Rominger amenaza a Indur¨¢in
El ciclista suizo ataca sin p¨²blico y en penumbra el r¨¦cord de la hora en Burdeos
?l lo llama una experiencia, un salto hacia lo desconocido, pero Tony Rominger sabe que cuando se habla de r¨¦cord de la hora -la prueba definitiva de la capacidad de un ciclista- se habla de algo con lo que no se juega. Y m¨¢s desde que el poseedor del primado se llama Miguel Indur¨¢in, el archienemigo del corredor suizo en las pruebas por etapas.Los 53,040 kil¨®metros logrados por Miguel Indur¨¢in en el vel¨®dromo de madera camerunesa de Burdeos, hace ahora justamente 50 d¨ªas, corren peligro de ser fulminado. Un peligro que apenas podr¨¢ verse: las luces del vel¨®dromo estar¨¢n apagadas para evitar que aumente la humedad y las 214 vueltas a la cuerda de 2.50 metros s¨®lo estar¨¢n iluminadas por la luz casi crepuscular de las tres de la tarde. S¨®lo se oir¨¢ el roce de los tubulares sobre la madera. Todo eso despu¨¦s de s¨®lo cuatro d¨ªas, seis horas pedaleando a pi?¨®n fijo, apenas 210 kil¨®metros recorridos. Un r¨¦cord s¨ª que tiene ya Rominger: el de la velocidad en preparar el asalto.
El m¨¦dico Michele Ferrari sentado ante una mesa de formica y anotando tiempos de paso. El resto del equipo, distendido en la pelousse del vel¨®dromo o al borde de la pista. Abraham Olano, el ciclista de su equipo que ha ense?ado a Rominger, de 33 a?os, a andar a pi?¨®n fijo, bromeando con los peque?os hijos del suizo. Y dando vueltas -una hora, a una media baja, de 1.20 minutos por kil¨®metro-, s¨®lo para calentar las piernas, sin apenas salirse de la l¨ªnea negra que marca la trayectoria ideal, un desarrollo suave -57 por 16, 7,40 metros por pedalada-, Rominger como una mula alrededor de la noria. Es la rutina de la pista, una repetici¨®n de gestos que acaba con el cuerpo casi dormido por no poder cambiar de posici¨®n.
En la semioscuridad de vel¨®dromo de Burdeos se respiraba ayer un ambiente lejano a la crispaci¨®n y a los nervios que se supone en las horas previas a un asalto serio. "Lo de ma?ana no nos preocupa en exceso", dice con semblante serio Juan Fern¨¢ndez, el t¨¦cnico del Mapei. "Lo importante ser¨¢ dentro de un mes en la altura de M¨¦xico o Quito".
Pero no puede evitar ponerse pensativo y a la defensiva cuando se le recuerda que el r¨¦cord lo tiene Indur¨¢in y que el fallido pretendiente a su trono se juega mucho anunciando a bombo y platillo el asalto. "Claro", reconoce Fern¨¢ndez, "si no pasa de 51 o 52 por hora, ser¨ªa catastr¨®fico y se parar¨ªa a la media hora. Pero, ?y si lo bate? ?qu¨¦ cara se les quedar¨ªa a muchos?".
En ese juego, Rominger no entra. Saca a relucir su cara educada y t¨ªmida. "Esto no es m¨¢s que un experimento", repite. "Todo viene a ra¨ªz de que el mi¨¦rcoles rod¨¦ media hora a tiempos de r¨¦cord, pero no s¨¦ si soy capaz de rodar 30 minutos m¨¢s despu¨¦s de rodar 30 a fondo. Lo importante ser¨¢ saber mantener la concentraci¨®n en los momentos finales, pero si contin¨²o como en los primeros 30 que hice el mi¨¦rcoles, seguro que lo bato. Para m¨ª es todo nuevo". Y luego, enseguida, su orgullo. "Y si lo bato con la preparaci¨®n que he tenido, romper¨ªa unos cuantos esquemas".
El cerebro de la operaci¨®n, el controvertido m¨¦dico italiano Ferrari, el hombre que quiere que todo se haga en penumbra, puede presumir de saber de qu¨¦ habla. Por lo menos por experiencia: particip¨® en siete de los intentos -cinco de ellos exitosos- de Francesco Moser por el r¨¦cord de la hora har¨¢ 10 a?os. Sigue aplicando el test Conconi para medir la capacidad del atleta y, basado en esos datos, para ¨¦l incontestables, decidi¨® someter a Rominger a la presi¨®n del r¨¦cord.
E igual de incontestable es su aportaci¨®n a esta especie de antirevoluci¨®n. "El r¨¦cord lo tiene en las piernas cualquier corredor veloz. Y la cuesti¨®n de la velocidad no es m¨¢s que el resultado de una ecuaci¨®n entre potencia y rapidez al mover las piernas". Claro que en ciclismo, adem¨¢s de las piernas interviene la cabeza.
El acero de Mosc¨²
"Pero por qu¨¦ dices que la bicicleta que utilizar¨¢ Rominger es primitiva. Si logra batir hoy el r¨¦cord con ella, cu¨¢l ser¨ªa la revolucionaria, ?la Espada o ¨¦sta?". Y Ernesto Colnago se enfada.El intento de Rominger ser¨¢ algo as¨ª como la contrarreforma en la carrera tecnol¨®gica, que ha convertido la consecuci¨®n del r¨¦cord de la hora casi en un asunto de cient¨ªficos e ingenieros, olvidando en algunos casos las piernas de los ciclistas y la cabeza de los artesanos. "Construir una bicicleta no es asunto de ingenieros, sino de cabeza y amor por las cosas bien hechas", dice Colnago, el' constructor de la bicicleta que usar¨¢ hoy Rominger.
"Como me dieron s¨®lo 12 d¨ªas para fabricarla, busqu¨¦ materiales en mi taller y encontr¨¦ unos restos de tubo de acero perfilado que me sobraron de cuando constru¨ª las bicicletas del equipo sovi¨¦tico de pista para los Juegos de 1980. Y los sold¨¦ seg¨²n las medidas que usa Rominger en las contrarreloj de carretera. Y as¨ª le hecho la bicicleta", cuenta Colnago.
El modelo que usar¨¢ hoy Rominger es de la talla 54, tres tubos soldados, un peso de 6,5 kilos, una rueda delantera con un di¨¢metro de 650 mil¨ªmetros, y 700 para la trasera, unas bielas de 172,5 mil¨ªmetros, unos tubulares de 19 mil¨ªmetros con una presi¨®n de hinchado de 11 atm¨®sferas, un desarrollo de 59 por 14, o sea, 8,80 metros por pedalada -el mismo que Indur¨¢in, "porque es con el que voy m¨¢s r¨¢pido", admite Rominger-, y si estuviera en el mercado valdr¨ªa 500.000 pesetas.
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