El Reino Unido mata toda esperanza de implantar la 'ecotasa' en la Uni¨®n Europea

Toc¨® la medianoche y toc¨® a muerto, quiz¨¢ por siempre, para la idea de una ecotasa, o suced¨¢neo de la misma, que grave fiscalmente las emisiones de di¨®xido de carbono, C02, como m¨¦todo para disuadir a los agentes contaminantes. Esta vieja reivindicaci¨®n, elevada a compromiso, de la Conferencia de R¨ªo, se hundi¨® esta madrugada por la cerrada oposici¨®n del Reino Unido, receloso de cualquier decisi¨®n que suene a nuevo impuesto. Las presiones alemanas se estrellaron en la pared de Londres durante el Consejo de ministros de Medio Ambiente de la Uni¨®n Europea (UE).

Las esperanzas de que el Gobierno Major hab¨ªa flexibilizado su postura se revelaron pura ilusi¨®n. Europa contamina y contaminar¨¢ mucho m¨¢s a¨²n, incumpliendo todos sus compromisos. La UE no podr¨¢ cumplir su palabra dada en R¨ªo de Janeiro, consistente en estabilizar para el a?o 2.000 -es decir, no aumentar- sus emisiones de C02 respecto a las lanzadas a la atm¨®sfera en 1990, 3.142 toneladas. El comisario de Medio Ambiente, Yannis Paleokrassas, advirti¨® que al ritmo en que est¨¢n aumentando las emisiones, a fin de siglo se habr¨¢ superado en un 12% el nivel de 1990.Habr¨¢ nuevos intentos de replantear el asunto, por su impacto popular. Pero el acuerdo requiere unanimidad. Y el veto de Londres est¨¢ garantizado. "Mucho me temo que el tema llegar¨¢ muerto a la presidencia espa?ola" en el segundo semestre de 1995, se lamentaba el ministro espa?ol, Jos¨¦ Borrell.

El pesimismo estaba justificado, tanto porque durante el d¨ªa los brit¨¢nicos insinuaron una in¨¦dita flexibilidad, como porque la presidencia alemana ech¨® el resto. Apret¨® a fondo el acelerador, con la vista puesta al mismo tiempo en sus pr¨®ximas elecciones legislativas, y en la necesidad de cosechar ¨¦xitos para la reuni¨®n que los firmantes de R¨ªo deben celebrar en Berl¨ªn el. pr¨®ximo abril.Todos las presiones y los esfuerzos de flexibilidad se estrellaron, sin embargo, ante el front¨®n de Londres. Primero se habl¨® de un nuevo impuesto, la ecotasa, r¨¢pidamente descartada, pues crear nuevos impuestos enajena votos. Despu¨¦s se baraj¨® la idea de aumentar el tipo impositivo del IVA, pronto descartada por la diversidad de tipos existentes en Europa. Anoche se tir¨® por la borda el ¨²ltimo y m¨¢s suave intento: el de aumentar las accisas, los impuestos sobre carburantes, cuyo consumo es el que directamente causa la contaminaci¨®n.

Incluso se calcul¨® su impacto. Ese aumento supondr¨ªa, por ejemplo, aumentar en tres d¨®lares el precio del barril de petr¨®leo. Y para Espa?a, encarecer el litro de gasolina en algo m¨¢s de una peseta, seg¨²n apunt¨® indicativamente Borrell.Pero no hubo nada que hacer. Londres argument¨® una y otra vez que ¨¦se era un asunto para cada pa¨ªs, que el Reino Unido ya ha puesto en marcha una pol¨ªtica medioambiental y que cumple sobradamente en el plano nacional la desincentivaci¨®n fiscal de la contaminaci¨®n: aumenta todos los a?os el precio de los carburantes en un 5%.

Se hund¨ªan as¨ª las esperanzas de un planteamiento a nivel comunitario, despertadas hace cuatro a?os y reavivadas antes de la Cumbre de R¨ªo, en la que se tomaron unos compromisos para cuyo cumplimiento no hay ahora ning¨²n instrumento.

La oposici¨®n cerrada de Londres permit¨ªa a otros permanecer en la penumbra. Es el caso de Francia, que manifestando un acuerdo de principio amagaba el desacuerdo con la medida, por implicar un reparto equitativo de la carga que conlleva la lucha contra la contaminaci¨®n.

Los pa¨ªses del Sur son menos, contaminantes que los del Norte, dada su menor densidad industrial. Espa?a, por ejemplo, est¨¢ a un nivel del 60% de la media comunitaria en las emisiones de C02 per c¨¢pita y va a aumentarlas de aqu¨ª al a?o 2000. Hasta un.25% m¨¢s, seg¨²n las previsiones ya cursadas a la UE, previsiones "que vamos a reducir", dijo Borrell, porque los sectores productivos est¨¢n incorporando nuevas tecnologias m¨¢s r¨¢pidamente de lo previsto.Pero si a Espa?a y a los otros pa¨ªses latinos se les autorizaba a aumentar sus emisiones, no ocurr¨ªa lo propio con los pa¨ªses del Norte, que deber¨ªan reducirlas. "Es una cuesti¨®n de equidad en el desarrollo econ¨®mico, unos pa¨ªses deben dejar espacio a otro", puntualiz¨® Borrell. El problema es que se debe conseguir un equilibrio para que el aumento relativo de unos se compense con la reducci¨®n de los m¨¢s desarrollados. Y a la hora de concretar los detalles, Francia se mostraba esquiva en el reparto, chocando con los cuatro pa¨ªses de la cohesi¨®n (Espa?a, Grecia, Portugal e Irlanda). No importa. Todas las maldades se achacar¨¢n al Reino Unido. Y Par¨ªs recoger¨¢ el testigo en su pr¨®xima presidencia. Dif¨ªcilmente lograr¨¢ nada. No lo ha logrado ni Bonn, apurando todos los argumentos.