La credibilidad de los Presupuestos, una vez m¨¢s
ENRIQUE MART?NEZ ROBLESLos Presupuestos del a?o pr¨®ximo se han elaborado, seg¨²n el autor, con criterios de prudencia para no poner en peligro su credibilidad
Como es habitual en los ¨²ltimos a?os, la simple presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado da origen a un amplio debate en el que intervienen asociaciones empresariales, sindicatos, partidos pol¨ªticos, etc¨¦tera. Dentro de este intercambio de opiniones, en ocasiones se escuchan cr¨ªticas totalmente exentas de rigor que atacan a la credibilidad del presupuesto y, con ello, deterioran la confianza que los agentes sociales deben tener en el propio presupuesto y en que el Gobierno va a cumplir con firmeza los objetivos marcados en el mismo.Bastar¨ªa recordar que el a?o pasado por estas mismas fechas se alzaron algunas voces que intentaron distorsionar la imagen del presupuesto simplemente diciendo que no era cre¨ªble, pero sin incorporar ning¨²n argumento que se desprendiera de un examen atento y riguroso del mismo. As¨ª, cuando se present¨® el presupuesto de 1994, se dec¨ªa que las previsiones de un crecimiento del 1,3% en el PIB eran imposibles de cumplir, que las cifras de ingresos estaban sobrevaloradas para ocultar la magnitud del d¨¦ficit, que el aumento de la tasa de paro provocar¨ªa desviaciones espectaculares en los gastos y que el sector exterior no crecer¨ªa a las tasas previstas.
Un a?o despu¨¦s se observa que esas apreciaciones no eran ciertas y, por el contrario, el principal fundamento del presupuesto era, precisamente, su credibilidad. En 1994, la tasa de crecimiento del PIB se situar¨¢ en torno al 1,7% y ser¨¢ el sector exterior, con una aportaci¨®n del 1,6%, la principal causa de este avance. Por su parte, el ritmo de, ejecuci¨®n de ingresos y gastos del Estado confirma la previsi¨®n de un d¨¦ficit del 5,1 % tal como estaba inicialmente previsto.
La presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para 1995 viene una vez m¨¢s acompa?ada de cr¨ªticas acerca de su credibilidad, aunque, eso s¨ª, con menor intensidad que el a?o pasado, habida cuenta de la ejecuci¨®n del presupuesto de 1994. El resto de consideraciones que recientemente se est¨¢n haciendo sobre los presupuestos de 1995 son muy similares a otras que ya. se hicieron el a?o anterior. Algunos sectores de opini¨®n y determinados representantes de partidos pol¨ªticos consideran que la disminuci¨®n del d¨¦ficit es insuficiente y que habr¨ªa que recortar a¨²n m¨¢s los gastos corrientes; otros, por el contrario, entienden que la disminuci¨®n del gasto es excesiva, y el impulso a la reactivaci¨®n econ¨®mica, reducido. Ambos puntos de vista, claramente divergentes, coinciden, sin embargo, con la opini¨®n crecientemente manifestada en los ¨²ltimos d¨ªas de que la compensaci¨®n de la reducci¨®n de las cotizaciones sociales con la subida de un punto en los tipos del IVA tendr¨¢ un efecto inflacionista.
Incluso este a?o ha aparecido una cr¨ªtica novedosa calificando al presupuesto de irresponsable, pues se dice que las medidas que incorpora no buscan incidir adecuadamente en la realidad econ¨®mica, sino resultados electoralistas. Con la salvedad de esta ¨²ltima cr¨ªtica, que s¨®lo puede provenir de aquellos que, en contra de una realidad expresada no s¨®lo por el Gobierno, sino tambi¨¦n por la Comisi¨®n de la CEE, la OCDE o el FMI, han sido incapaces durante nueve meses de reconocer que en Espa?a se ha entrado en una fase de crecimiento econ¨®mico, quisiera reflexionar sobre las cr¨ªticas anteriores y afianzar la absoluta credibilidad que debe otorgarse a estos presupuestos.
En primer lugar, la correcta valoraci¨®n del presupuesto para 1995 exige entenderlo en una l¨ªnea de continuidad y profundizaci¨®n del presupuesto de 1994, que ha sido el que ha sentado las bases necesarias para el proceso de recuperaci¨®n de nuestra econom¨ªa durante este a?o, y en el contexto de la Actualizaci¨®n del Programa de Convergencia aprobada por el Gobierno el pasado mes de julio y, posteriormente, el pasado d¨ªa 10 de octubre por el Consejo de Ministros de Econom¨ªa y Finanzas (Ecofin) de la Uni¨®n Europea.
Este Programa de Convergencia pretende como prioridades fundamentales conseguir que en 1997 se hayan corregido los desequilibrios econ¨®micos b¨¢sicos que todav¨ªa tiene nuestra econom¨ªa, entre los que destacan la tendencia a producir un nivel elevado de d¨¦ficit p¨²blico, las presiones inflacionistas subyacentes y la dificultad para la creaci¨®n de empleo. A la correcci¨®n de estos desequilibrios contribuir¨¢ el escenario presupuestario dise?ado, as¨ª como la reforma laboral puesta en marcha durante este a?o, la flexibilizaci¨®n y, mejora de la competitividad de los mercados de servicios y las modificaciones dirigidas a la adecuaci¨®n de la Administraci¨®n p¨²blica.
Como es bien sabido, en el orden presupuestario el objetivo del Programa de Convergencia es continuar la reducci¨®n. paulatina del d¨¦ficit p¨²blico hasta alcanzar en 1977 el compromiso adquirido en Maastricht del 3% del PIB, as¨ª como la estabilizaci¨®n del nivel de endeudamiento en relaci¨®n a dicha, macromagnitud. Este descenso del d¨¦ficit p¨²blico se basar¨¢ en medidas dirigidas a la contenci¨®n del gasto, ya que, aumentos en la presi¨®n fiscal no relacionados con mejoras en la lucha contra el fraude y con los efectos del crecimiento econ¨®mico en la progresividad global del sistema impositivo, influir¨¢n negativamente en el actual proceso de recuperaci¨®n econ¨®mica.
Estos objetivos del Programa se refuerzan con el compromiso del Gobierno de aplicar preferentemente a una reducci¨®n adicional del d¨¦ficit la mejora que se produzca en los ingresos p¨²blicos como consecuencia de un mayor crecimiento econ¨®mico del previsto y de adoptar las me didas de ajuste presupuestario que fuesen precisas si se produjera una desviaci¨®n sobre la senda fijada de reducci¨®n del d¨¦ficit.
En este contexto, los Presupuestos Generales del Estado para 1995 se han elaborado con un criterio de prudencia para as¨ª no poner en peligro la credibilidad del cumplimiento de sus objetivos. El descenso del d¨¦ficit p¨²blico, que para el conjunto de las Administraciones centrales ser¨¢ de seis d¨¦cimas, del 5,7% en 1994 al 5,1% en 1995, se fundamentar¨¢ en una contenci¨®n del gasto p¨²blico, que crecer¨¢ tan s¨®lo el 3,4%, sensiblemente inferior al 6,5% previsto en el PIB monetario para 1995.
Para ello, en 1995 el ¨¦nfasis en la contenci¨®n del gasto p¨²blico recaer¨¢ en los gastos de personal y en las compras de bienes y servicios. A su vez, se introducir¨¢n t¨¦cnicas m¨¢s avanzadas de racionalizaci¨®n del gasto que refuercen las medidas de gesti¨®n y de control del fraude, entre las que destaca un nuevo sistema de financiaci¨®n de la sanidad por el que se sientan las bases para disciplinar la gesti¨®n de la sanidad p¨²blica, eliminando la condici¨®n de ampliables que ten¨ªan sus cr¨¦ditos.
A pesar de esta contenci¨®n del gasto p¨²blico, se mantendr¨¢ el esfuerzo inversor que se ha venido realizando en los ¨²ltimos a?os, as¨ª como el nivel alcanzado de protecci¨®n social, asegurando el poder adquisitivo de los actuales pensionistas y la satisfacci¨®n de las nuevas necesidades que se produzcan en el ¨¢rea de las prestaciones econ¨®micas, servicios sociales, sanidad y educaci¨®n, al aumentar el gasto social en un 5,7%, superior al gasto medio del conjunto de las Administraciones centrales.
Una mayor reducci¨®n del gasto corriente, tal como plantean algunas cr¨ªticas, dadas las limitaciones existentes para una mayor disminuci¨®n del gasto en personal y en compra de bienes y servicios, provocar¨ªa necesariamente una reducci¨®n de los niveles de protecci¨®n social o de la inversi¨®n p¨²blica, lo que ser¨ªa contrario a los objetivos del Gobierno socialista y adem¨¢s producir¨ªa efectos negativos sobre el empleo.
Por otra parte, el descenso del d¨¦ficit p¨²blico en seis d¨¦cimas durante 1994, que se centra, fundamentalmente, en la reducci¨®n del d¨¦ficit de car¨¢cter estructural, es muy significativo, mayor que lo que se deduce de las meras cifras, debido a que todav¨ªa persisten elevados niveles de d¨¦ficit c¨ªclico, como consecuencia del desfase existente entre los ciclos presupuestario y econ¨®mico.
En relaci¨®n con la impresi¨®n generalizada de que el presupuesto ser¨¢ inflacionista, no basta con examinar ¨²nicamente el efecto que sobre los precios pueda tener el aumento del IVA en un punto, sino que habr¨¢ que tener tambi¨¦n en cuenta la influencia de la introducci¨®n de reformas estructurales en diferentes mercados, as¨ª como de un comportamiento adecuado de los agentes sociales, continuando la moderaci¨®n salarial de este ¨²ltimo a?o y evitando crecimientos elevados de los m¨¢rgenes empresariales.
Adicionalmente, el desarrollo de las reformas laborales introducidas a mediados de este a?o y la citada disminuci¨®n en un punto porcentual de las cotizaciones sociales, al propiciar el abaratamiento del factor trabajo, favorecer¨¢ la contrataci¨®n de trabajadores. Con esta misma finalidad continuar¨¢n durante 1995 las deducciones por inversi¨®n, creaci¨®n de empleo y gastos en formaci¨®n profesional introducidas en 1994, se establecen medidas de est¨ªmulo al consumo privado, a trav¨¦s de la elevaci¨®n de m¨ªnimos exentos, deflactaci¨®n de las tarifas y aumento de las deducciones familiares en los impuestos directos, y se reduce la doble imposici¨®n de dividendos, con lo que se contribuir¨¢ a mejorar la estructura financiera de las empresas y, con ello, al fomento de empleo.
Por todo ello, as¨ª como los presupuestos para 1994 han sentado las bases necesarias consigui¨¦ndose que el PIB crezca en un 1,7%, cuando el a?o pasado descendi¨® en un 1,0%, los presupuestos para 1995 permitir¨¢n un crecimiento importante de la ocupaci¨®n, estimado en, aproximadamente, 200.000 empleos netos.
es secretario de Estado de Hacienda.
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