Un recorrido erudito de desigual calidad
Concebida por Luc¨ªa Garc¨ªa de Carpi, profesora de Historia del Arte de la Complutense y autora del libro La pintura surrealista espa?ola (1924-1936), esta exposici¨®n titulada El surrealismo espa?ol, que contiene unas doscientas, obras, es, en parte, en lo bueno y en lo malo, una ilustraci¨®n de aqu¨¦l. Completamente buena resultar¨¢, en todo caso, para los investigadores y eruditos, que podr¨¢n ver conjuntadas obras del surrealismo local, de muy desigual calidad, pero dotadas todas ellas de cierto inter¨¦s y, sobre todo, no accesibles; menos buena, empero, ser¨¢ a ojos de quien, simple aficionado, busque ese sentido de discriminaci¨®n, que no s¨®lo deslinda lo excelente, sino que, en funci¨®n de ello, ordena, aclara y jerarquiza.La muestra comienza con Picasso, adorado hasta el fanatismo por Breton, pero que marc¨® siempre las distancias con el surrealismo y se neg¨® a cualquier participaci¨®n comprometedora con el grupo, si bien influy¨® art¨ªsticamente en ¨¦l, sobre todo, entre 1925 y 1940. A continuaci¨®n, se les dedica sendos espacios diferenciados a los otros tres grandes: Mir¨®, Dal¨ª y Dom¨ªnguez, aunque el papel y la importancia del tercero de los citados fue comparativamente mucho menor.
Surrealizante
Luego, ya entramos en varias delimitaciones colectivas, que atienden a lo geogr¨¢fico, lo cronol¨®gico y lo confesional; esto es: centros como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Tenerife, etc¨¦tera; o, en su caso, a la distinci¨®n entre surrealistas expl¨ªcitos, surrealizantes, espor¨¢dicos, etc¨¦tera. Es verdad que el surrealismo prendi¨® mejor en los vanguardistas de nuestro pa¨ªs que cualquier otro movimiento de la vanguardia hist¨®rica internacional, pero, al tratar de hacerse un inventario nominal completo, finalmente en esta muestra predomina, sobre todo, lo surrealizante y, a veces, dentro de ese caj¨®n de sastre, el ingenuo plagio joven de' algo que se ha visto ocasionalmente en una revista, con lo que, como suele ocurrir con este tipo de vecindad, sufren los mejores y los m¨¢s aut¨¦nticos.Esios reparos no pretenden, por lo dem¨¢s, minusvalorar el formidable esfuerzo llevado a cabo por la instituci¨®n, ni restar atractivo a esta iniciativa, que estoy convencido recibir¨¢ el premio popular que siempre acompa?a a lo surrealista, bueno regular o malo, adem¨¢s de no escap¨¢rseme que quiz¨¢_sea el primer proyecto serio en que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa produce algo que museogr¨¢ficamente responda de lleno a sus siglas, al menos desde que Tom¨¢s Llorens puso en pie la retrospectiva de Torres Garc¨ªa.
Babelia
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