Un peligroso callej¨®n sin salida
Tres a?os de pol¨ªtica exterior independiente dan bastante material para contestar el interrogante fundamental: ?hasta qu¨¦ punto la nueva Rusia democr¨¢tica se ha adaptado a las nuevas realidades del mundo y cu¨¢les son las ganancias y p¨¦rdidas en este camino? Existen todos los fundamentos para se?alar que el proceso de adaptaci¨®n ha sido sumamente doloroso y que los resultados, en gran medida, son completamente contrarios a los esperados por las nuevas autoridades rusas.Despu¨¦s de que se disip¨® la niebla de las palabras sobre la unidad de los valores y objetivos de Rusia con sus socios occidentales, sobre las interminables declaraciones de apoyo a las reformas rusas y a la joven democracia, las promesas de ayudas millonarias para modernizar la econom¨ªa rusa y suavizar las consecuencias de la terapia de choque, result¨® que Rusia ha chocado con duras realidades. Tras ser el factor principal de la destrucci¨®n de la URSS, de la superpotencia nuclear comunista, Rusia, infinitamente m¨¢s d¨¦bil en el plano econ¨®mico y militar que la URSS, no adquiri¨® nuevos amigos ni aliados y, al mismo tiempo, perdi¨® a sus antiguos amigos, socios y clientes. De este modo, tres a?os despu¨¦s de su independencia, Rusia, en todo sentido, se encuentra m¨¢s aislada, solitaria y vulnerable en la arena internacional que la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Para la pol¨ªtica exterior kozireviana hasta ahora era caracter¨ªstico el intento de incorporarse a las nuevas relaciones econ¨®mico-mundiales y a las estructuras internacionales exclusivamente mediante la interacci¨®n con EEUU y procurando conseguir su apoyo y, al mismo tiempo, respaldando muchas acciones internacionales de Norteam¨¦rica en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, ya ahora se puede constatar que, tanto en las relaciones bilaterales Rusia-EE UU como en los problemas clave de la pol¨ªtica mundial, los resultados para Rusia han sido sobremanera lamentables. Las relaciones con EE UU, anunciadas por Andr¨¦i K¨®zirev, primero de aliados y luego de socios maduros, no han brindado resultados tangibles ni en el campo de activaci¨®n de la ayuda estadounidense a la econom¨ªa rusa ni en el levantamiento de las barreras aduaneras y las trabas que afrontan los productos rusos en los mercados norteamericanos.
A pesar de todos los esfuerzos de la direcci¨®n rusa por impedir la ampliaci¨®n de la OTAN a costa de nuevos miembros de los pa¨ªses de Europa del Este, el Congreso estadounidense adopt¨® la decisi¨®n. de ampliar el bloque, y en noviembre la Asamblea del Atl¨¢ntico Norte ratific¨® en su reuni¨®n en Washington esta decisi¨®n norteamericana.
Al emprender la pol¨ªtica de ampliaci¨®n de la OTAN y de convertir esta organizaci¨®n en un n¨²cleo pol¨ªtico-militar de la seguridad europea sin la participaci¨®n de Rusia, EE UU y muchos de sus socios pr¨¢cticamente hacen tabla rasa de los esfuerzos de Rusia de convertir la CSCE en un instrumento eficaz y universal de la seguridad europea con la participaci¨®n de todos los pa¨ªses del continente.
Con la resistencia de la OTAN choca la fundamentada demanda de Rusia de revisar, en vista de la desaparici¨®n de la URSS, las cuotas de carros de combate y blindados que le establecen los acuerdos de Viena de reducci¨®n de armamentos convencionales en Europa. Las cuotas de blindados para la URSS quedaron fundamentalmente para Ucrania y las rep¨²blicas de Transcaucasia, dejando las fronteras rusas del Sur muy vulnerables.
Crece la presi¨®n internacional sobre Rusia a ra¨ªz de su papel en la crisis de Yugoslavia. El levantamiento unilateral del embargo sobre los suministros de armas a los musulmanes bosnios por parte de los estadounidenses, los bombardeos perpetrados por la OTAN contra las posiciones de los serbios bosnios demuestran que en esta regi¨®n clave para Rusia, EE UU y sus aliados no desean tomar en consideraci¨®n los intereses rusos. El incremento de la presencia norteamericana en los Balcanes, en particular en Macedonia y Albania, y el aislamiento de Rusia en la problem¨¢tica en tomo a Yugoslavia son pasos evidentes hacia el desplazamiento definitivo de Rusia del continente europeo.
Es natural que la pol¨ªtica unilateral americano-centrista del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia no haya permitido fortalecer y ni siquiera mantener en el antiguo nivel las relaciones con los socios tradicionales de la Federaci¨®n Rusa en Asia, ?frica, Oriente Pr¨®ximo y Am¨¦rica Latina; de definir las nuevas prioridades de Rusia en estas regiones a partir de sus nuevas posibilidades econ¨®micas y pol¨ªtico-militares, hoy sensiblemente reducidas. Entre los fracasos de la pol¨ªtica americanocentrista de Rusia tambi¨¦n cabe destacar la "brillante ausencia" de Rusia en el Consejo de Colaboraci¨®n Econ¨®mica de Asia y la Cuenca del Pac¨ªfico, tanto en la reuni¨®n de Vancouver como en la de Bongar.
Con estos factores arriba se?alados no se agotan los retos a Rusia que provienen del "extranjero distante" y que crean serias amenazas para su seguridad y capacidad de convertirse en un factor importante de la pol¨ªtica mundial. Y me refiero a otro serio reto para Rusia, posiblemente el m¨¢s grave, que proviene del "extranjero pr¨®ximo". La evoluci¨®n de la pol¨ªtica de los pa¨ªses occidentales y principalmente de EE UU da pie a conclusiones poco consoladoras sobre los resultados de la pol¨ªtica americano centrista en relaci¨®n al "extranjero pr¨®ximo", es decir, a los pa¨ªses de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Ni EE UU ni sus socios ven en Rusia un factor integrador en el espacio postsovi¨¦tico. Se ponen en duda los objetivos de Rusia en sus operaciones de pacificaci¨®n en el territorio de la CEI; sus esfuerzos por fortalecer esta organizaci¨®n regional son recibidos como intentos de restablecer el imperio ruso o sovi¨¦tico. Las acciones de EE UU y sus socios en la Transcaucasia, Asia Central y Ucrania apuntan claramente a coadyuvar a la formaci¨®n de un pluralismo geopol¨ªtico en el territorio de la antigua URSS y a impedir el liderazgo de Rusia en la CEI.
De este modo, los frutos de tres a?os de pol¨ªtica exterior americano-centrista de la nueva Rusia democr¨¢tica han sido resultados lamentables en el campo de la incorporaci¨®n de la Federaci¨®n Rusa a las estructuras e institutos internacionales ya existentes, que garantizan su igualdad de derechos y su seguridad, as¨ª como en el ¨¢mbito de la creaci¨®n de nuevos institutos y estructuras de seguridad y colaboraci¨®n econ¨®mica con la participaci¨®n de Rusia. Pero la conclusi¨®n m¨¢s importante de estos tres a?os, y ello ha quedado de manifiesto en los ¨²ltimos meses, es el hecho de que, despu¨¦s de ciertas vacilaciones, EE UU y sus aliados se decidieron a dar un paso muy arriesgado: refrendar institucionalmente los resultados del t¨¦rmino de la guerra fr¨ªa. Es decir, dejar en evidencia el hecho de que precisamente Rusia perdi¨® esa guerra, y fortalecer los cambios geoestrat¨¦gicos y geopol¨ªticos que se produjeron a su favor tras el derrumbamiento del bloque sovi¨¦tico. La ampliaci¨®n de la OTAN, el levantamiento del embargo sobre los suministros de armas a los musulmanes de Bosnia y la ampliaci¨®n de la zona de responsabilidad para las tropas: de la OTAN, el desplazamiento de Rusia y de los pa¨ªses de la CEI de Europa son pasos que persiguen ese objetivo.
As¨ª, el premio para Rusia por la destrucci¨®n del imperio totalitario no ha sido el retomo a la civilizaci¨®n como socio respetado y de iguales derechos, sino el aislamiento y la debilitaci¨®n.
De lo ¨¦xpuesto se desprenden dos conclusiones. Primero, la continuaci¨®n de semejante pol¨ªtica es mortal para Rusia y se requiere una revalorizaci¨®n cardinal, tanto del papel como de las prioridades, de su pol¨ªtica exterior con el objeto de superar el peligro del aislamiento, pero al mismo tiempo evitando caer en la vieja pol¨ªtica de confrontaci¨®n en condiciones mucho m¨¢s desfavorables para Rusia. Segundo, nuestros socios deben tomar en cuenta que la amenaza de aislamiento incidir¨¢ seriamente en el proceso pol¨ªtico interno de Rusia y posibilitar¨¢ el arribo al poder de fuerzas ultranacionalistas, antioccidentales, que pueden utilizar el aislamiento de Rusia para erigir un r¨¦gimen autoritario y movilizador para susperar los problemas socioecon¨®micos en el interior del pa¨ªs. De ser as¨ª el desarrollo de los acontecimientos, Rusia, aislada, con un r¨¦gimen movilizador, pomo un resorte comprimido, se convertir¨¢ en una amenaza permanente y seria para la comunidad internacional, ya que semejante resorte, en cualquier momento, puede distenderse. Temo que Occidente repita con Rusia el error que cometi¨®, inmediatamente despu¨¦s de la I Guerra Mundial, con Alemania. Todos saben a qu¨¦ condujo. Quisiera confiar en que hay posibilidades de evitar lo peor. Estoy convencido de que el aislamiento y el meter a Rusia en un callej¨®n sin salida le saldr¨¢n mucho m¨¢s caro a la comunidad internacional, en primer lugar a EE UU y Occidente, que la incorporaci¨®n racional de nuestro pa¨ªs a la comunidad internacional como un socio de iguales derechos, en aras de lo cual Gorbachov y Yeltsin destruyeron el bloque sovi¨¦tico y la URSS. Occidente tiene hoy la oportunidad de tener a una Rusia amigable en calidad de socio; ma?ana podr¨ªa ser tarde.
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