Bot¨®n de n¨¢car

El bot¨®n de muestra sugerido por la organizaci¨®n del festival de jazz al presentar a Lynne Arriale, en un momento de extraordinaria bonanza de j¨®venes valores, ha resultado ser de un n¨¢car fr¨¢gil y quebradizo, inmaculadamente insustancial y dudosamente representativo. La Arriale luce un sonido amplio, una articulaci¨®n clara y mueve las manos con acad¨¦mica elegancia, pero cuando de expresarideas se trata tiende al circunloquio y a otras t¨¢cticas dilatorias. La elecci¨®n de un repertorio basado en piezas tan profundas y delicadas como My funny Valentine o Alone together no garantiza, en su caso, resultados de alta estatura emocional.En su concierto hubo atm¨®sferas crepusculares a granel, infinitas combinaciones de notas envueltas en vaporosos tules y un tic recurrente de solemnidad pretenciosa, casi siempre forzada. Estren¨® un calypso que invit¨® a bautizar all¨ª mismo, pero nadie dio con un t¨ªtulo adecuado para tan culta y l¨¢nguida versi¨®n de la arquet¨ªpica vehemencia latina. El bater¨ªa Steve Davis eludi¨® la pulsaci¨®n convencional y le sirvi¨® colores y texturas percutiendo con monocorde insistencia los platos, y la asc¨¦tica humildad del contrabajista Drew Gress result¨® muy ben¨¦fica.