Las partidas de mus

Han pasado ya cinco a?os, y depende del momento, parece que fue ayer. Muchas de las veces que recuerdo a Fernando le veo sentado en una mesa de mus junto a su inseparable pareja, Juanito Corbal¨¢n, ambos disc¨ªpulos y seguidores del maestro Tejada, al parecer ide¨®logo mus¨ªstico. El maestro Tejada no s¨¦ muy bien qui¨¦n era, pero a Fernando y a Juanito les encantaba reclamar su presencia. Cada vez que quer¨ªan un ¨®rdago, era la misma canci¨®n: "El maestro Tejada dice que s¨ª quiere". Ganaban y se part¨ªan de risa. "El maestro Tejada nunca pierde". Lo que hab¨ªa que aguantar. El mus form¨® parte de nuestras vidas deportivas durante tanto tiempo y tantos buenos rollos que resulta imposible evitar la asociaci¨®n de im¨¢genes. Los momentos estelares eran las disputas entre Fernando y Angelito, el encargado del material, m¨¢s castizo que Cascorro. "Cuatro pelos, no me vaciles", le amenazaba Fernando. "En la c¨¢rcel y con miedo no se puede estar, Fernandito". Fuese como fuese el resultado, la. cabeza de Angelito acababa enganchada en los brazos de Fernando., que cari?osamente le sacaba brillo a la calva. Creo que pocas veces Fernando Mart¨ªn se mostraba tan entra?able como en aquellas maravillosas e inolvidables partidas de mus.