La letra antes que el esp¨ªritu

La Philharmonia Orchestra, dirigida por Leonard Slatkin, inaugur¨® la nueva temporada de Iberin¨²sica-Fundaci¨®n Caja de Madrid. En el programa, autores y obras de ¨¦xito seguro: obertura de El rapto del Serrallo y Concierto para clarinete en la mayor, de Mozart, y Primera sinfon¨ªa en re mayor, de Mahler.La Filarmon¨ªa, con casi medio siglo de gran historia, es un conjunto ya familiar; se conoce su historial y su capacidad profesional, la brillantez de su bien empastado sonido y la ¨¢gil flexibilidad de su respuesta. Uno de sus excelentes solistas, el clarinetista Michael Whight, protagoniz¨® el concierto mozartiano. Whight cant¨® con mucha belleza, limpio fraseo y tenso ligado; en ¨¦se, como en los otros dos movimientos, parec¨ªa imponer la tersura de su estilo a toda la orquesta. En la obertura, cuya feliz continuidad anima la llamada m¨²sica turca, Slatkin se dej¨® ganar por la tentaci¨®n de la velocidad.

Mayor altura se alcanz¨® en la sinfon¨ªa Tit¨¢n, adjetivaci¨®n no del todo adecuada a la suma de evocaciones, emociones e intimidades que alberga, aunque a veces estallen en espectaculares fanfarrias y pasajes fuertemente dram¨¢ticos, como el ¨²ltimo tiempo. No escuchamos exactamente una versi¨®n, ni una interpretaci¨®n, pues Slatkin guard¨® las distancias y se limit¨® a que la ejecuci¨®n de la letra fuera correcta -lo que no es poco- sin internarse por las secretas galer¨ªas del esp¨ªritu del que la letra es s¨ªmbolo. La brillantez del final fue efectiva pero bien controlada y las ovaciones, se prolongaron hasta arrancar la esperada propina: esa danza eslava de Dvorak que se disputa con el preludio del tercer acto de Lohengrin, el adi¨®s de los programas sinf¨®nicos.