ofrecer a sus clientes "colocar" noticias en EL PA?S, sino, todo lo m¨¢s, prometerles que inundar¨¢ la Redacci¨®n con notas o convocatorias de conferencias de prensa.
El anunciante lo sabe, pero el problema subsiste desde el punto de vista del propio peri¨®dico y de sus lectores. El director adjunto, Javier Valenzuela, considera por ejemplo, que el reclamo era irritante. "El anuncio", afirma, "me ha producido, sucesivamente, perplejidad, risas e irritaci¨®n".
"Pero ha sido este ¨²ltimo sentimiento", prosigue, "el que ha persistido. Irritaci¨®n por el uso de la cabecera de EL PA?S en un anuncio, algo que nos tenemos estrictamente prohibido, y, sobre todo, porque ese mensaje publicitario puede dar la impresi¨®n de que en este peri¨®dico se publican 'noticias y reportajes' sobre las 'empresas, productos o servicios' por encargo de un gabinete de prensa. Y no. Ning¨²n gabinete de prensa, comunicaci¨®n o publicidad puede garantizar de antemano a sus clientes que EL PA?S va a publicar algo".
"En este peri¨®dico", explica Valenzuela, "se reciben a diario decenas, cientos de notas y comunicados expedidos por ese tipo de gabinetes. Todos ellos son le¨ªdos por la Redacci¨®n, que estima si son de inter¨¦s o no, y, en el caso de que lo sean, pone en marcha los mecanismos profesionales necesarios, para producir con sus propios medios una informaci¨®n".
"En este peri¨®dico", insiste el director adjunto, "s¨®lo los profesionales deciden qu¨¦ asuntos son de inter¨¦s o importancia para nuestros lectores, y s¨®lo ellos los redactan y ponen en p¨¢gina. Podemos equivocarnos, y nos equivocamos, en la valoraci¨®n de lo que es noticia y en su presentaci¨®n, pero los destinatarios del anuncio aqu¨ª aludido deben saber que ninguna empresa de comunicaci¨®n, por buena que sea, puede conseguir que sus mensajes sean incluidos de modo autom¨¢tico en nuestras p¨¢ginas".
El departamento de Publicidad de EL PA?S, por su parte, ya se hab¨ªa dado cuenta del error cometido y del efecto causado por el anuncio antes de que la propia Defensora del Lector planteara su queja.
"Hemos discutido este asunto", explica el director de Publicidad, Ricardo Casillas, "y estamos de acuerdo en insistir en que la utilizaci¨®n de la cabecera del peri¨®dico en un anuncio de una empresa ajena debe estar, en principio, prohibido". Casillas se compromete, pues, a recordar a los anunciantes que deben solicitar autorizaci¨®n expresa antes de incluir el logotipo de EL PA?S en sus textos.
Destripar guiones. Una lectora de Gij¨®n, Nieves ?lvarez, escribe para pedir que los cr¨ªticos de cine repriman sus ansias de contar el final de las pel¨ªculas que comentan. %Hay forma de que EL PA?S impida a sus cr¨ªticos destripar los desenlaces?", pregunta. ?lvarez se queja en concreto de la cr¨ªtica de la pel¨ªcula Forrest Gump, publicada el mi¨¦rcoles 28. Augusto M. Torres deslizaba un dato que, obviamente, yo no voy a repetir aqu¨ª y que la lectora, considera innecesario. La pel¨ªcula no es policiaca, pero aun as¨ª procede pedir disculpas. A nadie que vaya al cine le apetece que le cuenten antes el gui¨®n, incluso si se trata de una muestra del g¨¦nero hist¨®rico.
Rectificar. La Organizaci¨®n de Defensores del Lector, a la que pertenece este departamento y que tiene sede en Estados Unidos, ha enviado a sus asociados una nota animando a que los diarios rectifiquen "siempre y en toda ocasi¨®n" datos incorrectos. Y para apoyar su demanda incluye fotocopia de una rectificaci¨®n publicada por el diario brit¨¢nico Observer exactamente 199 a?os y 27 d¨ªas despu¨¦s de cometer un error.
El art¨ªculo original, una, necrol¨®gica de Mozart publicada en 1791, afirmaba que el m¨²sico era alem¨¢n y que hab¨ªa muerto el 15 de diciembre de ese a?o. El 20 de enero de 11991 el peri¨®dico rectific¨®: "Podemos ahora afirmar que, en realidad, Mozart era austriaco y que muri¨® el 5 de diciembre. Aprovechamos la ocasi¨®n para pedir disculpas a la familia".
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