La divisi¨®n de la derecha en Francia da a la izquierda una opci¨®n a la presidencia
Es como una maldici¨®n. El general Charles de Gaulle profetiz¨® que a su muerte no quedar¨ªa un espacio pol¨ªtico vac¨ªo, sino demasiado lleno, y ah¨ª est¨¢n la candidatura oficial de Jacques Chirac y la a¨²n oficiosa de ?douard Balladur para demostrarlo. El gaullismo se desgarra y la izquierda, dada por muerta hace un a?o, se encuentra con la posibilidad de encadenar un tercer septenato a los dos de Fran?ois Mitterrand si Jacques Delors, el eterno candidato virtual, se anima por fin a lanzarse a la arena. Dividida y atenazada por las acusaciones de corrupci¨®n, la derecha tiene ante s¨ª unos meses cr¨ªticos.
Si la derecha populista del gaullismo tiene problemas, la derecha cl¨¢sica aglutinada en torno a la Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF) parece en lo peor: los jueces han entrado a bayoneta en ella (cuenta con decenas de procesados, desde los ex ministros Alain Carignon y G¨¦rard Longuet hasta el padrino regional Maurice Arreckx) y carece de candidato solvente para las presidenciales: el ex presidente Val¨¦ry Giscard est¨¢ en las catacumbas de los sondeos, y el diputado Charles Millon no llega siquiera a ese nivel.Y, sin embargo, la UDF huele a poder. La difusa coalici¨®n creada por Giscard podr¨ªa acabar siendo la gran beneficiada del terremoto pol¨ªtico previsible tras la elecci¨®n del sucesor de Mitterrand. Hoy por hoy, s¨®lo tres personas pueden aspirar razonablemente a ganar. El primer ministro, ?douard Balladur, el alcalde de Par¨ªs, Jacques Chirac, y el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors. Dos gaullistas y un socialista. Chirac es, a juzgar por los sondeos, el menos probable de los vencedores.
Supongamos
Supongamos una victoria de Balladur: enfrentado tras su lucha fratricida contra Chirac al ala m¨¢s populista y menos europe¨ªsta del partido, la Asamblea por la Rep¨²blica, el nuevo presidente tendr¨¢ que apoyarse en sus buenos amigos de la UDF, moderados como ¨¦l, cat¨®licos como ¨¦l y proeuropeos como ¨¦l.Supongamos una victoria de Delors: una mayor¨ªa parlamentaria del PS es de momento impensable, por lo que el nuevo presidente necesitar¨¢ el apoyo de un grupo capaz de asumir su pragmatismo, su europe¨ªsmo y sus ideales cristianos. ?Qui¨¦n sino la UDF? En la coalici¨®n de centro-derecha no se puede aspirar al El¨ªseo, pero s¨ª a la jefatura del Gobierno y al control del Parlamento.
Pero a¨²n quedan muchas incertidumbres. La primera, la fecha de las elecciones. Aunque la segunda vuelta est¨¢ convocada para el 7 de mayo, nadie quita el ojo al palacio del El¨ªseo. Mitterrand est¨¢ quebrantado por su c¨¢ncer de pr¨®stata y podr¨ªa abandonar en cualquier momento: su apego al poder hace pensar lo contrario, pero no debe olvidarse su gusto por las grandes sorpresas y los gestos teatrales. En cuanto el El¨ªseo quedara vacante, habr¨ªa que celebrar elecciones en un m¨¢ximo de 35 d¨ªas. Otra incertidumbre es la de Jacques Delors. La izquierda ya ha hecho de ¨¦l su campe¨®n porque no hay otro. O Delors, o el desastre. Pero el mudo de Bruselas mantiene las dudas.
Mitterrand define as¨ª la naturaleza de las dudas de su antiguo ministro de Finanzas: "Delors quiere ser presidente, pero no candidato". Sin experiencia electoral y aterrorizado ante la humillaci¨®n que para ¨¦l supondr¨ªa una derrota, Delors afirma que esperar¨¢ acontecimientos y se mantendr¨¢ en la "virtualidad" hasta el 26 de enero, cuando debe concluir sus funciones en Bruselas. La mayor inc¨®gnita es la que rodea a ?douard Balladur. ?Hasta cu¨¢ndo aguantar¨¢ bien en los sondeos un jefe de Gobierno que va perdiendo ministros por los juzgados? Los tres ministros ca¨ªdos hasta ahora est¨¢n implicados en asuntos anteriores a su entrada en el Gabinete y, desde ese punto de vista, Balladur no recibe salpicaduras.
Pero la paciencia de la sociedad francesa tiene un l¨ªmite, como pudieron comprobar los socialistas al sufrir el revolc¨®n electoral de 1993. Al menos otros tres ministros podr¨ªan sumarse a Carignon, Longuet y Roussin en el banquillo de la corrupci¨®n. Con que s¨®lo fuera uno, quiza se desbordar¨ªa ya el vaso.
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