Bosnia sin embargo
Quienes lamentan el parcial levantamiento del embargo de armas que pesa sobre el Gobierno bosnio se refugian en una idea: la de que est¨¢ llamado a desequilibrar peligrosamente la situaci¨®n familiar. No parece, empero, que las cosas sean as¨ª. Por lo pronto, el rigor del embargo ya se hab¨ªa mitigado en los ¨²ltimos meses, de tal suerte que la medida adoptada el viernes no puede generar grandes novedades. M¨¢s all¨¢ de ese dato, lo que se perfila es, antes bien, un incipiente reequilibrio de la situaci¨®n. Durante dos a?os y medio el Gobierno leg¨ªtimo de Bosnia se ha visto privado de la posibilidad de adquirir armas en los mercados internacionales. Mientras, sus hom¨®logos de Serbia y de Croacia -en particular la primera- se serv¨ªan de ingentes arsenales. Las cosas como est¨¢n, a duras penas puede musitar alg¨²n pero el Parlamento serbobosnio de Pale. Meses atr¨¢s rechaz¨® con ostentaci¨®n un plan impresentablemente generoso: otorgaba a los se?ores de la guerra serbios la mitad del territorio de Bosnia. Si el levantamiento del embargo se hace realidad, las v¨ªctimas de las haza?as militares de Karadzic estar¨¢n en condiciones de responder, por vez primera, con la misma moneda. Tras haber ampliado el territorio que controlan, las milicias serbias est¨¢n pagando por igual el tributo de sus ¨¦xitos militares -deben controlar un frente de 1.500 kil¨®metros- y la terquedad paranoica de sus l¨ªderes.
De todo lo anterior puede deducirse que ha mejorado de forma notoria la posici¨®n del Gobierno bosnio. Aunque a t¨ªtulo provisional ello es evidente, son muchas las inc¨®gnitas sobre el futuro. La primera se refiere al porvenir de varios enclaves rodeados por las milicias serbias y a la normalizaci¨®n paralela de la llegada de ayuda humanitaria. Al respecto, el Gobierno bosnio rechaz¨® semanas atr¨¢s -no se olvide- el levantamiento del embargo de armas. Era consciente de un hecho: como quiera que la medida llevaba presuntamente aparejada una retirada de los cascos azules, la situaci¨®n militar de esos enclaves pod¨ªa empeorar r¨¢pidamente, al tiempo que los problemas invernales de abastecimiento se acrecentaban.
Pero el Gobierno bosnio debe encarar adem¨¢s un riesgo militar adicional y una inc¨®gnita pol¨ªtica. El primero es el derivado de una reincorporaci¨®n activa de Belgrado a la din¨¢mica b¨¦lica. La segunda es la perspectiva que, apariencias aparte, se antoja hacedera, de una ruptura de la federaci¨®n bosniocroata. El Gobierno de Zagreb parece decidido a ratificar los resultados de la limpieza ¨¦tnica desplegada en la Herzegovina occidental, porf¨ªa en el designio de imponer una cerrada estructura pol¨ªtica en su propio beneficio y no le hace ascos, en la sombra, a un macroacuerdo con Serbia que har¨ªa de Bosnia-Herzegovina un mero sat¨¦lite. Los est¨ªmulos para la ruptura de la federaci¨®n son, pues, s¨®lidos.
Un ¨²ltimo comentario merece el peculiar escenario internacional del momento. Es significativo que la decisi¨®n de levantar el embargo llegue de la mano de problemas de la pol¨ªtica interna norteamericana. No es el resultado, pues, de una consecuente recapitulaci¨®n de los hechos. Esto aparte, hay que recordar que en los dos ¨²ltimos a?os Estados Unidos ha incurrido en dram¨¢ticas contradicciones en relaci¨®n con el propio fen¨®meno del embargo y que sigue respaldando un plan de partici¨®n que beneficia claramente a las presuntas v¨ªctimas de la decisi¨®n adoptada el viernes. Llamar la atenci¨®n sobre las desavenencias, entre las potencias occidentales, con respecto a la cuesti¨®n del embargo y olvidar los acuerdos que todav¨ªa cimentan la actitud del grupo de contacto y de su plan de partici¨®n es simplemente distorsionar la realidad.
Algo hay que decir, en fin, de la pol¨ªtica germana del momento: Alemania, que al parecer mira con recelos el levantamiento del embargo, s¨ª que ha apoyado, en cambio, la dulcificaci¨®n de las sanciones contra Serbia y, en paralelo, el propio plan de partici¨®n. De manera general, es visible la absoluta incapacidad y descr¨¦dito de una comunidad internacional que ha legitimado lo intolerable y ahora se propone poner un parche m¨¢s. Y al respecto no hay, mejor bot¨®n de muestra que la pol¨ªtica del Gobierno espa?ol, desde meses atr¨¢s empecinado en igualar las responsabilidades de los contendientes. Alguno de nuestros ministros todav¨ªa ignora, por cierto, que en el Gobierno bosnio toman asiento musulmanes, serbios y croatas.
Carlos Taibo es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid y coautor del libro Los conflictos yugoslavos.
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