Odios en los puentes de Mostar
La Uni¨®n Europea trata de restablecer la dif¨ªil convivencia entre croatas y musulmanes
ENVIADO ESPECIAL Mostar est¨¢ tranquila. No caen bombas, los francotiradores est¨¢n en silencio, y sus habitantes (sobre todo en el sector oriental) ya no viven como topos escondidos en los refugios. En los meses que han transcurrido desde la firma, el 25 de febrero de 19941 del alto el fuego entre croatas y musulmanes, las gentes de Mostar han experimentado un ¨²nico cambio en sus vidas: ahora pueden caminar por la ciudad sin temor a morir alcanzados por una bala o por la metralla de una granada. Pero a la vez, mientras la ciudad sigue dividida pueden comprobar con sus ojos lo que s¨®lo pod¨ªan sospechar desde los s¨®tanos: hasta d¨®nde llega la destrucci¨®n. Un paseo por el barrio musulm¨¢n constituye un encuentro con el horror.
Desde el pasado 23 de julio Mostar est¨¢ bajo administraci¨®n de la Uni¨®n Europea (UE), cuyo objetivo principal es conseguir en un plazo m¨¢ximo de dos a?os que todas las partes encuentren una soluci¨®n definitiva para el gobierno de la ciudad. El administrador comunitario, el alem¨¢n Hans Koschnick, tiene ante si el reto de contribuir "a crear un clima que permita la elaboraci¨®n y aplicaci¨®n de, acuerdos duraderos para una ¨²nica administraci¨®n multi¨¦tnica de la ciudad; a la convocatoria de elecciones democr¨¢ticas antes de finalizar la administraci¨®n de la UE; al retorno a la normalidad para todo los ciudadanos del municipio de Mostar; a facilitar la reparaci¨®n de los servicios p¨²blicos; a proteger los derechos humanos; a crear las condiciones para el regreso de los desplazados". Un reto monumental para un periodo de dos a?os el del administrador Koschnick.
El mejor ejemplo de la distancia abismal que separa los buenos prop¨®sitos de la administraci¨®n de la UE de la realidad es la ¨²ltima reuni¨®n celebrada esta semana entre musulmanes y croatas sobre libertad de movimientos en Mostar. Se plantearon los siguientes casos: los estudiantes universitarios de Mostar este (musulm¨¢n) que tienen que acudir a la Universidad, que s¨®lo funciona en Mostar oeste (croata); los alumnos de escuela secundaria del Este al Oeste y viceversa; los profesores universitarios del Oeste que deben impartir clases en el Este; los t¨¦cnicos de telecomunicaciones del Este al Oeste y los expertos de archivos y museos de ambos lados del r¨ªo. El moderador de la reuni¨®n (UE) dej¨® claro que no se trataba de discutir cuestiones como el idioma, la ense?anza de la religi¨®n, historia y cultura en escuelas y universidades, sino el principio del libre derecho a la ense?anza de todos los estudiantes.
Uno de los representantes de la parte croata empez¨® por afirmar en tono solemne que la lengua oficial de la Universidad (la ¨²nica que hay en la ciudad) y las escuelas en Mostar oeste es el croata y que, en cualquier caso, ya es demasiado tarde para ingresar en dichos centros este a?o.
Seg¨²n los acuerdos alcanzados por croatas y musulmanes, 250 personas pueden cruzar diaria mente el r¨ªo Neretva, que separa los, dos sectores de la ciudad, a trav¨¦s de tres pasarelas y un puente militar por el que circulan los veh¨ªculos.
S¨®lo tienen libertad de movimientos varones mayores de 60 a?os, mujeres y ni?os. Los j¨®venes en edad militar no pueden cruzar el r¨ªo a menos que acrediten que trabajan para una organizaci¨®n internacional. La edad militar en tiempo de guerra es un concepto muy vago que puede abarcar muchos a?os. Del Oeste al Este pasan muy pocas personas, mientras que a la. inversa la cifra raramente supera las 200 diarias. El sector oriental, duramente castigado por las fuerzas croatas durante la guerra, apenas se tiene en pie como ciudad. Ni un solo edificio est¨¢ intacto. En el Oeste proliferan las cafeter¨ªas, los comercios y los veh¨ªculos relucientes de fabricaci¨®n alemana. De los m¨¢s de 48.000 habitantes de Mostar oeste unos 38.000 dependen de la ayuda humanitaria. Las 57.000 personas que viven en Mostar este viven de la ayuda humanitaria.
El general espa?ol Manuel Lara, asesor militar del administrador de la UE dibuja un panorama, tal vez m¨¢s realista, de lo que puede conseguir la administraci¨®n europea en dos a?os: "Llegar a una convivencia sin excesivo odio. Pero de unas elecciones ¨²nicas, ni hablar. Adem¨¢s, no hay un censo fiable. La ciudad est¨¢ llena de desplazados. La poblaci¨®n ha cambiado. Ahora en, el Este pr¨¢cticamente s¨®lo-hay musulmanes, y en el Oeste croatas, cuando antes de la guerra viv¨ªan todos mezclados".
La diferencia entre Este y Oeste es abismal. En aquel ni si quiera tienen agua corriente ni luz. El obstruccionismo entre los dos bandos se manifiesta hasta en los detalles m¨¢s nimios. Recelo, desconfianza, odio. Estos son los sentimientos que imperan, entre los habitantes de ambas orillas del Neretva. Los croatas lo tienen mucho mejor aunque no por ello expresan menos quejas ante la administraci¨®n de la UE.
"Los croatas notan poco la administraci¨®n europea", dice el general Lara. "Ya ten¨ªan libertad de movimientos incluso en los peores momentos de la guerra, ya que desde el Oeste pod¨ªan desplazarse hacia otros territorios de Herzegovina. Los musulmanes est¨¢n m¨¢s da?ados. Pasa r¨¢ mucho tiempo hasta que noten una mejor¨ªa real de su vida".
Son escasos los croatas que piensen en Mostar como una ciudad unida. No les cuesta nada imaginarse todos los servicios p¨²blicos duplicados. Ellos ya los tienen casi todos. Los musulmanes son conscientes de que han perdido y que la ciudad nunca ser¨¢ como antes. En estas condiciones es muy dif¨ªcil trabajar para la reconciliaci¨®n. "Mostar es una gran c¨¢rcel", exclama Faruk, un joven musulm¨¢n que suspira por salir y volar hacia la Praga de sus sue?os. Los habitantes de Mostar este deben cruzar necesariamente la rep¨²blica de Croacia para viajar al extranjero y las autoridades de Zagreb les exigen el visado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.