LA SEGURIDAD EN EL F?TBOL
La mejora de los estadios y de la polic¨ªa ha ayudado a reconducir el fen¨®meno del 'hooliganismo'
?La mejora de los estadios y de la polic¨ªa ha ayudado a que el fen¨®meno conocido como hooliganismo en los clubes brit¨¢nicos sea cosa del pasado? John Williams, del Centro para la Investigaci¨®n del F¨²tbol, de la Universidad de Leicester, intenta responder a la pregunta en un extenso trabajo. La conclusi¨®n es que los aficionados al f¨²tbol ya no son las ovejas negras de la escena deportiva nacional. Hay indicios para argumentar que ese foco de violencia entro los j¨®venes de clase trabajadora ha desaparecido de la agenda nacional.
Controlar el inter¨¦s
Hace merios de una d¨¦cada, confesar que uno era aficionado al f¨²tbol ingl¨¦s provocaba miradas extra?as. El a?o 1985 fue aquel en que, para quienes aman este deporte, todo parec¨ªa perdido. Un incendio en el deteriorado y mal administrado estadio del Bradford acab¨® con 56 vidas; hubo una sucesi¨®n de enfrentamientos violentos entre seguidores y el verborreo de los dirigentes del deporte; Ken Bates, presidente del Chelsea, levant¨® una valla electrificada para espantar a los espectadores; y finalmente le produjo la pesadilla del estadio de Heysel, donde la beoda beligerancia de los ingleses -y tambi¨¦n la incompetencia de la direcci¨®n del estadio- conspir¨® para condenar a 39 hombres.Los informes oficiales de estos desastres, efectuados bajo la supervision del juez Popplewell, realizaron una serie de recomendaciones: una nueva legislaci¨®n criminal para los delincuentes del f¨²tbol; m¨¢s poderes para que la polic¨ªa castigara a los espectadores; extensi¨®n de los sistemas de seguridad de los recintos deportivos a todos los estadios con capacidad superior a 10.000 espectadores; un uso m¨¢s extensivo de circuitos cerrados de televisi¨®n en los campos; y utilizaci¨®n de proyectos por parte de un sector de los socios para los aficionados de su propio club.
Las recomendaciones no impactaron. Los aficionados detenidos en enfrentamientos segu¨ªan quej¨¢ndose de ser tratados como borregos y de ser contenidos de forma poco civilizada por vallas de acero. No eran ni populares ni poderosos como sector de inter¨¦s para ning¨²n partido pol¨ªtico. La mayor¨ªa estaba sin apoyo y condenada a organizarse a s¨ª misma. La Asociaci¨®n Nacional de Aficionados al F¨²tbol (FSA) se form¨® para hacer campa?a sobre el comportamiento de los aficionados.
La soluci¨®n Thatcher. Dos acontecimientos hicieron avanzar las cosas. Los tumultos entre los espectadores del Europeo de Alemania 88 -en los que estabair implicados ingleses y alemanes- junto con la vacilaci¨®n de la Liga fueron demasiado para Margaret Thatcher, entonces primera ministra. Su soluci¨®n fue dura y mal juzgada. Comprend¨ªa una campa?a con la colaboraci¨®n de las operaciones de la polic¨ªa, que se encargar¨ªa de recoger evidencias con el fin de reducir las actividades de los hooligans, y un proyecto de los socios que inclu¨ªa a todos los aficionados para ayudar a identificar y apartar a quienes crearan problemas.
Las propuestas sobre la creaci¨®n de un registro nacional de aficionados (tal como se present¨® en la Ley de Espectadores de F¨²tbol de 1989) eran sencillas. Cada espectador tendr¨ªa un carnet de aficionado. Los alborotadores perder¨ªan el carnet y sufrir¨ªan prohibiciones temporales de asistir a partidos de f¨²tbol. Tambi¨¦n se conminar¨ªa a los tribunales para que ejecutaran las sentencias que condenaran a los hooligans a acudir a una comisar¨ªa durante el horario de los partidos. La cooperaci¨®n del Gobierno a trav¨¦s del TREVI asegurar¨ªa que a los aficionados ingleses y galeses que fueran culpables de crear problemas en el extranjero se les podr¨ªa impedir que viajaran, de acuerdo con el contenido de la parte segunda de la ley. La agencia coordinadora en el Reino Unido ser¨ªa la Unidad de Informaci¨®n Nacional de F¨²tbol. Controlar¨ªa los informes recibidos de la red de agentes del pa¨ªs y recopilar¨ªa listas negras de "conocidos alborotadores", para utilizarlas en el propio pa¨ªs y fuera de ¨¦l. Pero, ?esa informaci¨®n era fiable? A principios de los noventa las listas de aficionados que no pod¨ªan viajar al extranjero estaban pr¨¢cticamente desiertas.
De todas formas, la Ley de Espectadores de F¨²tbol cre¨® la Administraci¨®n de Licencias de F¨²tbol (FLA), responsable desde entonces de regular las condiciones bajo las que se permitir¨ªa la organizaci¨®n de partidos. La FLA asegura que las autoridades locales implanten sus poderes sobre la utilizaci¨®n de los estadios de su poblaci¨®n tal como se describe en la Ley de Seguridad de los Campos de F¨²tbol de 1975. Eso requer¨ªa que cada estadio tuviera un certificado v¨¢lido para la seguridad, otorgado por la autoridad local.
Hillsborough. El segundo acontecimiento que encamin¨® la direcci¨®n del debate sobre el control de los espectadores fue el desastre de Hillsborough en 1989. Murieron 96 aficionados del Liverpool, aplastados contra las vallas de la tribuna de Lepping Lane en el estadio del Sheffield Wednesday. La altura de las vallas impidi¨® que los aficionados se escaparan escal¨¢ndolas. Los agentes de polic¨ªa -preocupados s¨®lo por el hooliganismo y temiendo una invasi¨®n del campo- obligaron a volver atr¨¢s a quienes escalaron la valla.
La seguridad de los espectadores estuvo comprometida por una excesiva preocupacion por controlarlos. As¨ª como la falta de vallas salv¨® vidas en Bradford, su presencia, junto conuna mala direcci¨®n del p¨²blico, cost¨® muchas vidas in Sheffield.
La investigaci¨®n de Hillsborough llevada a cabo por el juez Taylor aport¨® un tono diferente a las deliberaciones. Se permiti¨® a la FSA la representaci¨®n legal en la investigaci¨®n para presentar el caso de los aficionados.
El informe de Taylor. El informe de Taylor (1989) aport¨® 43 recomendaciones para. implantar de forma inmediata. ?stas inclu¨ªan una reducci¨®n de la capacidad de los campos; control de la densidad del p¨²blico por parte de polic¨ªa especializada entrenada y vigilantes; revisi¨®n de todos los certificados de seguridad de los campos; apertura de las puertas de las vallas durante los partidos, y establecimiento de grupos de consulta locales para el asesoramiento de seguridad en los campos.
El informe final, publicado en 1990, mostr¨® la falta de consultas entre los clubes y los aficionados, el pobre estado de muchos campos y los efectos perjudiciales producidos en los aficionados ordinarios por los diferentes intentos de controlar al p¨²blico y el hooliganismo. Entre 76 recomendaciones estaban la gradual sustituci¨®n de las grader¨ªas para p¨²blico de pie por otras con asientos; el establecimiento de un Consejo de Asesoramiento de Proyecto, con el fin de asesorar en seguridad, y una comisi¨®n de investigaci¨®n; una reducci¨®n de la altura y dise?o de las vallas; nuevas leyes aplicables a los delitos relacionados con el f¨²tbol; la mejora del reclutamiento de vigilantes competentes y una mejor coordinaci¨®n y provisi¨®n de los servicios de urgencia y auxilio.
Taylor proyect¨® unos objetivos identificables. Los clubes y los administradores del deporte se quejaron de los costes. Nuevos asientos significaban nuevos materiales. Y todo ello en una industria en la que el 80% de los clubes ya estaba endeudado. .
El Gobierno propuso ofrecer ayuda. Redujo el impuesto sobre las quinielas para permitir el desv¨ªo, durante cinco a?os, de unos 120 millones de pesetas hacia el f¨²tbol por la v¨ªa del Football Trust para ayudar a la reconstrucci¨®n de los estadios. La propuesta de que todos ¨¦stos tuvieran asientos fue modificada tambi¨¦n por el Gobierno para que se aplicara s¨®lo a los clubes de primera y segunda.
Los clubes, la polic¨ªa y las autoridades locales hab¨ªan ido mucho m¨¢s lejos que Taylor sobre el controvertido tema de las vallas. Despu¨¦s de las escenas de Hillsborough, se hab¨ªa reconocido que el deporte ten¨ªa que sobrevivir a la guerra de trincheras entre los seguidores y la polic¨ªa, y que la mayor¨ªa de los estadios se hab¨ªa convertido en barricadas. En 1993, s¨®lo dos (de 92) clubes ten¨ªan a¨²n una valla en todo el per¨ªmetro de su terreno, y 46 campos no ten¨ªan ning¨²n tipo de reja. Los estadios m¨¢s grandes ten¨ªan menos rejas y carec¨ªan de foso, lo cual los convert¨ªa en ¨²nicos en el mundo del f¨²tbol.
La situaci¨®n actual. El trabajo del Centro de Investigaci¨®n del F¨²tbol demuestra que el coraje de los jugadores, la nueva legislaci¨®n condenando la violaci¨®n del terreno de juego y la extensa cooperaci¨®n de los aficionados ha significado que la mayor¨ªa de las autoridades policiales ha juzgado como un ¨¦xito las modificaciones. El hooliganismo ha disminuido en los campos, aunque persiste fuera de ellos. Las relaciones entre los seguidores y la polic¨ªa tambi¨¦n han mejorado. Se ven menos agentes de polic¨ªa en los partidos. En 1985, un total de 4.457 agentes era la cantidad habitual en un fin de semana. En 1993, esta cifra baj¨® a 3.780 mientras que el n¨²mero de espectadores se increment¨® en 170.000.
Estos cambios se deben en parte a un papel m¨¢s activo de los vigilantes y el personal de seguridad privado contratado por los clubes, acompa?ado del aumento de los costos de la polic¨ªa y la disminuci¨®n de las subvenciones para cubrirlo. La designaci¨®n de responsables de los estadios en casi todos los campos ha clarificado tambi¨¦n las responsabilidades para la seguridad de los espectadores (los clubes) y el orden p¨²blico (la polic¨ªa), aunque persisten problemas para distinguir entre situaciones.
Mientras la FLA sigue supervisando medidas de seguridad en los clubes, el Consejo de Asesoramiento de Proyectos de Estadios de F¨²tbol (FSADC), constituido a partir de las recomendaciones de Taylor, ha sido enviado a una v¨ªa muerta por las autoridades futbol¨ªsticas.
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