Do?a Juana y Don Quijote, sue?os de la raz¨®n
Con motivo del quinto centenario del Tratado de Tordesillas, Crist¨®bal Halffter ha compuesto, por encargo, una obra estrenada la pasada semana en la villa que fuera casi prisi¨®n de do?a Juana la Loca y en Valladolid. Inmediatamente hemos conocido en Madrid las tituladas Endechas para una reina de Espa?a. Gusta Halffter de cercar personajes pol¨¦micos que torcieron, con su muerte o alejamiento, el rumbo de la historia: ahora, do?a Juana; en Versus, el pr¨ªncipe don Juan.Sucede que tales meditaciones, llevadas a una orquesta o a un sexteto, no pueden sino recoger emociones personales del autor; ni siquiera la forma po¨¦tica aludida, la endecha admite una exacta traslaci¨®n instrumental como no sea en su expresi¨®n com¨²nmente triste y dolorida, lo que en el sexteto escuchado anteayer no se produce sino a ratos, y de modo especialmente hermoso cuando aparece la cita de Correa de Ara¨²jo.
Sexteto de cuerda L'Artois
Endechas para una reina de Espa?a, de Crist¨®bal Halffter por el Sexteto de Cuerda L'Artois.Don Quijote, de Richard Strauss. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director: Carlos Kalmar Solista: Pedro Corostola (violonchelo). Auditorio Nacional, Madrid, 15 de noviembre.
Por lo dem¨¢s, la partitura, estructurada en tres secciones con enunciados literarios muy significativos -El sue?o de la raz¨®n, Las tinieblas de la consciencia y El vac¨ªo de la mente-, se resuelve en pura objetividad musical. En suma, la nueva obra de Crist¨®bal Halffter incide sobre supuestos ideol¨®gicos, est¨¦ticos y procedimentales practicados ya en otras ocasiones, incluido el enfrentamiento y asunci¨®n de lo pasado en lo presente. El sexteto L'Artois toc¨® y expres¨® las endechas con verdadera perfecci¨®n y el ¨¦xito fue notable para autor e int¨¦rpretes.
Mientras, en la sala grande, la Sinf¨®nica de Madrid, dirigida por Carlos Kalmar, desarroll¨® un programa del que era centro Don Quijote, de Strauss, protagonizado con grandeza y primor por el violonchelista Pedro Corostola, un m¨²sico de alto vuelo. No debemos quejarnos de estas coincidencias l¨®gicas en una capital como Madrid, aunque sintamos, como en este caso, carecer del don de la ubicuidad.
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