El Tercer Mundo y nosotros
Se ha visto, o¨ªdo y le¨ªdo tanto sobre el 0,7, (por ciento del PIB como ayuda oficial al desarrollo -AOD-) que parecer¨ªa que est¨¢ todo dicho, y no es as¨ª. Sigue existiendo una enorme confusi¨®n sobre qu¨¦ es lo que ese porcentaje m¨ªtico significa y el uso y abuso pol¨ªtico partidario que algunos, alejados ideol¨®gicamente de los principios de solidaridad internacional, est¨¢n dando al tema.Empecemos por esto ¨²ltimo: cuando el l¨ªder nacional de un partido de la oposici¨®n instruye a sus alcaldes para que incluyan en los presupuestos de sus ayuntamientos el 0,7% para ayuda al Tercer Mundo est¨¢ enmascarando conscientemente o por ignorancia, no s¨¦ qu¨¦ es peor, que el 0,7% se refiere al, producto interior bruto, y no al 0,7% de los presupuestos de una instituci¨®n, que, naturalmente, da como resultante una cantidad muy inferior. Si se sigue esa trampa del 0,7% de los presupuestos habr¨¢ que decir que hace ya muchos a?os que se ha superado con creces el 0,7% de AOD en los Presupuestos Generales del Estado.
Habr¨¢ que aclarar tambi¨¦n que la recomendaci¨®n del 0,7% del PIB en AOD la realiz¨® la Asamblea General de las Naciones Unidas hace 24 a?os, y no 10 como se sigue afirmando: fue en 1970 cuando aqu¨¦lla aprob¨® la Estrategia internacional para el segundo decenio de las Naciones Unidas para el desarrollo.
Desde entonces, s¨®lo cuatro pa¨ªses (Noruega, Suecia, Dinamarca y Holanda) han alcanzado y superado dicho porcentaje, precisamente cuatro naciones que en ese cuarto de siglo han practicado pol¨ªticas socialdem¨®cratas caracterizadas por el tr¨ªpode bienestar social-profundizaci¨®n de los derechos y libertades-solidaridad internacional. Cuando en alguno de estos pa¨ªses ha gobernado un partido o coalici¨®n conservadora, generalmente no m¨¢s de una legislatura, la AOD, se ha estancado o decrecido.
S¨®lo 21 pa¨ªses, de los m¨¢s de 180 miembros de las Naciones Unidas, dedican fondos -a la ayuda oficial al desarrollo, y Espa?a se incorpora a ese grupo ya entrada la d¨¦cada de los ochenta, cuando dejamos de ser un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo (clasificado as¨ª por el Banco Mundial todav¨ªa en 1981), y ello debido a tres factores: la voluntad pol¨ªtica de un Gobierno que entiende la AOD como un deber de solidaridad (la derecha s¨®lo habla de defensa de intereses nacionales en pol¨ªtica exterior; la izquierda, tambi¨¦n de promoci¨®n de principios), la plena incorporaci¨®n de Espa?a a la Comunidad Europea e internacional y la modernizaci¨®n de nuestra econom¨ªa con el desarrollo del Estado de bienestar.
Pero, como en toda pol¨ªtica nueva, hab¨ªa que emprender dos dif¨ªciles retos: el primero, crear desde cero una Administraci¨®n para la cooperaci¨®n al desarrollo y fomentar la constituci¨®n de una red de organizaciones no gubernamentales (ONG) escasas, d¨¦biles e inexpertas en programas con el Tercer Mundo.Y el segundo, convencer a la opini¨®n p¨²blica. de la necesidad de una pol¨ªtica de solidaridad internacional a pesar de las carencias y las bolsas de pobreza que a¨²n exist¨ªan y existen en nuestro pa¨ªs.
El primer reto se fue ganando a trancas y barrancas, y hoy hay, aunque sean mejorables, un aparato p¨²blico y unas ONG que gestionan la AOD que pueden equipararse con las de cualquier pa¨ªs desarrollado.
El segundo reto fue de consecuci¨®n m¨¢s lenta. Durante a?os, la opini¨®n p¨²blica, o tina buena parte de ella, se mostr¨® como m¨ªnimo reticente a dedicar recursos a pa¨ªses y pueblos m¨¢s pobres que el nuestro con el argumento, aparentemente s¨®lido, de las necesidades y el paro que tenemos en Espa?a.No fue f¨¢cil convencer a alguna gente de que nos ayudamos a nosotros mismos cooperando con los que menos tienen, porque con ello no s¨®lo aliviamos la miseria, la desnutrici¨®n y el hambre de millones de criaturas, sino que contribuimos, aunque sea modestamente, a hacer un mundo m¨¢s habitable, donde las personas no se vean. obligadas a emigrar a pa¨ªses ricos para poder sobrevivir. Es cierto que determinadas campanas en contra de la cooperaci¨®n retrasaron la toma de conciencia generalizada que hoy parece existir. Baste recordar la reiterada muletilla de "Felipe el de las mercedes" cada vez que el presidente del Gobierno aumentaba los recursos para el Tercer Mundo.
Pero qu¨¦ duda cabe de que el gran salto en el apoyo a la cooperaci¨®n con los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo ha venido en los ¨²ltimos meses gracias a la campana de acampadas por el 0,7%. No es s¨®lo que merced a la movilizaci¨®n de centenares de miles de personas, sobre todo j¨®venes, en toda Espa?a se ha conseguido sensibilizar a grupos parlamentarios contrarios o reticentes a avanzar en AOD, con el feliz resultado de una "enmienda parlamentaria que puede permitir llegar al 0,5% del PIB en AOD en 1995, sino que ha demostrado que el pensamiento de izquierdas, el esp¨ªritu cr¨ªtico y rebelde, est¨¢ m¨¢s presente en los j¨®venes de hoy de lo que se ven¨ªa diciendo o aparentando por supuestos apoyos universitarios al Partido Popular.
En este sentido, el fluido e ininterrumpido di¨¢logo, entre los representantes de la Plataforma del 0,7 y el grupo mayoritario del Congreso de los Diputados, el socialista, ha permitido ir superando la aparente contradicci¨®n. de mantener una pol¨ªtica presupuestaria de contenci¨®n del gasto y de. lucha contra ¨¦l d¨¦ficit, imprescindible para una recuperaci¨®n econ¨®mica s¨®lida y duradera, y la necesidad de atender la creciente demanda social de solidaridad.
El resultado es que Espaf?a llegar¨¢ en 1995 al 0,35% como m¨ªnimo (estamos aproximadamente en el 0,26%) y al 0,50% como m¨¢ximo, si existen programas serios, bien planteados y que respondan a una demanda real, en la mesa del Consejo de Ministros. Con ello, Espa?a pasar¨¢ del puesto 19 de los pa¨ªses CAD(Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo de la OCDE) a un puesto que oscilar¨¢ del 7 al 10, dependiendo de la evoluci¨®n en AOD de los que hoy ocupan esos lugares. Si ya est¨¢bamos porcentualmente, por encima de Estados Unidos, ahora lo estaremos probablemente del Reino Unido , Italia, Jap¨®n y Alemania, entre otros. Combatamos la m¨¢s que posible cr¨ªtica internacional de quijotismo e improvisaci¨®n (algunos de los pa¨ªses citados han tardado 30 a?os en llegar al 0,4%, dando tambi¨¦n un salto cualitativo en la gesti¨®n de la cooperaci¨®n, tanto desde la Administraci¨®n como desde las ONG profesionalizaci¨®n, transparencia, control del gasto-, para que no ocurra lo que en Italia en 1987, cuando una campana en pro de mayor AOD consigui¨® un aumento espectacular de la misma en un solo ejercicio presupuestario, con el resultado de una gesti¨®n despilfarradora y corrupta al a?o siguiente.
Tambi¨¦n condicionando la cooperaci¨®n a la ayuda directa a los pueblos, tratando de evitar la intervenci¨®n de los Gobiernos, sobre todo aquellos que no contribuyen a la mejora de la suerte de sus ciudadanos, con pol¨ªticas econ¨®micas desastrosas, que gastan excesivamente en armamentos, no respetan los derechos humanos u oponen resistencia al desarrollo de las libertades y la democracia interna.
Por ¨²ltimo quisiera se?alar que la AOD no es el ¨²nico y ni siquiera el m¨¢s importante instrumento de solidaridad con los pa¨ªses del Tercer Mundo. Lo que verdaderamente contribuir¨ªa a acortar las distancias entre el Norte y el Sur ser¨ªa la desaparici¨®n de muchas barreras, obst¨¢culos y restricciones que impiden que muchos de los pa¨ªses en desarrollo coloquen sus productos de exportaci¨®n en los mercados de los pa¨ªses llamados ricos.
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