?Fueras pap¨¢s!
?Qur¨¦ limpio sonaba aquello de "instrucci¨®n p¨²blica"! ?Qu¨¦ gorrino me suena "educaci¨®n", 'formaci¨®n" o, peor todav¨ªa, 'formaci¨®n integral"! Cada vez me siento m¨¢s irreversiblemente anclado en el Ancien Regime. La escuela de hoy se ofrece a las familias a manera de "Plan personalizado" o de "Especialistas en ti". Y hasta la escuela p¨²blica se ha dejado infectar por el indecente y traicionero contubernio entre pap¨¢s y profesores por encima de las cabezas de los ni?os, cuando las entra?as mismas del concepto de "lo p¨²blico" claman por una escrupulosa y hasta casi ritual impersonalidad. ?Fuera los padres de la escuela p¨²blica! El que los escolares s¨¦ enfrenten a solas con la instituci¨®n es una exigencia capital de la socialidad. De lo contrario, por lo pronto estudiar¨¢n -si estudian- "para dar gusto a sus padres".Aniquilado todo atisbo de sociedad civil, no queda ya m¨¢s que el Estado como ¨²nico posible gestor o suced¨¢neo, siquiera sea mec¨¢nico e indirecto, de la socialidad. Pero la oposici¨®n individuo-sociedad no es tan simple como la cree el nominalismo anti-estatista (en expresi¨®n de Vargas Llosa), que, dici¨¦ndose defensor del individuo, al fin lo atropella m¨¢s villanamente, pues de pronto resulta que la impersonal?dad y la distancia no s¨®lo son condici¨®n necesaria de la socialidad sino tambi¨¦n mejores protectores de la individualidad que el indigno comercio psicol¨®gico entre pap¨¢s y profesores con el alma de los ni?os o que ese otro encanallamiento de los nombres de pila y el tuteo.
Cuenta Machado que cuando un padre le dec¨ªa a Juan de Mairena:"-?Le basta a usted ver a un ni?o para suspenderlo? [...] Mairena contestaba, rojo de c¨®lera y golpeando el suelo con el bast¨®n: -?Me basta ver a su padre!". ?Dorados tiempos de la Instrucci¨®n P¨²blica!
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