Su coraz¨®n, sus hostias: nuestro cura
Los vecinos del Pozo del T¨ªo Raimundo levantan un monumento en memoria del padre Llanos
En 1955, un jesuita con car¨¢cter, ex confesor de Franco e hijo de general vencedor en la guerra civil aterriza en un poblado chabolista que limitaba por entonces al norte con la v¨ªa del tren y al sur con un barrizal interminable.Lo habitaban 2.000 familias de emigrantes llegados sin un solo duro de las zonas m¨¢s miserables de Espa?a, expertos en la huida hacia adelante. Viv¨ªan con el alma agarrotada, temiendo que en cualquier momento se presentaran los grises (polic¨ªas armados del franquismo) a derribar el chamizo ilegal que llamaban casa. "Y el Llanos, en cuanto lleg¨®, se encarg¨® de plantarles tara a los polic¨ªas y ah¨ª no hab¨ªa dios que nos tirara la chabola", comentaba ayer, melanc¨®lico (orgulloso), F¨¦lix Rom¨¢n, de 64 a?os, natural de Cuenca, ex melonero y vecino del Pozo del T¨ªo Raimundo desde siempre.
Rom¨¢n (barba blanca de dos d¨ªas, boina, traje extra¨ªdo de alg¨²n documental franquista) era una de las 1.200 personas que ayer se congregaron en la plaza del Centro C¨ªvico para descubrir un monumento en memoria del hombre-emblema de este barrio, fallecido el 10 de febrero de 1992. Aquel d¨ªa hacia ya una decena de a?os que las chabolas hab¨ªan desaparecido dejando paso a pisos nuevos de ladrillo rojo gracias al tes¨®n de los vecinos.
Al lado de los viejos inmigrantes estaban los que en 1955 eran ni?os y ahora son hombres enteros y fuertes con hijos. Recuerdan todos que el padre era un tipo de mal pronto y enorme coraz¨®n, que igual irrump¨ªa en el bar y agarraba del pescuezo a un marido para devolverle al hogar (previa denuncia de la se?ora), que aporreaba las puertas de la Direcci¨®n General de Seguridad, en Sol, donde hab¨ªan metido a uno de sus chicos rojos.
-Como siga dando golpes a la puerta le vamos a detener, padre.
-Pues det¨¦ngame, hombre, det¨¦ngame.
Y no le deten¨ªan, claro, y consegu¨ªa devolver al barrio al ya miembro de CC OO, sindicato del que Llanos pose¨ªa el carnet n¨²mero 100.
Mientras unos ni?os descorr¨ªan ayer la cortina dejando visible el Monolito de piedra berroque?a de 4 metros de altura y 1,30 de anchura que informar¨¢ a los forasteros de la figura del padre Llanos, los abor¨ªgenes rememoraban: "Yo era uno de los muchachos que trabajaba en uno de los talleres que organizaba el padre Llanos; fabric¨¢bamos v¨ªrgenes de escayola y santos, pero una vez se nos ocurri¨® hacer unas figuras de bailarinas negras un poco ligeritas de ropa. Disimuladamente, para que no se enterara el padre. Pero un d¨ªa se enter¨® -se enteraba de todo-, y nos destroz¨® todas las figuras y nos ech¨® una bronca que nos puso firmes", contaba Macario, vecino del Pozo.
"Pues a m¨ª nadie quer¨ªa casarme", cuenta Miguel Valderrama, de 49 a?os, quien lleg¨® a los 11 al Pozo, con sus padres republicanos huyendo de problemas. "Claro que ten¨ªan algo de raz¨®n, porque yo dec¨ªa a los curas de Entrev¨ªas, de donde era mi novia, que era ateo, as¨ª que no estaba dispuesto a recibir la hostia; al final, recurr¨ª, como siempre, al padre Llanos, quien dio de comulgar a mi mujer la tarde anterior a la boda y nos cas¨® sin poner muchos impedimentos", recuerda Miguel.
"A m¨ª si que me dio un par de hostias", cuenta Juan Jos¨¦ Prado, otro vecino que lleg¨® al Pozo siendo un ni?o. "Me met¨ª a los 12 o 13 a?os, por hacer travesuras, en el palomar que guardaba en la capilla me descubri¨® y me arre¨® dos bofetones que para qu¨¦", a?ade Juan Jos¨¦.
Otros contaban c¨®mo el padre ayud¨® a levantar colegios, traer m¨¦dicos, enterrar tuber¨ªas para el agua (esto ¨²ltimo a principios de los setenta). Tambi¨¦n recordaron c¨®mo fue capaz de conferir a ese barrio, en principio asustadizo -en los primeros a?os de los cincuenta-, una identidad solidaria y reivindicadora que en el futuro los vecinos sabr¨ªan consolidar. No en vano la capilla del padre Llanos y la asociaci¨®n de vecinos se convirtieron en el incipiente nido de CC OO, all¨¢ por los a?os sesenta, cuando los grises se hinchaban a tirar fotos a los que se reun¨ªan en torno al padre. "Y si llegaba la polic¨ªa y entraban en la iglesia, nos pon¨ªamos- a rezar, como si fu¨¦ramos una congregaci¨®n mariana, con Llanos frente al altar, claro".
Pero no s¨®lo los vecinos aprendieron de Llanos. Tambi¨¦n el padre descubri¨® que al otro lado de la oraci¨®n estaba la gente: "Al principio llevaba sotana siempre, despu¨¦s no. Al principio se cabreaba mucho si no ¨ªbamos a la iglesia, despu¨¦s ya no, y creo que era porque se dio cuenta de que la misa era estar con los vecinos", cuenta Miguel, el ateo de la boda.
Al acto acudieron ayer, entre otros, el presidente de la Comunidad de Madrid, Joaqu¨ªn Leguina -"Llanos ense?¨® lo que significa la palabra dignidad"-, el alcalde de Madrid, Jose Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, quien trabaj¨® durante un tiempo al lado de Llanos; el tambi¨¦n jesuita y militante en el batall¨®n de los pobres, Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez Alegr¨ªa, y el amigo personal del sacerdote y ex dirigente de CC OO, Marcelino Camacho, quien record¨®, emocionadamente, los tiempos compartidos de prisiones amarguras y carreras.
La gente, Ios hombres y mujeres que conocieron, discutieron y amaron a Llanos, aguantaron los discursos y aplaudieron a casi todos. Hab¨ªa quien comparaba: "Ahora que no vivimos en chabolas hay menos solidaridad", confesaba desilusionado (melanc¨®lico) un vecino. "Aunque basta que se llame a la gente del barrio para que ¨¦sta acuda como un solo hombre", a?adi¨® luego, mirando la expectaci¨®n que se hab¨ªa formado en el barrio.
El actual presidente de la asociaci¨®n de vecinos tom¨® la palabra. Agradeci¨® a ¨¦ste y al otro la asistencia, record¨® a Llanos en un emocionado folio. Luego aprovech¨® la presencia de las autoridades: "A¨²n hay pocos autobuses que llegan aqu¨ª, y necesitamos un polideportivo", cont¨®. Los viejos militantes, los vecinos, en la plaza acogedora construida encima del barro que taparon las chabolas, sonrieron.
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