La venganza de Ballesteros
El golfista espa?ol ha recuperado la rabia que tanta fortuna le ha proporcionado en su carrera deportiva
La venganza ha sido una motivaci¨®n especialmente potente para Severiano Ballesteros durante sus 18 a?os como golfista profesional. Pocos deportes ofrecen tantas oportunidades de riqueza y gloria, y pocos deportistas se han lanzado con tanto ¨¢nimo a conseguirlas. Sin embargo, ning¨²n incentivo ha hecho que sus oscuros ojos se fijen tan amenazadoramente en un objetivo lejano como lo que ¨¦l ha considerado un insulto y una afrenta a su elevada dignidad.La pasada semana, esos ojos estuvieron clavados en el campeonato internacional Match Play de Wentworth, un acontecimiento que Ballesteros ha dominado durante la mayor parte de su carrera pero al que, sorprendentemente, no hab¨ªa sido invitado este a?o. Los organizadores se apresuraron a reclutarle al retirarse John Daly, pero el desaire ya estaba hecho y Ballesteros se lanz¨® a un ataque de grandiosidad vengativa.
En las tres ¨²ltimas semanas, ha sido segundo, tercero y primero en sucesivos torneos, ha ganado unos 50 millones y ha elevado su posici¨®n en la Orden de M¨¦rito del noveno al segundo lugar. A su victoria de la semana pasada se le priv¨® de su merecido impacto debido a que el encuentro, el Masters alem¨¢n, termin¨® el lunes y los momentos m¨¢s interesantes s¨®lo se pudieron ver a partir de la medianoche, a trav¨¦s del poco conocido canal v¨ªa sat¨¦lite.
Final dram¨¢tico
En uno de los finales m¨¢s dram¨¢ticos del a?o, Ballesteros alcanz¨® en el ¨²ltimo recorrido a dos importantes campeones, Ernie Els y Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, y luego les machac¨® en el primer hoyo del desempate con un brillante golpe que mand¨® la pelota por encima de un lago, a unos 90 cent¨ªmetros del bander¨ªn. Fue un golpe del repertorio que en su d¨ªa domin¨® el mundo, pero que parec¨ªa evidentemente agotado en los ¨²ltimos a?os.Pero independientemente de su forma f¨ªsica y con o sin rabia, Ballesteros sigue despertando el inter¨¦s de los aficionados y, en cualquier caso, habr¨ªa sido la atracci¨®n principal. Hab¨ªa perdido forma pero no admiradores y, despu¨¦s de 18 a?os consecutivos en competici¨®n s¨®lo Gary Player iguala su r¨¦cord de cinco victorias, la idea de excluirlo era rid¨ªcula. Por desgracia, obedece a un modelo de calendario que parece demasiado apretado y complicado, una queja que Ballesteros lleva a?os proclamando.
Por ejemplo, los l¨ªderes de la clasificaci¨®n mundial, Nick Price y Greg Norman, rechazaron la invitaci¨®n para competir por el t¨ªtulo mundial de Wentworth, aunque han representado a sus pa¨ªses en la Copa Alfred Dunhill en St. Andrews. Pero Ballesteros se estaba tomando su primera semana de vacaciones despu¨¦s de mes y medio de torneos y declin¨® formar parte del equipo espa?ol, Nick Faldo decidi¨® no jugar con Inglaterra y lan Woosnam no estuvo en el equipo gal¨¦s porque no fue invitado. Ambas pruebas est¨¢n organizadas por el International Management Group (IMG), entre cuyos puntos fuertes no parece estar la gesti¨®n de torneos internacionales.
Ballesteros no es uno de los numerosos clientes golfistas de la IMG y coment¨® de manera sombr¨ªa la influencia cada vez mayor de esta agencia en el circuito europeo, una influencia que podr¨ªa haber sido mayor si el espa?ol se hubiera unido a la cantera de estrellas en sus primeros a?os. Para la IMG, esto sigue siendo un motivo de resentimiento. El jugador les fue recomendado como futura estrella cuando todav¨ªa era un adolescente. La IMG lo rechaz¨®. Ballesteros se enter¨® m¨¢s tarde de esta negativa y, desde entonces, ha tenido la satisfacci¨®n de poder pagarles con la misma moneda.
Actualmente, su representante es el estadounidense Joe Collet, mientras que sus tres hermanos mayores Baldomero, Manuel y Vicente le ayudan en sus distintas empresas de promoci¨®n. Los tres son golfistas profesionales, como lo fue su padre, Baldomero, y, con m¨¢s ¨¦xito, el hermano de su madre, Ram¨®n Sota, que, en su d¨ªa, fue el mejor jugador espa?ol. El golf, sin embargo, no hab¨ªa hecho rica a la familia, que viv¨ªa modestamente en una casa de labranza con vistas al pueblo de pesacadores de Pedre?a, en el norte de Espa?a, donde Severiano era caddie por unas pocas pesetas a la edad de ocho a?os.
A los 16 a?os se convirti¨® en el profesional espa?ol m¨¢s joven y, a los 17, compet¨ªa ya en el circuito europeo. La suya no fue una entrada f¨¢cil. Al igual que muchos grandes jugadores, lanzaba muy lejos la bola pero ten¨ªa poco temple. Pero su caso era un poco m¨¢s serio, porque pon¨ªa objeciones a todo golpe que no fuera dirigido al hoyo, sin importar lo lejos que estuviera de la bandera. Como su estilo consist¨ªa en golpear decididamente la bola sin considerar opciones m¨¢s seguras, su furia le brindaba oportunidades para enfadarse.
Un veterano profesional brit¨¢nico recuerda as¨ª a Ballesteros de joven: "Era como John Daly, pero sin control". Era tan duro con su caddie como consigo mismo, y acab¨® con la paciencia de muchos, incluida la de sus tres hermanos (incluso de Manuel, que sacrific¨® su prometedora carrera para apoyar la de Seve). Manuel le llev¨® por primera vez a Gran Breta?a en 1975 para jugar en el torneo de la PGA en el campo Royal St. George, en Sandwich. Severiano ten¨ªa 18 a?os y nunca hab¨ªa visto un campo como aqu¨¦l. No pas¨® el corte y todav¨ªa le tiene aversi¨®n. Cuando, un a?o despu¨¦s, jug¨® en el Open celebrado en Birkdale, todav¨ªa era un desconocido y su ingl¨¦s era tan malo que Manuel tuvo que hacer de traductor en las conferencias de prensa.
No fue dif¨ªcil mantenerlo en el anonimato. Toda la atenci¨®n estaba centrada en los estadounidenses, sobre todo en Johnny Miller. En los 25 a?os anteriores, s¨®lo hab¨ªa ganado un brit¨¢nico (Tony Jackiln, en 1969) y, desde Arnaud Massy, en 1907, ning¨²n europeo continental hab¨ªa sido campe¨®n del Open. Ballesteros, con 19 a?os, sorprendi¨® al mundo del golf encabezando el torneo durante tres d¨ªas, con una chuler¨ªa que desafiaba las numerosas trampas de Birkdale. Al principio del cuarto recorrido llevaba dos golpes de ventaja a Miller. Al final qued¨® a seis golpes de ¨¦l, empatando en la segunda plaza con Jack Nicklaus despu¨¦s de haber lanzado todos sus drives a las bancos de arena.
Miller reconoci¨® que, si Severiano hubiera asegurado los golpes y utilizado un hierro para salir del tee, habr¨ªa ganado y se habr¨ªa convertido en el venceder m¨¢s joven del Open desde que, un siglo antes, lo ganara Tom Morris. De hecho, Miller rompi¨® la tradici¨®n embocando en primer lugar en el hoyo 18 y permitiendo a su joven oponente el honor del putt final y de la ovaci¨®n de la multitud, que estaba extasiada. Desde entonces, Ballesteros ha sido un angl¨®filo.
Las ovaciones espa?olas llegaron mucho m¨¢s tarde. De hecho, cuando gan¨® el Masters estadounidense en 1980, su segundo gran t¨ªtulo, el hecho ni siquiera se mencion¨® en Espa?a. Sin embargo, despu¨¦s de ganar su se gundo Masters en 1983, tuvo una bienvenida digna de un h¨¦roe y ofreci¨® a una multitud reunida en el estadio Bernab¨¦u algunos golpes de exhibici¨®n, incluido lanzar una pelota alta para clavarla en un blanco.
Ahora est¨¢ m¨¢s calmado. Su matrimonio y el nacimiento de sus tres hijos le ha tra¨ªdo cierta tranquilidad. Hasta es amable con su caddie, un joven de Yorkshire llamado, Billy Foster. En Alemania, necesit¨® un birdie final para completar el mejor recorrido del d¨ªa, que ten¨ªa como premio una chaqueta de cache mir. "Voy a ganarla para ti, Billy ", le dijo. Y lo hizo.
De repente, Ballesteros ha sentido de nuevo la vieja pasi¨®n por jugar. En el Golf Digest, se citaba en cierta ocasi¨®n a un amigo suyo: "Detr¨¢s de los grandes logros de la carrera de Seve ha estado siempre su ansia de hacer rabiar a alguien. Si se repasa su trayectoria, ver¨¢ que los triunfos se corresponden a su estado de ¨¢nimo".
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